El poder observar el majestuoso MONTE CERVINO en italiano o Matterhorn en alemán, constituye para los que somos amantes de la montaña una visión irrepetible aunque como en esta ocasión se admire desde su cara menos bella, ya que según he podido apreciar por fotografías la más impresionante es la que se ve desde Zermat (Suiza), y aunque esta última era mi intención antes de partir desde Madrid hacia Bourg-Saint-Maurice, una vez allí y a la vista de las carreteras que existían desistí de ello. No es igual recorrer por estas latitudes 332 Kms. de ida y vuelta hasta Breuil-Cervinia, que 522 hasta Zermat.
Después de bajar hasta Bourg Saint Maurice, nos dirigimos a la frontera italiana situada en lo alto del Col de San Bernardo (pequeño) y desde allí pasando gran parte del precioso Valle d´'Aosta encajonado entre impresionantes cumbres, lleno de pueblos, castillos e iglesias encantadores, nos desviamos en Châtillon para continuar por el Valle de Breuil hasta nuestro destino.
La entrada a la estación invernal de Breuil-Cervina no pudo se más impresionante, a la salida de una curva nos encontramos con la figura piramidal de 4.478 metros de altitud del Cervino, para algunos la más mítica de todos los Alpes y sin lugar a dudas la más fotografiada. Separado de las otras las cumbres que conforman este macizo, fue ascendido por primera vez e1 14 de julio de 1865 y desde entonces varios cientos de escaladores cada ao lo intentan y lo consiguen´, aunque algunos pocos fallecen en el intento.
Dejamos el coche en el aparcamiento cercano al campo de golf dirigiendo nuestros pasos en busca de algun restaurante para comer. La misión era bastante complicada ya que que en esta época del año, los turistas éramos poquísimos y el noventa por ciento de los establecimientos permanecían cerrados, pero al final lo conseguimos.
Tras esta para obligatoria nos dispusimos a dar una pequeña vuelta buscando algún remonte que nos llevase a lo más alto de aquel paraje pero igualmente la ocasión fue fallida. Los ponían en funcionamiento cinco días más tarde, por lo que nos tuvimos que conformar por subir una pequeña pista de esqui para contemplar algunos detalles que nos rodeaban.
A nuestra izquierda podíamos ver un pequeño glaciar a simple vista porque de cerca debe de imponer, y de enfrente como siempre el Cervino y alguna de la innumerables cascadas del lugar.
De vuelta al aparcamiento tuvimos la oportunidad de hacer una pequeña visita al pueblo y al monumento a los alpinistas y escaladores.
Muy cerca del monumento citado nos encontramos con la iglesia de Santa María Reina de Valle de Aosta, cuya edificación se empezó a construir en 1955, terminándose con el campanario en 1957.
Con pena nos tuvimos que despedir que esta visita no sin antes ver la montaña mágica por última vez.
De vuelta y a unos pocos kilómetros de Breuil, observamos a nuestra izquierda un cartel señalando un punto de interés con el nombre de Lac bleu. Aparcamos el coche en un pequeño espacio que vimos, y a escasos diez metros apareció un pequeño Lago que parecía sacado de un cuento de hadas. Sus aguas transparentes de un color azul verdoso, te invitaban a sentarte y permanecer allí todo el tiempo posible, pero nos esperaban 166 kilómetros y cerca de tres horas de conducción por lo que muy a nuestro pesar abandonamos aquel lugar idílico.
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