Dejamos el hotel en Orleans mas o menos a las nueve y media de la mañana despues del pobre desayuno que nos ofrecieron en el mismo, aunque suficiente para mantener el estómago abastecido para unas horas. Mi gran preocupación a pesar de que la distancia entre Orleans y Brujas es mas bien corta, aproximadamente 420 kilómetros, era atravesar Paris por la carretera de circunvalación.
Mi temor se confirmó, más de una hora desde que penetramos a las afueras de Paris hasta que por fin pudimos coger la A1 que nos llevaría a Brujas. Sin embargo nos podíamos dar con un canto en los dientes, en sentido contrario observamos que decenas de kilómetros con coches atascados que apenas avanzaban.
Por fin liberados de esto y a eso de la una de la tarde todavía en territorio francés, paramos en una estación de servicio para repostar combustible y llevarnos a la boca algo de comer que como siempre por estos lares consiste en una bagette con quesos, pollo o vegetal al igual que los sandwiches de pan integral e igual catadura, es decir poco donde elegir y precios un poco elevados, pero es lo que hay como las lentejas que si las quieres comer las comes, y si no las dejas. Sin embargo en honor a la verdad las máquinas expendedoras de café, en las "Estaciones de servicio TOTAL" merecen todo mi aprecio. Por 1,70 euros te tomas un Capuchino con caramelo que quita el hipo ¡sensacional!. A partir de esta parada tomo el volante Rodrigo y la lluvía que nos había acompañado se fue esfumando poco a poco.
Por fin llegamos a Brujas a eso de las tres o tres y media de la tarde y el GPS nos llevó directamente al Hotel Academie situado en la calle Wijngaardsetraat a pocos minutos andando del centro de la ciudad. Hotel construido en un antiguo edificio pero respetando la fachada, presenta en su interior una moderna construcción y amplias y cómodas habitaciones. Tan solo un objeción, el parking es tan pequeño que cuando nos registramos nos indicarón que no tenían ninguna plaza libre, nos obstante con educación exquisita nos recomendaron un parking público situado a pocos metros pero que para su acceso había que dar un pequeño rodeo por aquellas calles estrechas. Aparcamos como pudimos sobre la estrecha acera para descagar el equipaje necesario y subirlo a la habitación, mientras que Rodrigo se aventuraba a encontrar el parking indicado, cosa que encontró sin ningunn problema y además mas económico que el del hotel, que si este costaba por dia 18 euros el otro tan solo eran 12 euros. Como se diría, no hay mal que por bien no venga.
Después de todo esto nos dispusimos a visitar el centro de Brujas entre nubarrones que presagiaban lluvia.
Nos dirigimos por la calle Katelijnestraat para primero visitar la Iglesia de Nuestra Señora, una de las prioridades de Amparo a la hora de ir a Brujas para contemplar la escultura de la Virgen con el Niño de Miguel Angel. Caminado por esta calle por cierto bastante comercial, nos encontramos a nuestra derecha con el Museo del Diamante, que por cierto a estas horas se encontraba cerrado, cosa que tampoco nos importó demasiado pues estas piedras estan fuera del alcance de nuestros bolsillos, simplemente era pura curiosidad.
Continuamos andando hasta llegar al encuentro del primer canal que veríamos en la ciudad. Las vistas desde el puente de las casas pegadas al agua era excepcional, lo cual provocó que me parase para sacar alguna fotografía desde allí a pesar de las reprimiendas de Amparo y Rodrigo que me gritaban que como siempre íbamos con el tiempo pegado al culo, eran las 16,15 horas aproximadamente y la iglesia cerraba a las 17,00 horas, a pesar de esto pensé que la Virgen y el Niño nos podían esperar. Era superior a mis fuerzas.
Por fin terminé de cruzar el puente cuando a nuestra derecha nos encontramos con con Sint-Janshospitaal (Hospital de San Juan), edificio del siglo XIII donde se atendía a enfermos, viajeros y peregrinos. Lo más llamativo del mismo es observar como sus paredes se hunden en canal antes mencionado, aunn no me explico como sus cimientos lo mantienen en pie. Solo me dio tiempo a tomar algunas fotos de su fenomenal portada y de la sala de entrada.
Desde este lugar pudimos divisar la impresionante torre de ladrillo que con sus 122 metros se trata de la segunda con mayor altitud del mundo construida con este material. Bastante difícil de fotografiar en su plenitud debido a la estrechez de la calle y a las casas que la rodean.
Reunido otra vez con Amparo Y Rodrigo, nos dispusimos a adentrarnos por una bonita Portada en la Iglesia de Nuestra Señora para disfrutar de su interior. Nuestro gozo en un pozo. La nave central estaba en plena Rehabilitación tapada desde el techo hasta el suelo con gran manto blanco que hacía imposible visualizar lo que se encontraba detrás del mismo, por lo que nos tuvimos que conformar con dar un pequeño paseo por lo transtitable.
Poca luz entraba por los ventales que quedaban al descubierto, aun así lo que mas me llamo la atención fue el impresionante púlpito del siglo 18 realizado por el nativo de esta ciudad Jan Garemijn junto otros artistas de aquí. Se encuentra decorado con medallones de los cuatro padres de la iglesia latina y sobresale ante todo la escultura que culmina la parte superior de La Verdad.
Terminada esta breve visita, nos dirigimos otra vez a la entrada para adentrarnos antes de salir a la calle en el pequeñoo museo donde se encontraba el verdadero deseo a la hora de visitar este edificio que era ver la Madonna de Brujas o lo que es igual la Virgen con el Niño esculpida en mármol blanco por Miguel Angel alrededor de 1504. Aunque la entrada a la iglesia es libre, a la hora de ver esto junto con otras obras de arte costaba dos euros, mereciendo la pena pagarlos.
Como de costumbre nos quedamos los últimos y a nuestra salida cerraron la puerta de acceso. Nos quedaba apenas media hora para ir a visitar la Catedral de San Salvador.