Habíamos salido de Montpellier a una hora prudencial, serían las nueva y media de la mañana y en recorrer los 427 kilómetros que nos separaban de Les Arcs 1800 podrían suponernos unas seis horas contando con nuestra visita Pont Du Gard. Con lo que no contábamos era que con dos accidentes en la A-9, uno en cada sentido que nos costaría cerca de dos horas y media el recorrer los 80 kilómetros que separan Montpellier de Pont du Gard en la localidad de Remoulins.
Por fin llegamos a este último lugar, por cierto que se trata de uno de los puntos más turísticos de Francia. En el mismo nos esperaban unos inmensos aparcamientos que aunque indicaban que dejar el coche costaba 6 euros, en esta época del año nos salió gratis. La verdad es que no había para nuestra suerte gran afluencia de público.
Después de aparcar y de dejar atrás la enorme zona comercial existente, en esta época medio vacía, nos dirigimos por un camino embaldosado hasta llegar al viaducto.
El mencionado viaducto es la única parte visible del conducto mandado construir por el emperador Augusto y su yerno Agruipa en el 19 aC para abastecer de agua a la ciudad de Nimes conduciéndola desde la Fontaine d'Euro en Uzés durante un recorrido de cincuenta kilómetros.
El Pont du Gard se tuvo que construir para salvar la escesiva pendiente existente en la travesía del rio Gard que es uno de los más rápidos y traicioneros de Francia. El acueducto en cuestión está compuesto por tres niveles de arcos con una altura de 47 metros. El primer nivel consta de seis arcos de 15 a 24 metros de ancho, siendo el más grande el que abarca todo el rio. El segundo nivel lo conforma 11 arcos que presentan las mismas dimensiones, y el tercer nivel lo compone 35 arcos más pequeños.
Durante los últimos años el estado francés se ha gastado una verdadera fortuna en su restauración, siendo declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1986.