Dejamos atras la torre de El Salvador para dirigirnos al Paseo de óvalo y terminar la visita guiada en Las Escalinatas. Obra de José Torán fueron construÍdas entre 1920 y 1921 e inauguradas el 5 de junio de este último año, salvando el desnivel de 17 metros que existe entre la estación y el centro de la ciudad contando con 140 escalones.
Están construídas en estilo neomudéjar con toques modernistas, siendo del primero los ladrillos y cerámica vidriada y del segundo la forja de las farolas. En las mismas se pueden observar dos partes bien diferenciadas. Una totalmenter recta hasta parte media alta y desde aquí dos alas curvas hasta el Paseo del Óvalo. Justamente donde parten estas últimas nos encontramos con un gran relieve o mural obra de Aniceto Marinas, dode el artista refleja la escena del beso de Isabel de Segura a Diego Mmarcilla donde muere de amor.
En esta parte despedimos a la guía para bajar las escalinetas y observarlas desde la parte de abajo. Una vez allí y hacer las correspondientes fotografías empecé a sudar, no por el calor sino de pensar que tenía que subir todos aquellos escalones, menos mal que mi curiosidad me llevó a ver como salía una persona de un hueco existente en la parte izquierda, nos asomamos para ver que era y con sorpresa nos dimos cuenta que en aquel lugar existían dos ascensores que te llevaban al Paseo anteriormente citado. Una auténtica delicia.
Una vez arriba, recordé de casualidad que mi hermana me había dicho que en su visita a Teruel habían tapeado en lugar bastante bueno justo enfrente a las escalinatas. Curiosamente en el lugar existían cuatro o cinco terrazas pero fue bastante fácil dar con el lugar a pesar de no acordarme del nombre. De las terrazas que teníamos a nuestra disposición , solo una estaba llena de gente y como dice el refrán "¿a donde va Vicente?, donde va la gente", nunca mejor dicho. Menos mal que eran la una y quedaba alguna mesa donde sentarnos, si tardamos un poco más hubiésemos tenido que esperar una eternidad, ya que pocos minutos después empezaron a llegar comensales que tenían que coger número en un dispensador colocado al efecto igual que en los que hay en las tiendas o supermercados y esperar hasta que llegase su turno. En mi vida había visto algo igual en un restaurante, pero funcionaba a pesar que entre los habituales se dejaban las mesas unos a otros.
Una vez terminado de comer continuamos ya por nuestra cuenta con una pequeña visita a la ciudad. Lo primero que hicimos fue dirigirnos a a Plaza de El Torico por la calle Nueva y pasar de nuevo por la Torre de El Salvador que aunque ya estaba abierta la visita pasamos de largo, nos apetecía más ver el Mausoleo de Los Amantes, Torre e Iglesia de San Pedro y el interior de la Catedral, visitas que ya describí en capítulos anteriores.
Continuando por la Calle Joaquín Costa desde la Plaza del Torico, llegamos hasta la Ronda Dámaso Torán para girar a la izquierda y encontarnos con el Acueducto-Viaducto de los Arcos de estilo renacentista. Obra de Pierres Vedel iniciándose sus obras en 1537. El propósito de esta obra era conducir las aguas del manatial de la Peña del Macho a unos 4 kilómetros de la ciudad por la parte superior, y a su vez porla parte inferior del mismo facilitar el tráfico vial.
A unos pocos metros de esto nos encontramos con resto de las murallas y el TORREON DE LA BOMBARDEA. Dejando atrás la Ronda Dámaso Torán continuamos por la Ronda de Ambeles y observar quizás el más famoso torreón existente en la ciudad conocido como Torreón de Ambeles, construído con planta de ocho puntas del que se cree que se encontraba adosado al Alcázar Real, según la historia se construyó entre los años 1475 y 1525.
Continuamos caminando pero ya con paso ligero que aunque todavía quedaba una hora de sol se había levantado un viento bastante intenso y la temperatura había bajado bastantes grados. Por desgracia habíamos dejado las rebecas en el hotel. Con razón nos dijo la guía que habíamos tenido una mañana muy agradable, pero que el tiempo en esta ciudad a esta época del año no era muy habitual.
Unos metros más adelante y casi tiritando de frío, nos encontramos con el Torreón de San Esteban, encajonado entre edificios y en su interior un restaurante.
Las ráfagas de viento eran ostensiblemente en ocasiones violentas y sobre todo al pasar por Viaducto antiguo de vuelta al hotel donde pensábamos cenar. Nuestro gozo en un pozo, tanto la cafetería como el restaurante estaban totalmente llenos y después de esperar varios minutos, viendo que no nos hacian ni puñetero caso, decidimos irnos a un lugar cercano que ya habíamos observado la noche anterior llamado La Vendimia, donde una señorita bastante educada y con arte nos sirvió unas tapas y cervecitas.
Después de un día agotador, un profundo sueño nos llevó a la mañana siguiente que después del desayuno tomamos el coche para volver a Madrid, cosa que hicimos en apenas tres horas llegando justo para comer. Había sido un fin semana maravilloso pero que se me hizo corto. Un día más no habría estado mal.
Desde aquí de nuevo quiero agradecer a todo el personal de la Oficina de Turismo y a páginas WEB como por ejemplo TERUELTIRWAL y otras que me han ayudado el comentar algo sobre una ciudad encantadora. Si hay algo que he aprendido es que ¡¡¡¡TERUEL TAMBIEN EXISTE!!!!.