El nombre de Estremera pudiera derivarse del término extremo ya que se encuentra en el límite entre La Alcarria y La Mancha o bien que partía el Arzobispado de Toledo y el de Cuenca.
Otra teoría, apunta a que el nombre pudiera venir porque los frutos que se daban en esta tierra eran extremadamente mejores que los de otros pueblos de alrededor.
Gentilicio: Extremereños/as - Estremeros/as - Estremeruños/as
La cuenca del Tajo ha sido un lugar propicio para los asentamientos humanos desde tiempos prehistóricos debido a sus tierras fértiles, clima moderado y abundancia de agua. En el término municipal de Estremera se han identificado tres yacimientos arqueológicos de relevancia: los despoblados de Casasola y Armuña, ambos de origen tardo medieval, y la cueva de Pedro Fernández, uno de los yacimientos de la Edad del Bronce más importantes de la Comunidad de Madrid. Descubierta en 1971, esta cueva presenta evidencias de ocupación desde el Calcolítico hasta una fase avanzada de la Edad del Bronce, incluyendo enterramientos, herramientas de sílex, cerámica y objetos de metal. El historiador Tito Livio menciona a los carpetanos como los habitantes de esta región en la época prerromana. Durante el periodo visigodo se han hallado vestigios en el cerro Monroyo, aunque sin documentación concluyente sobre un asentamiento estable.
En el siglo XI, con la reconquista cristiana, Estremera pasó a formar parte del sistema defensivo del Reino de Castilla. En 1139, Alfonso VII conquistó el castillo de Oreja, asegurando el control de la zona y favoreciendo la repoblación mediante la concesión de fueros. En 1167, Alfonso VIII otorgó la aldea de Estremera al monasterio de San Vicente Mártir en Toledo. Posteriormente, en 1171, la Orden de Santiago recibió el control del castillo de Alarilla, bajo cuya protección quedó Estremera. En 1182, el maestre de la Orden de Santiago, Pedro Fernández, le concedió el fuero, transformando la aldea en villa.
La villa fue fortificada con una muralla de tierra y dos torres, según las Relaciones de Felipe II. Durante los siglos XII y XIII, Estremera sufrió ataques almorávides y almohades hasta la consolidación del dominio cristiano tras la batalla de Las Navas de Tolosa (1212).
Durante el siglo XV, Estremera se consolidó como parte de la Encomienda de la Orden de Santiago, que administraba sus tierras y recursos. En 1480, la casa de la Encomienda fue construida por el comendador Diego de Torres. Esta casa incluía una torre de "aposentamiento" y un bastimento. En el siglo XVI, las Órdenes Militares fueron secularizadas y Estremera pasó a manos privadas. En 1561, Felipe II vendió la villa a Francisco de Mendoza, y en 1565, Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, compró Estremera y obtuvo el título de duque. Desde entonces, la villa quedó vinculada al Ducado de Pastrana.
El siglo XVII estuvo marcado por la crisis económica y demográfica que afectó a gran parte de Castilla. Tras la unión del Ducado de Estremera con el Ducado del Infantado mediante el matrimonio entre Rodrigo de Silva, 4º Duque de Estremera, y Catalina de Sandoval Mendoza, 8ª Duquesa del Infantado, la villa pasó a depender de este linaje.
Entre 1683 y 1685, la peste diezmó la población en las dos Castillas, afectando gravemente a Estremera. El agotamiento del suelo por el cultivo intensivo y la falta de innovaciones en la agricultura redujeron las cosechas. Las guerras y crisis llevaron a la migración de muchos campesinos a ciudades o regiones con mejores condiciones. Durante la Guerra de Sucesión, Estremera como parte de Castilla, probablemente sufrió saqueos, requisiciones y movilización de hombres para el conflicto. El descenso demográfico se hizo evidente, y la actividad económica decayó. La estructura del poder local seguía en manos de los duques del Infantado, quienes controlaban impuestos y tierras.
