Al contrario de otros lugares de este viaje que no teníamos ni pajolera idea que visitar, en Oporto casi lo llevábamos muy preconcebido. Habáamos dedicado varios días en leer guias de viaje en papel y por internet.
El día era bastante gris pero sin lluvia por lo que el viaje fue sin incidencia alguna, con la suerte de encontrar un parking subterráneo de pago justo al lado de donde prentendíamos ir, es decir a la Torre de los Clérigos y a escasos metros de la Librería LELLO E IRMAO, otro de los lugares a visitar.
Salimos al exterior y nos encontramos con aquela impresionante Torre de 76 metros de altura adosada a la iglesia. La verdad sea dicha me temblaron las piernas cuando al sacar los tickes para visitar la iglesia y la torre, nos mencionaron que teníamos que subir alrededor de 225 escalones, pero en esto esta la gracia aunque te fastide, hay que padecer para conocer. La mencionada torre se empezó a construir en 1754 y se concluyó en 1763 siendo realizada totalmente en granito.
A la entrada nos encontamos con una pequeña pasarela y torno que conducían a una estrecha escalera de de caracol a cuyos pies teníamos que esperar a que todas las personas que hubiesen subido en el anterior turno bajasen para poder subir, cosa totalemte lógica viendo su estrechez.
Por fin subimos y arriba las vistas de la ciudad eran imponentes, teníamos a nuestos pies la ciudad de Oporto, pero entre una diversidad de turistas que medio nos empujábamos en la pequeña circunferencia que existe como mirador, tratando de obtener un buen lugar para poder sacar algunas fotografías. De entre las numerosas vistas que existen, dos son las que mas me dejaron huella.
La Catedral con su Palacio Episcopal y como fondo el antiguo Monasterio de la Sierra del Pilar, en la actualidad sede del Regimiento de Artillería del Ejército Portugués, y la otra la Torre del Ayuntamiento de Oporto que luego visitaríamos.
Después de bajar, que para mi supone más esfuerzo que subir, nos dirigimos a ver la Iglesia del mismo nombre con una fachada bastante decorada. Se trata de una construcción de estilo barroco y obra del arquitecto y decorador toscano Nicolau Nasoni que fue erigida entre los años 1732 y 1779. Como comentario he decir que el mismo, realizó la obra gratuitamente por encargo de la Hermandad de los Clérigos pobres, que actuaban como protectores de sacerdotes y aspirantes a lo mismo.
A nuestra entrada a la iglesia, lo que más nos sorprendió fue la planta de forma elíptica que no es muy habitual encontrar en otras constucciones religiosas. Del interior aunque un poco sobrecargado a mi gusto, destacaría la bóveda revestida de mármol, en cuyo centro nos encontamos con un escudo de granito con las Siglas AM (Ave María), y el formidable sagrario.
Una vez terminada estas visitas nos dirigimos a la Libreria Lello e Irmao distante apenas 150 metros en la Rua dos Carmelitas.
Por fin nos encontrábamos frente a la famosa LIBRERÍA LELLO E IRMÃO, para muchos la más bonita de Europa y la tercera del mundo.
El edificio que la alberga es una construcción neogótica realizada por Xavier Esteves e inagurada el 13 de enero de 1906. La fachada esta formada por un arco rebajado con una entrada principal a cuyos laterales se encuentran dos escaparates a modo de expositores. En la parte superior del arco, nos econtramos con un ventanal triple y a ambos lados del mismo con las figuras pintadas por José Bielman, que representan el Arte y la Ciencia.
Por fortuna para nosotros, esa mañana a nuestra llegada la afluencia de visitantes era mas bien escasa, apenas 5 ó 6 personas se encontraban en el interior, cosa que agradecimos. La sensación tras pasar el umbral de la puerta fue especial, no por que fuésemos a encontrar algún libro en especial, sino por su decoración y distribución de las estanterías que me evocaban inmojarables recuerdos de las librerías existentes en la Calle de "Los Libreros" en Madrid en los años 60's & 70's y anteriores, donde acudíamos los estudiantes a vender libros de texto y a comprar otros de segunda mano, ya que la economía no daba para más. Maravillosos recuerdos que me vinieron a la mente y sobre todo la Librería "LA FELIPA", regentada por una mujer de carácter bastante fuerte pero que sabía lo que hacía. ¡Que lástima que todo esto se haya perdido!. Por supuesto que al decir que me evocaba recuerdos no quiero decir que la decoración fuera igual, sino que el ambiente que respiaraba se parecía muchísimo.
