Después de la visita al exterior del Ayuntamiento, nos dirigimos a la derecha de la fachada principal para continuar por la Rua Formosa hasta desembocar en Rua Sá da Bandeira (perpendicular a la anterior) y visitar otro de los puntos imperdibles de la ciudad, el "Mercado do Bolhão" que aunque no se compre nada merece visitarlo.
Se trata de un amplio edificio al estilo neoclásico con un gran patio interior y dos plantas de altura. No espereis encontraros con ninguna maravilla, simplemente con un mercado antiguo cuya conservación por lo menos cuando lo visitamos tení bastante que desear y no se si lo han rehabilitado. En este lugar nos encontramos con vendedores que aún sobrevivian a los aires modernos. Gentes sencillas y humildes que pregonaban las virtudes de sus artículos, como resistiéndose a ser engullidos por el empuje del consumismo actual y que se aferraban a la tradición. Según me han informado en el 2019 se encuentra en plena remodelación.
Terminamos de comer en el Café Turista y saliendo a la Rua Sá de Bandeira, continuamos bajando por la misma que por cierto es casi paralela a la Avenida dos Aliados, llegamos a la Praça de Almeida Garret donde el edificio inconfundible de la Estación de SAO BENTO nos esperaba. La primera impresión fue el recordar algunas construcciones de las ciudades francesas por el exterior.
La estación de Sao Bento es la principal de Oporto, de ella parten y vuelven los trenes que unen esta ciudad con otras importantes del país y de España, aunque los más frecuentados son los que trasladan a la zona del norte. La verdad es que su fachada de por si impresiona, pero lo que nunca se debe de hacer es no entrar a su interior aunque no se tenga que coger el medio de transporte a la que esta dedicada.
Su construcción aunque ya llegaban trenes anteriormente, fue realizada por el Arquitecto Marqués da Silva a principios de 1900 sobre el solar que acogía el Monasterio de San Bento, destruido por un incendio algunos años antes siendo inaugurada en 1916, aunque un grabado en uno de sus paredes aparece el año 1910.
Una vez visitados los Andenes y volviendo al Vestíbulo, nos dimos cuenta que nos encontrábamos ante un gran museo. Por desgracia para nosotros estaban en restauración, sin embargo pudimos contemplar el inmenso Panel del Mosaico que adornaban sus paredes, aunque fuese parcialmente. Se trata de un trabajo obra de Jorge Calaço compuesto de 20.000 a 22.000 azulejos, en los que intenta retratar a mi entender con gran gusto y estilo algunas escenas de la historia de Portugal y la evolución del transporte en el país. Prodigioso trabajo que merece una visita.
Dejamos la estación de Sao Bento para dirigirnos desde la Praça Almeida Garrett a la Avda. Dom Alfonso Henriques y continuar hasta Calçada Vandoma encontrándonos con el Lateral de la Catedral.
La primera vista que tuvimos aparte de la fachada mencionada, fue la Escultura ecuestre de Vimara Peres obra de Salvador Barata en 1968. Según la historia, Vimara fué un caudillo de la vecina Galicia que reconquistó Oporto entonces a manos de los mulsumanes, en el año 868.
Continuamos caminando algunos metros para encontrarnos en medio de una gran plaza. Frente a nosotros la fachada principal de la Catedral, a la izquierda la Torre medieval conocida como Torre Pitões o Torre da Rua de Dom Pedro Pitões, descubierta durante unas excavaciones recientes de la que cabe destacar un balcón estilo gótico, declarada Patrimonio Mundial y a la derecha El Palacio Episcopal.
Más o menos en el centro de la plaza, nos encontramos con uno de los signos más peculiares de la Península Íbérica y que fue igualmente llevado a la zona de Brasil. Se trata del Pelurinho o Rollo de la Justicia, donde eran colgados los convictos declarados culpables en un juicio.