En el siglo XVIII con la llegada de los Borbones al trono de España tras la Guerra de Sucesión, se implementaron reformas económicas y administrativas que afectaron a Estremera, fortaleciendo la administración central con lo que se debilitó el poder de los duques del Infantado. Así mismo y aunque se introdujeron mejoras en la producción agrícola y se fomento el comercio, Estremera siguió siendo mayoritariamente un pueblo de economía de subsistencia y dependiendo de la agricultura cultivando trigo, cebada, viñas y olivos, así como de la producción de esparto, siendo la principal propietaria de las tierras y de impuestos la Duquesa del Infantado.
A finales del siglo, la producción agrícola se diversificó un poco, con la incorporación del esparto, que se usaba para fabricar felpudos, sogas y cubiertas. Sin embargo, Estremera no contaba con una gran industria, y los productos manufacturados se elaboraban en casas particulares.
Durante el siglo XIX concretamente en 1833, con la reforma administrativa, Estremera pasó a formar parte de la provincia de Madrid., la población creció hasta alcanzar los 2.996 habitantes en 1846, aunque descendió nuevamente a finales de siglo debido a epidemias como el cólera. La economía seguía basada en la agricultura y en la producción de esparto. En 1875, se estableció la colonia agrícola de la "Granja Arenales", promoviendo la modernización del sector agrario. Sin embargo, la falta de infraestructura de riego limitó el desarrollo de la agricultura.
A principios del siglo XX, Estremera contaba con cerca de 2.000 habitantes. La Guerra Civil afectó severamente la villa, con importantes daños en la iglesia y otros edificios históricos. En 1941, se aprobó la construcción del Canal de Estremera, permitiendo el riego de 3.000 hectáreas y mejorando la agricultura. Sin embargo, a partir de los años 60, la emigración hacia Madrid provocó una drástica caída de la población, que en 1999 llegó a su mínimo histórico con 1.004 habitantes.
Durante la década de 1970, se desarrollaron urbanizaciones de segunda residencia, como Peña Rubia. En los años 80 y 90, se llevaron a cabo proyectos de modernización urbana, incluyendo la reforma de la iglesia y la construcción del Centro Cultural Camilo José Cela.
Desde principios del siglo XXI, Estremera comenzó a recuperar población gracias a la inmigración y al desarrollo de nuevas infraestructuras. En 2006, se firmó un convenio para modernizar el sistema de riego del Canal de Estremera, mejorando la eficiencia agrícola. En 2007, se inauguró la Ciudad Penitenciaria Madrid-VII, generando empleo en la zona. Se han promovido proyectos de turismo ecológico, como la Vía Verde del Ferrocarril de los 40 días y la Ruta de los Olivares. Además, se ha previsto la construcción de un parque empresarial tecnológico para diversificar la economía local.
Hoy en día, Estremera mantiene su carácter rural, con una economía basada en la agricultura, la construcción y los servicios. A pesar de la despoblación de décadas anteriores, el municipio ha experimentado una ligera recuperación y busca consolidarse como un enclave sostenible dentro de la Comunidad de Madrid.
Nuestra visita la iniciaremos en la Plaza Mayor llamada de Don Juan Carlos I. Configurada en el siglo XIV, bastante espaciosa y de forma cuadrangular, está delimitada por los dos edificios más representativos del pueblo como son el Ayuntamento y la Iglesia construidos en esa época.
Como solía suceder antaño en cualquier plaza Mayor, se celebraban los festejos taurinos y demás eventos sociales constituyendo el punto neurálgico del pueblo. En la actualidad da cobijo a un pequeño pero bonito parque con bancos para descansar a la sombra de los plataneros existentes.
Situado en uno de los laterales de la Plaza Mayor, al lado opuesto de la Iglesia parroquial, se encuentra elAyuntamiento o Casa Consistorial, cuya construcción original data del siglo XVI sirviendo para cobijar a los cabildos de los concejos de los pueblos que hasta entonces se reunían en el atrio de la iglesia. La construcción original aunque con diversas reformas mantuvo su estructura durante cuatro siglos hasta que en 1980 se derribo para construir la actual, conservándose únicamente su arcada con columnas renacentistas de estilo toscano.
De la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, lo primero que deja perplejo es su voluminosidad y sobriedad. Se trata de un edificio mandado construir por los Príncipes de Eboli (Duques de Estremera y de Pastrana) en 1568 y terminada en 1606.
