Se cree que en el poblado existente anterior a la época romana, se edificó en este lugar una mansión militar en honor de Tito Livio y de ahí se deriva el nombre de "Titulcia". Otros la derivan de Tolomeo pues igualmente existen indicios que fue edificado en su honor.
Desde el siglo XII paso a llamarse "Bayona de Tajuña". Bayona proviene del vasco "Ibay" y "Ona" que significa "Sitio junto a rio bueno".
No fue sin embargo hasta el año 1814 que por prerrogativa de Fernando VII volvió a llamarse otra vez Titulcia.
Gentilicio: Titulcianos/as
Las tierras donde hoy se asienta Titulcia han sido testigos de la vida humana desde tiempos inmemoriales. Hace unos 300.000 años, en los cortados sobre el río Jarama, grupos de nómadas encontraron refugio en cuevas naturales. Armados con herramientas rudimentarias de piedra, estos primeros habitantes sobrevivieron cazando y recolectando lo que la tierra les ofrecía.
Siglos después, en el siglo III a.C., los celtíberos hicieron su aparición. Sus poblados se alzaban en las alturas, como el de Sayona, donde la vida giraba en torno a la ganadería y la alfarería. Se han hallado restos de cerámica modelada a torno con decoraciones en rojo y castaño, así como una necrópolis con urnas funerarias y pequeños objetos personales, como unas pinzas de depilar de bronce. El pueblo se organizaba en torno a sus creencias y rituales, honrando a sus muertos con objetos que los acompañaban en el más allá.
Con la llegada de los romanos, Titulcia se convirtió en un punto clave en la red de caminos del imperio. Según Tito Livio, en el 184 a.C. una gran batalla tuvo lugar en sus tierras: los carpetanos se alzaron en armas contra los invasores romanos y lograron vencer a sus legiones. Sin embargo, la Pax Romana acabaría imponiéndose, y el poblado pasó a ser una mansión de las calzadas imperiales que conectaban Mérida con Zaragoza y el norte de Hispania. La presencia romana dejó huellas tangibles: lucernas de cerámica, monedas y restos de edificaciones. Se cree que hubo un monasterio en la confluencia del Jarama y el Tajuña, dirigido por los santos Fabriciano y Filiberto, quienes fueron martirizados en tiempos de Diocleciano. Pero con la decadencia del Imperio Romano, Titulcia comenzó a difuminarse en la historia. Para el siglo VIII, ya no había noticias de su existencia. ¿Desapareció en el caos de las invasiones bárbaras? ¿Fue simplemente abandonada? Son preguntas sin respuesta.
El silencio de siglos terminó en el siglo XI con la llegada de Alfonso VI, quien en el 1085 tomó Toledo y comenzó la repoblación de la zona. El nombre de Bayona (posible predecesor de Titulcia) resurgió en documentos medievales. Se habla de fortalezas en la región, que habrían pasado de manos cristianas a musulmanas varias veces antes de la consolidación del dominio castellano.
Durante el siglo XII, en el 1150, Alfonso VII concedió estas tierras a la Iglesia de Segovia, y en 1190, Alfonso VIII la entregó a la ciudad de Segovia dentro del sexmo de Valdemoro. Durante los siglos siguientes, la villa pasó de una mano a otra, con disputas entre Segovia, el arzobispado de Toledo y la incipiente villa de Madrid.
En la primera mitad del siglo XIV, en 1344, Alfonso XI permutó Titulcia y Valdemoro por otros territorios, y en 1480, los Reyes Católicos la incluyeron en el señorío de Chinchón, otorgándosela a Andrés Cabrera y Beatriz de Bobadilla.
Ya en el siglo XV, en 1496, su hijo Fernando Cabrera Bobadilla recibió el título de Conde de Chinchón, consolidando la relación de Titulcia con este linaje. Uno de los episodios más curiosos de la época fue la construcción de un castillo por Vasco de Contreras en 1466. Pese a las protestas del pueblo, que alegaban que las tierras eran de la comunidad segoviana, el noble desafió las órdenes reales y levantó la fortaleza. En 1469, el rey finalmente ordenó su demolición, aunque algunos sillares fueron hallados siglos después en El Cerrón.
