Saliendo del restaurante y escasos metros casi esquina con la PLaza Mayor, nos encontramos con la Capilla de la Tercera Orden construída sobre el solar donde antes se erigía la Iglesia del Santo Sepulcro de la orden de San Juan y eminemente relacionada con los Templarios. Se trata de una construcción del siglo XVIII al estilo neoclásico cuyo proyecto se debe a Ventura Moiños de la cual destaca su pórtigo con preciosas columnas y rejas de hierro forjado.
Retornamos nuestros pasos para pasar de nuevo por la PLaza Mayor y dirigirnos hacia la calle San Juan, en la que comtemplariamos otras dos joyas de la ciudad.
La primera fue la Iglesia de San Agustin que perteneció en la antiguedad a la orden de los Agustinos como convento construido a finales del siglo XVI, siendo una donación de la familia Garcilópez de Chaves. De estilo gótico tardío, destaca en su exterior las ventanas renacentistas, escudos de la familia citada y la Imagen de San Agustín sobre la entrada de arco de medio punto.
Situada casi al frente de la mencionada iglesia, nos encontramos con la Casa de los Vázquez actual sede de una oficina de Correos. Construcción del siglo XVI y restaurada en 1923, algunos de sus elementos fueron traidos del convento de San Francisco. Destaca sobre todo su Portada Gótica en forma de ángulo y el Escudo de Armas de la familia en diversas partes de la fachada.
Continuando por la calle San Juan, dirigimos nuestros pasos hacia la muralla y la Puerta de Santiago, pasando por la plaza Campo de Carniceros en la que se encuentra una piedra grabada que me pareció que correspondía con un Símbolo Templario. Esta puerta es una de las dos más antiguas de la ciudad junto a la Puerta del Conde. Se trata de una puerta en la parte sur construida problamente entre los siglos XIII o XIV a la que se le añadieron en 1652 la barbacana, foso y puente levadizo. Estas tres partes fueron destruidas en 1705 durante la Guerra de Sucesión Española.
Traspasando esta puerta y apenas unos metros más adelante, nos encontramos con la maravillosa vista del llamado Puente Mayor sobre el Río Agueda. Según los historiadores en su origen fue una construcción romana, aunque en la actualidad no tiene algún rastro de los mismo. Lo que se puede apreciar del mismo, es en parte medieval y otra del siglo XVI.
Después de unos breves minutos contemplando este paisaje, subimos de nuevo para observar de carca una parte de las Murallas de la ciudad, empezadas a ser construidas en tiempos del Rey Fernando II de León en el siglo XII probablemente sobre unos antiguos muros romanos, aunque la mayor parte de las mismas que se pueden observar corresponden a los siglos XIII-XIV.
Volvemos nuestros pasos por la calle San Juan para desviarnos hasta la Plaza Cristóbal de Castillejo, donde íbamos a encontrar otras dos construcciones dignas de ver en la ciudad. Se trata de la Iglesia de San Pedro y San Isidoro, situada frente a frente con el Convento de las Franciscanas Descalzas.
Iglesia de San Pedro y San isidoro se trata de una construcción románico-mudéjar del siglo XII aunque de este estilo solo queda uno de los ábsides de la cabecera y una parte del muro norte. El edifico en cuestión ha sufrido múltiples reformas en los siglos XVI, XVIII y XX, por lo cual es un compendio en la actualidad de diversos estilos arquitectónicos como el mencionado anteriormente, otra gótica para terminar en la portada neoclásica que vemos.
Frente a esta iglesia nos encontramos con el edificio del Convento de Las Franciscanas Descalzas. El convento fue fundado por Catalina Enriquez, hija del Marqués de Cerralbo. Fue ordenado construir por el obispo fray Gregorio Téllez en 1739 bajo la dirección de Manuel de Larra Churriguera que tambien intervino en la terminación de la Catedral nueva de Salamanca. Destaca por su belleza la gran portada barroca sobre la que existe una gran relieve en piedra con el Escudo de las armas reales y una estupenda incustración de un escudo ovalado con el Símbolo del Corazón de Jesús.
El tiempo se nos echaba encima y teníamos que partir a nuestro destino en Esposende, lo cual supondría otros 310 kilómetros de conducción y sin conocer la parte de Portugal por donde íbamos a entrar. No obstante y para llegar a donde habíamos dejado el coche, hicimos una incursión por la Calle del Toro hasta llegar a la Plaza del Conde. Plaza de grandes dimensiones y peatonal pero de un trazado un tanto especial ya que es como en forma de ele.
En la misma nos encontramos con tres edificios espectaculares como son:
Palacio de Montezuma o tambien llamado Casa de Los Cornejos, en la actualidad se trata de la Casa de la Cultura de la ciudad. Edificio sobrio y sencillo de finales del siglo XVI o principios del siglo XVII con apenas florituras exteriores. Sin embargo cabe resaltar su puerta adintelada y sobre ella el Escudo en piedra de Los Cornejos.
A escasos metros de este edificio y en la misma plaza, observaremos el Palacio de los Ávila y Tiedra. Construído a finales del siglo XV fue promovido por el alcalde entonces de la ciudad Francisco Hernández de Ávila. En el mismo destaca la portada con columnas torsas rematadas en su parte superior por leones. Igualmente en esta puerta principal se aprecia un gran Escudo de la familia y una inscripción con letras rojas la palabra Barrientos, canónigo doctoral de la catedral en la mitad del siglo XVI. El edificio en cuestión es de propiedad privada perteneciendo al Conde de Montarco.
Para terminar el recorrido por esta plaza antes de ir a la calle Madrid y atravesar la Puerta del Conde, nos encontramos con el Palacio del Conde de Alba de Yeltes, que en la actualidad alberga a la entidad financiera Caja Duero desde 1945. El edificio se reconstruyó en el siglo XVII a partir de otro exisitente del siglo XVI construido por los Nieto Silva.
En la portada de arco de medio punto y entre dos columnas se puede ver en la parte superior los Escudos de la familia Nieto de Silva, Pacheco y Guzmán . A mediados del siglo XVIII se utilizó tambien como cuartel.
Con este capítulo termino nuestro recorrido por la majestuosa Ciudad Rodrigo aunque por desgracia nos quedaron muchas cosas por conocer pero que espero poder hacerlo cuando un día volvamos.
Una vez montados en el vehículo de nuevo instalamos el GPS y partimos hacia la frontera de Portugal en medio de una intensa lluvia que desapareció en el pueblo fronterizo de Fuentes de Oñoro donde repostamos combustible. La condución a partir de aquí y por autopista (de pago) fue bastante tranquila hasta llegar al puente que existe entre Vila Nova de Gaia y Oporto. En este lugar la circulación se convirtió en muy densa, quizás porque era sábado. Pasado esto y después de dar muchas vueltas por Esposende para encontrar el Resort Club Pinhal Da Foz, nuestro hospedaje durante los próximos 6 días, lo conseguimos. El imprescindible registro, bajada y colocación del equipaje, rápida ducha y encontrar un sitio para cenar pues eran cerca de las 10 de la noche.