De planta de tres naves separadas por arcos de medio punto y pilares compuestos, se encuentra cubierta en las naves laterales con bóvedas apaineladas, la nave central con bóvedas vaídas, coro a los pies de la iglesia y la cúpula del crucero típica del barroco madrileño. Del interior apenas se conserva algo del contenido original salvo un calvario del siglo XVI que se encuentra en la parte superior del retablo barroco del siglo XVIII y bastante restaurado después de la guerra civil en la que resultó muy dañado. Igualmente se puede observar una pila bautismal de piedra y un cristo de traza románicas que al parecer proceden del antiguo pueblo de Casasola en la actualidad desaparecido y que pudieran datar del XIV.
Sin embargo lo más notable y considerado como la joya de la iglesia es su Órgano de 1716 construido por Pedro Liborna autor entre otros de los de la Catedral de Segovia y el de la Universidad de Salamanca. El de Estremera ha sido restaurado en 1994.
Sin lugar a dudas, una de las visitas que se deben de efectuar en Estremera es la de la Ermita-Cripta del Santo Sepulcro.
Ubicada dentro del recinto del cementerio municipal, se trata de una capilla-cueva de tres naves y otros tantos tragaluces excavada en las entrañas del cerro existente en el lugar como sepulcro de Cristo. Por sus características arquitectónicas, se piensa que fue obra del arquitecto de Felipe II, Juan de Herrera o su discípulo Juan Gómez de Mora durante las últimas décadas del siglo XVI. En la misma y como consecuencia del hundimiento del techo, se tuvo que reconstruir todo el interior conservándose la original fachada renacentista.
Unas de las construcciones típicas de Estremera son sus Casas Señoriales o solariegas que pertenecen o pertenecieron a las familias más pudientes del pueblo.
Muy cerca de la Parroquia en la calle de la Iglesia, nos encontramos quizás con la más significativa como es la llamada Casa de los Camacho, datada de finales del siglo XVII con una magnífica entrada soportada por dos columnas, destacando además la rejeria de las ventanas. Se piensa que aparte de casa, igualmente pudo ser un convento por la placa bastante deteriorada que tiene sobre la puerta.
Otra de las más significativas es la Casa de los Martínez Adeo que como la anterior es del siglo XVII y que mantiene su estructura original de dos plantas y patio interior con columnas. La portada de estilo barroco con balcón sobre el que se encuentra el escudo enmarcado en piedra de la familia.
En contraposición a esta casas señoriales y como caso frecuente en los pueblos de alrededor nos encontramos con algunos ejemplares de las llamadas casas cueva excavadas en montículos y hasta hace unos años habitadas.
NUESTRA SRA. DE LA CANDELARIA. 2 de Febrero. Bendición de las "candelas" (velas) donde los Concejales portan las andas de la Virgen acompañados de los habitantes de la localidad. Existe el dicho popular de que si las candelas entran encendidas en la iglesia, significa que el invierno ha terminado.
SAN BLAS. 3 de febrero. Se rifan las "Roscas" que los habitantes del pueblo han donado, comiéndose para prevenir males de la garganta.
LUNES DE PASCUA. En este día se corre el llamado "Hornazo" (bollo con un huevo cocido en el centro). La tradición cuenta que se debe de romper el mencionado huevo en la cabeza de la persona a la que se pretende tirar los tejos.
LOS MAYOS. 30 de Abril. A las doce de la noche y con las puertas cerradas de la iglesia, se cantan los "Mayos" a la Virgen, para continuar cantando al Alcalde a las puertas del Ayuntamiento y terminar los cánticos a las mozas del pueblo.
SAN ISIDRO. 15 de Mayo. En la madrugada del 14 al 15 se queman en la plaza que lleva el nombre del Santo, todos los enseres viejos como señal de la llegada de una nueva estación. El día 15 fiesta de San Isidro se lleva al santo en procesión hasta las afueras del pueblo para que bendiga los campos.
FIESTAS PATRONALES. 2º Domingo de Octubre. En honor al Santísimo Cristo Sepultado y a Nuestra Señora de la Soledad. Procesiones, actos religiosos, deportivos, baile popular, festejos taurinos y encierros.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
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