Los primeros datos de población del siglo XVI provienen de 1530, con 60 vecinos, reducidos a 40 en 1591. Durante la Revolución Comunera (1520-1521), Titulcia se sublevó contra el Conde de Chinchón y, tras la derrota comunera, fue obligada a pagar una multa de 30.000 maravedíes.
En el siglo XVIII, la Guerra de Sucesión Española golpeó la villa. En 1706, las tropas del Archiduque Carlos de Austria saquearon el pueblo y ocuparon su iglesia, abriendo troneras en sus muros y causando una gran destrucción. La llegada del Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) nos da un retrato del Titulcia de la Ilustración: una villa agrícola que vivía del trigo, la cebada, el vino y el olivo, con una población de 42 vecinos. El pueblo tenía tres molinos harineros en el Tajuña, uno de ellos llamado Molino de Pascuala, cuyos restos aún se pueden ver hoy. El Censo de Floridablanca (1787) registró 254 habitantes, destacando la existencia de un hospital de caridad.
En el siglo XIX con la abolición de los señoríos en 1811, Titulcia dejó de depender del Conde de Torrehermosa. En 1814, Fernando VII ordenó que Bayona de Tajuña pasara a llamarse Titulcia, evocando su pasado romano. En 1833, con la nueva división territorial de España, Titulcia pasó a formar parte de la provincia de Madrid dentro del partido judicial de Getafe. Los censos de 1826 y 1850 mostraban un crecimiento lento pero estable, con 231 habitantes y luego 303. Las tierras eran de calidad mediocre, aunque la vega del Tajuña proporcionaba algo de prosperidad. En 1888, la población alcanzó las 584 almas, duplicando las cifras de mediados de siglo.
El siglo XX marcó el destino de Titulcia con un evento devastador: la Batalla del Jarama (1937). Durante la Guerra Civil, la villa fue bombardeada y destruida casi por completo. Sus habitantes, hacinados en las cuevas de El Cerrón, sufrieron enfermedades y miseria. Solo los molinos quedaron en pie. Tras la guerra, el pueblo fue reconstruido por Regiones Devastadas en 1940. Se diseñó una nueva planificación urbana con casas, calles y plazas alineadas con la topografía del terreno. Sin embargo, la reconstrucción nunca se completó del todo, y el crecimiento posterior se hizo de forma desordenada. En los años 50 y 60, el pueblo comenzó a recuperarse, con una población de 793 habitantes. La economía seguía basada en la agricultura y ganadería, aunque con nuevas producciones como espárragos y maíz.
En el siglo XXI, Titulcia sigue siendo una pequeña villa con un valioso patrimonio arqueológico y natural. Su proximidad al Parque Regional del Sureste le otorga un entorno único, aunque el crecimiento urbanístico descontrolado ha puesto en peligro su equilibrio histórico y ecológico. Pero, como siempre, Titulcia resiste. Desde sus orígenes prehistóricos hasta su presente, ha sido testigo de batallas, conquistas y reconstrucciones. Un cruce de caminos en la historia de España.
La carretera de entrada nos conduce perpendicularmente a la Calle Grande, eje principal de pueblo y en la que se encuentran casi todos los comercios.
Si giramos a la izquierda visitaremos el Polideportivo y el Puente de hierro, sobre el río Jarama, construido a finales del siglo XIX siguiendo la técnica del remache en frío como en la Torre Eiffel.
Si bajamos a orillas del Jarama igualmente se puede contemplar la estructura del "Puente Nuevo".
Otra de las visitas que se pueden observar desde este lugar es el Cerro de Venus o El Cerrón.
Terminada esta visita volveremos por la Calle Grande hasta situarnos en la esquina de la calle del Ayuntamiento, siguiendo la misma y tras de una fuerte subida nos veremos en los más alto del Cerrón con unas espectaculares vistas de la vega del Jarama.
Después de contemplar estas vistas, bajamos por el mismo camino para continuar la visita al pueblo. Como lo más cercano para visitar es la Iglesia pues vamos a verla.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Rosario data del siglo XVI de estilo gótico. El pórtico de la fachada sur con ventanas de arco de medio punto, está aguantado al suelo con cuatro columnas cilíndricas. Las ventanas más próximas al ábside son de estilo gótico o imitación al mismo.