Volviendo a la Catedral tengo que decir que su exterior no es una de las más bonitas o atrayentes que nos hemos encontrado en nuestros viajes. Se trata de una construcción comenzada en el siglo XII y que a lo largo de los siglos ha sufrido numerosas reconstrucciones, por lo que refleja diversos estilos arquitectónicos. La mayoría que se aprecia corresponde al barroco, aunque la parte de la fachada y el cuerpo en si de la iglesia son de estilo románico. En cuanto al estilo gótico nos encontramos con el magnifico Claustro de los siglos XIV-XV existiendo en el medio una magnifica Cruz de piedra. Sin embargo lo que convierte a este claustro en casi único, son los Paneles de Azulejos que recubren las paredes de la galería inferior del siglo XVIII. Desde aquí si antes se paga, se puede aceder a la Casa del Cabildo donde nos encontraremos con el tesoro de la catedral, compuesto por diversas obras de la orfebrería religiosa y una bonita talla como la de Nossa Senhora da Batalha del siglo XIV.
Una vez terminada la visita a la Catedral y su entorno, nos dispusimos a bajar hasta la Ribera del Duero por la parte verdaderamente antigua de la ciudad con Calles estrechas y de pendiente pronunciada, con el objeto de visitar el Palacio da Bolsa situado en la Plaça D. Henrique con el monumento al Infante Dom Henrique, obra de Tomás Costa en el año 1894.
Nada más llegar a la plaza citada, observamos a nuestra derecha el imponente edificio neoclásico del Palacio da Bolsa. Su construcción comenzó en el solar que antes ocupaba el convento de los Franciscanos en 1842, aunque su inaguración se produjo en 1891. En la actualidad es la Sede de la Asociación Comercial de Oporto, es decir propiedad particular estando prohibido hacer fotografías en su interior.
Una vez subidas las escalinatas que dan acceso a la taquilla y puerta de entrada, al sacar los tickes una señorita muy amable nos indicó que si queríamos que la visita guiada fuese en castellano nos tendríamos que esperar más o menos una hora, explicándonos que los primeros visitantes que comprasen los tickes para una hora determinada serían los que eligieran el idioma de la guía.
Como teníamos tiempo suficiente y nos apetecía tomar una cervecita, nos dirigimos a un pequeño local cafetería-restaurante llamado Pimm's a escasos metros y frente a la Iglesia de San Francisco, a la cual intentamos acceder pero estaba cerrada. Se trata de una construcción del año 1245 de estilo románico aunque por un incendio que destruyó parte de la misma y el antiguo claustro se tuvo que reformar en estilo gótico, adquiriendo años después una decoración barroca.
Terminada la cerveza y siendo hora de entrar en el Palacio da Bolsa nos dirigimos al mismo. Nada mas acceder nos encontramos en medio de un Gran patio cubierto por un tejado de vidrio que en días soleados debe de dejar pasar una gran cantidad de luz, por desgracia este día no era el caso. Desde aquí y subiendo por unas escaleras de mármol y granito nos hallamos en la segunda planta, visitando algunas de las salas más importantes hasta llegar a la joya del edificio, la Sala Árabe. La verdad es que cuando entras en la misma te deja un poco anodadado, su impresionante superficie de cerca de 300 metros cuadrados esta decorada al estilo musulmán e inspirada en la Alhambra de Granada.
A la salida de aquí, observamos un edificio bastante peculiar construido con estructura de hierro procedente de la antigua fundición Compañia Aliança con un parecido extraordinario al Mercado de San Miguel en Madrid. Se trataba del Mercado Ferreira Borges, diseñado por el arquitecto João Carlos Machado entre 1885-1888 con objeto de sustituir al antiguo Mercado de la Ribera. Entre 1939 y 1978 fue utilizado como mercado de frutas y después de un periodo de abandono, en la actualidad se ha convertido en un espacio cultural.
Terminada la visita que duró poco más de un cuarto hora y viendo que el cielo estaba amenazando con llover, nos dirigimos de nuevo a la Plaza de Lisboa donde habíamos dejado el coche bastantes horas antes, con una subida bastante dura. Por fin llegamos al coche literalmente reventados. Había sido un día intenso a pesar de los pocos kilómetros caminados, pero las continuas paradas, subidas y bajadas te dejan como un guiñapo.
Pusimos el GPS en marcha y nos fuimos directamente al apartamento en Esposende con un hasta siempre Oporto.