Después de haber visitado el Castillo y agotados ya no por lo andado, sino por la cantidad de empujones y pisotones recibidos, nos decidimos por tomar un respiro y comer algo en el restaurante Černý orel muy cerca de la Plaza de Malastrana (plaza del barrio pequeño).. Nada más desembocar en esta plaza que antiguamente fue un mercado, aparte del bullicio que tenía, lo que primero salta a la vista son dos construcciones:
Iglesia de San Nicolás. Diseñada en 1702 por el arquitecto Krystof Dientzenhofer y construida en el lugar de una antigua iglesia se encuentra desde 1283 dedicada a San Wenceslao. Al fallecimiento de este, la obra fue continuada por su hijo Kilián Dientzenhofer que diseñó la bóveda al igual que lo hiciera con la iglesia del mismo nombre en la Plaza de la Ciudad Vieja. Como ocurriera como con su padre, Kilián también falleció sin ver terminada su construcción, siendo su cuñado Anselmo Lurago quien terminó la obra entre los años 1751-1756. Destaca en su exterior la fachada de estilo barroco y su campanario de 80 metros de altura. De su interior no podemos decir nada por encontrarse cerrada para un concierto de música clásica.
Columna de la Peste. Situada en el medio de la Plaza de Malastrana y con 20 metros de altura dedicada a la Santísima Trinidad, se levantó entre 1713-1715 como gratitud al finalizar una gran epidemia de peste negra que azotó a la ciudad durante dos años. En el extremo superior se puede observar El Ojo de Dios, más abajo y en el sur la escultura de la Santísima Trinidad y en todo el conjunto algunas figuras de los santos checos, así como placas y otras esculturas agregadas en 1772 que conmemoran un tiempo de hambrunas que sufrió igualmente esta ciudad.
Dejando esta plaza y continuando por un extremo de la misma por la calle Mostecká, llegamos al principio de uno de los lugares mas visitados de Praga y que nos llevaría a la Ciudad Vieja.
Puente de Carlos. Según la historia, en este lugar hubo un puente de madera destruido en el siglo XI que unía el Barrio Pequeño y la Ciudad Vieja. Posteriormente en 1172 el rey Wenceslao I en este mismo lugar, ordenó construir un nuevo puente pero esta vez de piedra que le dio el nombre de su esposa Judith. Este nuevo puente igualmente fue destruido en 1342, levantándose de nuevo durante el reinado de Carlos IV conservando las dos únicas torres que sobrevivieron del anterior puente de piedra.
La obra del actual puente fue comenzada el 9 de julio de 1357 por Jan Otti y terminada en 1405 por Peter Patlér. Tiene una longitud de 516 metros y una anchura de 10 metros, soportándose sobre 16 arcos. En sus extremos existen tres torres, dos a la entrada por el Barrio Pequeño (Malá Strana) y otra por la entrada de la Ciudad Vieja. Durante su recorrido se pueden ver una treintena de estatuas y conjuntos escultóricos colocadas en el año 1700. En la actualidad las que se encuentran en este lugar son copias de las originales que se encuentran en el Lapidarium. Como curiosidad tenemos que decir en la mezcla usada para unir las piedras se emplearon yemas de huevo para hacerla más fuerte. Durante este trayecto si la climatología lo permite y se consigue hacerse un hueco entre la multitud, es muy recomendable sacar algunas fotografías del Rio Moldava así como una impresionante vista del Castillo.
Realmente si hace la entrada por Malá Strana, no es una torre, sino dos las que se pueden ver. La de la derecha y mas baja es la antigua torre románica que se conserva del primer puente de piedra. La de la izquierda y más alta fue construida tomando como modelo la de la Ciudad Vieja al otro extremo del puente, en el reinado de Jorge de Podebrady a mitad del siglo XV.
La Torre de la Ciudad Vieja de estilo gótico fue diseñada por Peter Patlér y que constituía parte de la fortificación de la Ciudad Vieja. La fachada del río resultó bastante dañada durante la ocupación de los suecos en 1648 cuando intentaban avanzar hacia la Ciudad Vieja. Por el contrario la fachada orientada hacia la Plaza de los Caballeros de la Cruz (ciudad vieja) aunque algo dañada, pudo ser restaurada, así como sus esculturas. Si se observa desde este lado, se pueden ver sobre una hilera de escudos las esculturas de Carlos IV a la izquierda, San Vito en el centro y San Wenceslao a la derecha. Más arriba se ven las de San Adalberto y la de San Segismundo patronos del país.
Terminado el recorrido del puente. Giramos a la izquierda por la calle Knzovnicka para continuar por la calle Nam. J. Palacha donde podemos ver la bonita construcción de la sala de conciertos Rudolfinum sede de la Orquesta Filarmónica Checa. Continuando unos metros hacia delante giramos a la izquierda por la calle Breova para situarnos en el centro del:
Barrio Judío - El Josefov. Mal día escogimos para visitar este rincón de Praga ya que era sábado y como tal festividad en la religión judía con el cementerio cerrado así como las sinagogas.