Del interior cabe destacar el cuadro de El Tránsito de la Magdalena, obra de Jorge Manuel Theotocopuli, hijo del El Greco, que realizó junto con otros cinco lienzos entre 1605 y 1612 para el retablo de la iglesia. De los cinco que faltan, el llamado Noli me Tangere se encuentra en el museo Lázaro Galdiano de Madrid y los otros cuatro en paradero desconocido. La iglesia fue saqueada durante la guerra civil.
En referencia al único que queda, fue robado un día indeterminado de la semana del 28 de octubre al 4 de noviembre de 1984. Apareció junto con otro de menor interés en una zona de obras próxima a Benavente a los nueve días, arrugado, mojado y con diversos desperfectos. Los cuadros fueron devueltos al alcalde, Delfín Corral, quien tras consultar con el párroco, los dejaron depositados en la casa cuartel de la Guardia Civil, permaneciendo enrollados hasta abril de 1985 sin conservación alguna.
Tuvo que ser la intervención del diputado del Grupo Popular de la Asamblea de Madrid, Juan Antonio Cánovas del Castillo quien advirtió de este hecho al Gobierno regional, para que el cuadro fuese enviado al Instituto de Conservación de Obras de Arte para su restauración hasta el año 1989, que se volvió a colgar en el altar de la iglesia. (Diario "El País" de fecha 10/04/1989).
Dejando la Iglesia atrás y pasando por la calle de La Soledad hasta llegar a la calle de La Luna, vamos a conocer lo que sin lugar a dudas constituye lo más representativo de Titulcia, La Cueva de la Luna.
Fue descubierta en 1952 por Ramos García y Alfonso Rico en el año 1952 cuando observaron un pequeño hueco en las escaleras de su cueva, fueron a por una azada y cavaron hasta que cayeron al fondo, en la cúpula de la misma. La fama del descubrimiento duró poco tiempo y no fue hasta la llegada de un matrimonio alemán que permaneciendo en su interior más de diez horas, con lo que volvieron a devolver la fama a esta cueva tras sacar la conclusión de que por las cruces encontradas y sus galerías en forma de cruz era un lugar de rezo de Los Templarios.
Durante nuestra visita hemos podido comprobar el deplorable estado en que se encuentra, una galería apuntalada y otra que se hundió hace tiempo. Los actuales propietarios solo se preocupan de atender el mesón-restaurante de la parte de arriba y aunque Patrimonio ha intervenido recientemente, se ve a todas luces que su aportación ha sido mínima.
Cuenta la tradición, que las mujeres al visitar la Cueva de La Luna antes de entrar tienen que dar con el puño tres veces en la puerta y relajarse durante un minuto en la cúpula, en la actualidad lo de la puerta original es misión imposible ya que se encuentra cerrada y asegurada con un candado. Una vez hecho esto se pide un deseo y si se concede es costumbre traer un ramo de flores a la Cueva.
La historia cuenta que cuando el Cardenal Cisneros en el año 1509 partió de Alcalá de Henares a la conquista de Oran, al pasar por Titulcia observó la aparición de una misteriosa cruz en el firmamento, relacionando El Cardenal este suceso a la visión que tuvo Constantino el Grande, emperador de Bizancio, antes de la batalla de Miluio en el año 312 y que supuso su conversión al cristianismo.
Cisneros a su vuelta ordenó, según legajos encontrados en los archivos de Toledo, la construcción de la Cueva de la Luna y un humilladero sobre el que posteriormente se construiría la Ermita de la Soledad, actualmente dentro del cementerio.
La ermita se encuentra construida con muros de mampostería, de planta trapezoidal con dos cuerpos diferenciados, la nave y la capilla mayor, siendo la nave más ancha que la capilla mayor estando separadas por un arco triunfal. Del exterior cabe destacar la pequeña espadaña situada a los pies en el lado de la epístola, con un hueco de medio punto y una cruz de hierro que corona el templo.
LUNES DE PASCUA. Meriendas en el Soto de Bayona.
SAN ISIDRO. (15 de Mayo). Misa, Procesión, Merienda y Subasta.
VIRGEN DEL ROSARIO (24 - 28 Agosto). Fiestas en honor de la Patrona del pueblo. Procesión, Concursos, Juegos, Toros y Baile con orquesta.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos