Tal y comentaba en el capítulo anterior, nada más registrarnos en el hotel y dejar el equipaje nos dirigimos al centro de la ciudad para tratar de cenar algo. Por fin llegamos al centro y por supuesto a la Plaza del Torico que en realidad se llama Plaza Carlos Castel, sin embargo seguramente si se pregunta por este último nombre pocas personas sabran guiarte hasta ella, ahora si preguntas por la del Torico os daran santo y señas para dirigiros hasta la misma. La verdad es que la primera impresión en cuanto ambiente me causo un poco de decepción. Apenas eran las diez y media de la noche de un viernes y los restaurante ya empezaban a recoger las terraza y las cocinas estaban prácticamente cerradas.
Continuamos por la calle Joaquín Costa hasta que por fin encontramos una cervecería que aunque no tenía mucha clientela, por lo menos estaba abierta y con diversas tostas a la vista con las que podíamos satisfacer nuestros estómagos. Cuatro para cada uno y unas cervecitas nos sirvieron de cena.
La vuelta al hotel esta vez lo hicimos por el camino mas corto, es decir por el antiguo viaducto. Apenas nos cruzamos con dos o tres viandantes hasta que llegamos al hotel en la zona conocida como El Ensanche y directamente a la cama. A la mañana siguiente nos esperaba la visita concertada con la Oficina de Turismo de Teruel a las 12 de mediodía.
Salimos del hotel a eso de las 11 de la mañana después de desayunar y sin prisa alguna. Teníamos la cita previamente concertada con la Oficina de Turismo a las 12 para que nos llevasen a recorrer por el exterior los principales monumentos y atractivos de la ciudad durante aproximadamente hora y media. No obstante y como el requisito para efectuar esta visita era al menos formar un grupo con seis personas y dado que la distancia desde el hotel apenas llevaba 10 minutos andando, nos adelantamos a la hora prevista para asegurarnos que se iba a hacer y ver algo por nuestra cuenta.
Nos dirigirnos por la calle José Toran para que caminando por el viaducto viejo adentrarnos en la parte vieja de la ciudad. La mañana era reluciente y con una más que agradable temperatura, por lo que al contrario que en la noche anterior numerosos viandantes paseando o personas haciendo footing o running nos acompañaban. En la parte final de esta calle y antes de adentrarnos en el viaducto nos econtramos con un pequeño jardín en cuyo centro se encuentra el Monumento a Jose Toran de la Rad levantado por Victorio Macho y costeado por suscripción popular en 1935. Ingeniero de Caminos, Alcalde de la Ciudad en los años veinte y autor de La Escalinata de la que escribiré en un posterior capítulo.
Apenas unos metros mas adelante, nos adentramos en el conocido Viaducto viejo de Teruel en la actualidad totalmente peatonal. Obra del arquitecto Fernando Hué de la Barrera e inagurado en 1929. Fue construído para salvar la gran depresión de la Rambla de San Julian por la que entonces se accedía a la ciudad desde Sagunto (Valencia). Tiene una altura máxima de 34 metros siendo muy similar al que existe en la calle Bailen de Madrid, solo que este último tiene una altura de 23 metros.
Poco después de abandonar el viaducto y a escasos metros en medio de un pequeño jardín antes de entrar a la ciudad antigua, nos encontramos con el grupo escultórico El Toro, La Estrella, El Ángel y El Vaquillero, símbolos de la fundación de la ciudad y de la fiesta la Vaquilla del Ángel. Es obra del escultor José Gonzalvo y fue inagurado el día 6 de julio de 1985. La fiesta indicada debe celebrarse según la tradición el segundo domingo después de San Pedro y el más próximo a San Cristóbal. Estan dedicadas al Santo Ángel, patrono de la ciudad. Consisten, ademas de en pasacalles, verbenas, bailes etc., en soltar a un Toro ensogado que recorre las calles de la ciudad entre los quiebros de los mozos y no tan mozos. Según me han informado esto es el lunes posterior al domingo de comienzo de las fiestas.