En la Planta baja se aglutinaban los periódicos y revistas del día junto con los libros más recientemente publicados, junto con otros más antiguos ubicados en las estanterías que tambien albergan los bustos de afamados nombres de la literatura portuguesa por obra del escultor Romão Júnior.
De repente y a escasos metros de la entrada nos encontramos con la famosa escalera. Extremadamente cuidada, en su primer tramo es un paso ancho que sirve para bajar y subir, a partir del mismo, las escaleras se convierten en dos, una a la derecha y otra a la izquierda pero que conducen al mismo lugar, la planta superior.
Lo primero que nos saltó a la vista cuando ya nos encontramos en esta planta, fue su vidriera a modo de techo que daba luz al interior. En la misma se puede apreciar ostensiblemente el lema mundialmente conocido de esta librería "DECUS IN LABORE" que más o menos significa "DIGNIDAD EN EL TRABAJO". Esta luz proviniente del exterior, junto con algunas lámparas halógenas de pocos watios daba al conjunto un lugar acojedor. Rincones tan simples como una cafetera, que se puede usar previo pago, unas sillas confortables para tomarlo tranquilamente mientras lees y una antigua máquina registradora, hacen un lugar irrepetible.
Lastimosamente y sitiendo verguenza ajena, al cabo de mas o menos media hora, un autobús repleto de turistas españoles que no viajeros, hicieron su desembarco en esta librería. Todo lo que antes era silencio, se convirtió de reperente en un auténtico espectáculo bochornoso por no poner otro adjetivo. Empujones, vocerío, flashes a diestro y siniestro hicieron de aquel lugar una auténtica locura. Los empleandos que hasta entonces era personas cordiales y educados, se convirtieron en auténticos leones. No me extraña, la paciencia tiene un límite y esto dia tras dia te debe llegar a agotar la paciencia.
Dejando el coche en el parking, lugar presublimemente seguro, nos dirigimos por la Rua dos Clerigos a la Plaça da Liberdade apenas distante 350 metros. Menos mal que era cuesta abajo porque mis piernas empezaban a flaquear después de la subida bajada a la Torre.
A los pocos minutos nos econtramos en el epicentro de la ciudad, sería como en Madrid la Puerta del Sol. Un gran monumento ecuestre a D. Pedro IV fue lo que primero vimos, es obra del escultor belga Antonie Calmels de 1866. Sin embargo lo que mas nos llamó la atención fue la escultura dedicada al Repartidor del Correo y Periódicos, bastante original, obra del escultor Manuel Dias.
Después de los correspondientes minutos dedicados a contemplar esta plaza, nos dirigimos a la Avenida de los Aliados que se encuentra a continuación. Especialmente ancha, con un gran espacio central peatonal con bancos para sentarse y descansar, a sus laterales tiene para los vehículos una calzada de subida y otra de bajada. Las Construciones que la delimitan son todas de finales siglo XIX o principios del XX.
En esta gran avenida aparte del edificio del Ayuntamiento, mis retinas aún recuerdan dos grandes estampas. La primera es la de una escultura de una mujer desnuda como alegoría a la Juventud y obra de Henrique Moreira. La segunda el imponente Edificio del Banco de Portugal.
Continuamos andando por la mencionada avenida, hasta llegar al impresionante edifico del Ayuntamiento (Paços do Concelho). Construcción proyectada por Antonio Correira da Silva en 1920 y terminada de construir e inagurar en 1957. Edificada en granito y mármol lo que más destaca aparte de su ubicación realmente excepcional, es la Gran torre de 70 metros de altura en cuyo centro superior podemos admirar un Reloj de Carrillón. Frente a su portada principal, nos econtraremos con un estanque y la escultura del Poeta Almeida Garreti obra de Barata Feyo en 1954.