El Largo da Oliveira para contemplar la formidable Colegiata de Nuestra Señora de la OLiviera, el Padrão del Salado y el Museo Alberto Sampiao.
El hambre arreciaba y nuestros estómagos agradecerían recibir algo de alimento, en estas estábamos cuando al ir caminando por la Rua Rainha Dona Maria II esquina con el último Largo mencionado, encontramos un pequeño bar-restaurante del que por desgracia no me acuerdo de su nombre, que satisfizo nuestros deseos. Unas ensaladas, una especie de panes rellenos y una cervezas, nos dejaron como nuevos para proseguir nuestra visita. ¡Se me olvidaba!, por supuesto un café, bebida que los portugueses la toman a todas las horas.
Una vez listos y abandonando el establecimiento, nos encontramos frente a frente con el Padrão del Salado. Templete de estilo gótico que alberga el Padrão (monolito de piedra con una cruz en su parte superior), levantado por Alfonso IV de Portugal para celebrar la victoria de la Batalla del Salado en 1340 junto a las tropas del Rey Alfonso XI de Castilla sobre los benemerines, últimos norteafricanos que trataron de volver a ocupar la Península Ibérica.
Enfrente a este templete y a escasos metros nos encontramos con la Colegiata de Nuestra Señora de la Oliveira. Perteneciente a un monasterio fundado por la Condesa Mumadona en el año 949 y reconstruída a finales del siglo XIV por orden de Joao I como consecuencia de una promesa que hizo el mismo a la Virgen de la Oliveira por su victoria junto con las tropas inglesas en la Batalla de Aljubarrota en agosto de 1385 contra las tropas castellanas comandadas por el Rey Juan I de Castilla. Esta victoria consolidó a Joao I como rey de Portugal. Es de estilo gótico con Interior de tres naves con poquísima luminosidad.
Adosado a esta Colegiata y a su pequeño Claustro, se encuentra el Museo Alberto Sampiao en cuyo interior podremos observar diversas Tallas y retablos de los siglos XIV, XI y XVI. Una bellísima colección de la que cabe resaltar la de la Virgen dando de mamar al Niño. Una talla que a parte de su perfección nos sorprendió porque nunca habíamos visto a la Virgen de una manera tan humana y sencilla como amamantar a su bebé.
Terminamos esta visita casi a media tarde y nos decidimos por continuar hacia el Castillo y su entorno no sin antes intentar aparcar aunque fuesen tan solo unos minutos en el Largo República de Brasil y ver aunque solo por fuera de la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación y Santos Pasos, conocida tambien como Iglesia de San Gualter, Patrono de la ciudad cuyos huesos se encontraron en la cercana iglesia de San Francisco durante su rehabilitación. Tuvimos suerte y aunque con el coche en doble fila me dió tiempo a sacar unas cuantas fotografías.
Se trata de una construcción de finales del siglo XVIII diseñada en un principio por André Soares pero teminada en el siglo XIX por Pedro Ferreira el mismo que la añadió las Dos impresionantes torres que se ven desde casi toda la ciudad. Por lo que pude percibir en el escaso tiempo que estuve, se trata de una iglesia de planta rectangular y se accede a la misma por una bonita Escalinata con balaustrada.
A toda prisa por si el coche molestaba a alguien, arrancamos y nos dirigimos al Castillo situado en lo alto del Monte Latito. Dejamos el coche en la parte trasera del mismo a una lateral del precioso espacio verde que rodea a esta construcción. Desde allí mismo pudimos ya observar el conjunto y su impresionante Torre del Homenaje con sus 28 metros de altura. Andando por los senderos habilitados al efecto, llegamos a la puerta principal del mismo.
El Castillo de Guimarães conocido como Castillo de Sao Mamede, fue construido en el siglo X a iniciativa de la Condesa Mumadona Dias como defensa del Monasterio que había fundado un poco mas abajo. Nos adentramos en el recinto para recorrer algunos de sus pasadizos, puente elevado, para terminar subiéndonos a lo alto de las Murallas y de alguna de sus siete torres, sin dejar de hacerlo por supuesto a la Torre del Homenaje. Poco mas de media hora tardamos en hacer la visita, aunque las piernas sufrieron un poco de tanto subir y bajar escaleras.
Salimos del recinto y nos dirigimos a la Capilla de San Miguel. Se trata de una pequeña y humilde iglesia construida en los siglos XII-XIII donde según la tradición, fue bautizado Afonso Henriques primer rey de Portugal, cuya Pila bautismal se puede ver allí. En un principio sirvió como Capilla Real e Iglesia Parroquial.
Unos metros más abajo de la Capilla de San Miguel, nos encontramos con la Escultura de Afonso Henriques obra del escultor portugués Soares dos Reis, y a nuestra derecha el Palacio de los Duques de Bragança. Construcción del siglo XV, que por desgracia ya estaba cerrada al público por el horario. Su exterior impresiona a cualquiera por su esbeltez y el entorno que la rodea.
Terminamos nuestra visita a Guimarães en este lugar con una ligera llovizna que nos hizo aligerar nuestro paso hacia el coche para retornar al apartamento en Esposende. Seguramente nos dejamos muchas cosas preciosas por ver de esta linda ciudad, con el deseo de poder volver a ella pero que seguramente no podrá ser. Lo malo de ser viajeros, es que te encantaría estar en muchos lugares a la vez pero es imposible.
Llegada al apartamento después de que se fuese el sol. Cena liviana y como siempre un hasta mañana.