El nombre de Josefov viene dado en honor del rey José II que con su Edito de Tolerancia en 1781 ayudó a mejorar las condiciones de vida de los judíos. Con el plan de saneamiento de la ciudad durante los años 1893 al 1943, gran parte de este barrio fue demolido conservándose los edificios más históricos como las cinco Sinagogas, el Ayuntamiento y el Cementerio con la Sala ceremonial y mortuoria. Un pequeño paseo por este rincón, nos llevará a imaginar un poco la vida del pueblo judío en esta capital.
Concluida esta pequeña visita nos dirigimos por la calle Pařížská; para continuar por Staromestske Nám. y encontrarnos de nuevo en la Plaza de la Ciudad Vieja. Pequeña parada en una de las terrazas situadas en la misma para tomar un café y continuar por la calle Celetná hasta la Plaza de la República y allí dirigirnos por la derecha a la calle Rytířská y por esta a la:
Plaza de Wenceslao. Antiguo emplazamiento del mercado de caballos en 1348 y testigo de muchos de los acontecimientos recientes de Praga. Las dimensiones de esta son colosales y más que plaza se trata de un rectángulo de 750 metros de largo por 60 de ancho con un gran paseo peatonal en el centro.
En el extremo sur y dominando toda la plaza, nos encontramos con el Museo Nacional de Praga obra de Josef Schulz en los años 1885-1890 en estilo neorenacentista. El mismo arquitecto fue el autor en la misma época del edificio de la Ópera Estatal.
Unos metros más abajo no encontramos con el propio símbolo de esta plaza, la estatua ecuestre de San Wenceslao obra de Josef Václav en 1913. En el conjunto aparte del mencionado santo, nos encontramos con las figuras de Ludmila, Ines, Procopio y Adalberto, los santos más representativos de la República Checa.
El contorno de la plaza esta configurado por edificios que albergan tiendas de modas, restaurantes y hoteles lo que la convertiría en una plaza más. Sin embargo lo que la diferencia de otras, como ya hemos mencionado antes, han sido los numerosos hechos históricos que allí se han producido. El más importante tuvo lugar en noviembre de 1989 cuando una gran manifestación convocada para repudiar la represión policial comunista hasta el momento, dio lugar al inicio de la llamada Revolución del Terciopelo.
Una lápida de un hecho anterior, conmemora a Jan Palach y Jan ZajicC que se inmolaron a lo bonzo el día 16 de enero de 1969 y 25 de febrero del mismo año respectivamente, en protesta por la invasión del país por parte de el Ejército del Pacto de Varsovia que terminó con la Primavera de Praga.
Terminada la visita a esta plaza y viendo que ya empezaba a atardecer, desandamos lo andado y nos dirigimos de nuevo a la Plaza de la República al objeto de tomar el tranvía que nos conduciría al apartamento, no sin antes pasar por la calle Jindřišská y ver la Torre Jindřišská. Se trata de una de las torres menos conocida de Praga y no por ello deja de ser realmente digna de visitar. Construida entre los años 1472-1476 en estilo gótico tardío, fue reconstruida tras un incendio ocurrido en 1745.
Posteriormente reconvertida al estilo gótico en la década de 1870 por el arquitecto Mocker. La torre se compone de 10 plantas con un total de 66 metros de altura, y en su interior que no pudimos visitar por el horario de visitas que era hasta las 19,00 horas, se encuentran un mirador y uno de los restaurantes por lo que hemos leído más caros de la Praga.
Muy cerca de la Plaza de la República, concretamente en la calle Celnice, agotados después de un día bastante intenso decidimos con nosotros mismo darnos un respiro y sentarnos en la terraza de la Cervecería Kolkovna Celnice donde unas cervezas fresquitas de medio litro nos esperaban.
De vuelta ya para el apartamento vimos a través de las ventanillas del tranvía las penúltimas imágenes de la ciudad, una ciudad que no vamos a ser nosotros los que digan que es fea, todo lo contrario, es una ciudad que merece la pena conocer aunque solo sea una vez pero que nos defraudó debido quizás a que las expectativas que nos habían hecho de ella no fueron realmente lo que esperábamos por lo menos en esta época del año. Cantidad ingente de visitantes sobre todo en el Castillo, Puente de Carlos y el show del reloj astronómico nos dejaron una sensación bastante desagradable. Será cuestión de probar a visitarla en otra estación del año para ser más objetivos.
Partimos al día siguiente de vuelta para Madrid sin tener ninguna parada premeditada para hacer noche. Después de hacernos casi los 1.2oo kilómetros lo hicimos en Chanas localidad cercana a Lyon para continuar al día siguiente a Zaragoza donde haríamos otra noche y luego ya por fin a Madrid.
Capital de la República Checa Región : Praga Gentilicio : Praguense/a Superficie :496 km² Moneda : Corona Checa Coordenadas Plaza Ciudad Vieja GPS : Latitud: 50°05'14"N Longitud: 14°25'14"E Google Maps: 50.087222, 14.420556 Oficina de TurismoStaroměstské náměstí 1Tfno. : +420 221 714 714 Praha 1 - Staré Město 110 00 |
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