En época del emperador Marco Aurelio, entre los años 169 y 280 D.C. se fundó un poblado entre el Tajo y el Jarama que se le denominó AURELIA en honor al emperador antes mencionado.
Los moradores de este lugar no tardaron en darse cuenta de la riqueza apícola del territorio situado frente a Aurelia y a una distancia considerable del mismo. Igualmente la mejor predisposición para la agricultura y ganadería que ofrecía el nuevo lugar, dio origen a un nuevo asentamiento o aldea anexo a Aurelia y que denominaron APIS AURELIA por la gran cantidad de colmenas que existían.
Con la castellanización el lugar tomó el nombre de Colmenar (por apis) y Oreja (por aurelia).
Javier Dotú (Origen y significado de los nombres de los pueblos de la Comunidad de Madrid.).
Gentilicio: Colmenaretes/as
Los primeros indicios de población en la zona de Colmenar de Oreja se remontan a la II Edad del Hierro, con asentamientos carpetanos en cuevas sobre las terrazas del río Tajo. En el año 220 a.C. la Vega del Tajo fue escenario de la Batalla del Tajo, en la que Aníbal Barca derrotó a una coalición de pueblos carpetanos, olcades y vacceos tras cruzar furtivamente el río por un vado que desde entonces se llamó Vado de Aníbal.
Con la posterior conquista romana, el territorio se reorganizó: Julio César distribuyó las fértiles tierras de la vega entre veteranos de sus legiones, formándose villas rurales (vici) entre las cuales destacó Aurelia, una ciudad romano-visigoda establecida junto al Vado de Aníbal. Colmenar de Oreja nació entonces como un pequeño asentamiento dependiente de Aurelia, dedicado a la apicultura (de ahí su nombre, “colmenar”) y especialmente a la extracción de piedra caliza, actividad probada por el hallazgo de un ara romana de piedra local fechada en el siglo I–II d.C. Tras la caída del Imperio romano y el período visigodo, Aurelia declinó pero la presencia humana continuó en la zona durante la Antigüedad tardía.
En el siglo X, durante la dominación musulmana de la meseta, los omeyas fortificaron la región construyendo varias alcazabas estratégicas a lo largo del Tajo. Hacia esta época se erigió el castillo de Aurelia, posteriormente conocido como castillo de Oreja, en los escarpes junto al antiguo emplazamiento de Aurelia. Este castillo formaba parte de una línea defensiva junto con otras fortalezas cercanas, como Alarilla (en Fuentidueña de Tajo) y Alboer (en Villamanrique de Tajo). La fortaleza de Oreja adquirió gran importancia estratégica, controlando el paso del río y la comarca circundante. Su posesión sería disputada intensamente en los siglos siguientes, convirtiéndose en pieza clave durante la Reconquista cristiana.
En el siglo XI con el avance de los reinos cristianos, el castillo de Oreja fue objetivo de incursiones en el siglo XI. Según las crónicas, tras la conquista de Toledo (1085) por Alfonso VI de Castilla, la princesa andalusí Zaida (viuda del príncipe de Sevilla muerto en 1091 defendiendo Córdoba) buscó protección en la corte castellana. En un episodio legendario, Zaida ofreció a Alfonso VI los castillos arrebatados por su suegro al rey moro de Toledo –entre ellos Oreja– a cambio de tomarla por esposa. Gracias a esta alianza romántica, Oreja quedó brevemente en manos cristianas, pero la victoria almorávide en la batalla de Uclés (1108) revirtió la situación, retornando la fortaleza al dominio musulmán. Estos intentos fallidos anticiparon la campaña definitiva que llegaría en el siglo siguiente.
El siglo XII marcó el triunfo cristiano en la zona. En 1139, el rey Alfonso VII de León y Castilla sitió y conquistó personalmente la ciudad de Aurelia y su castillo de Oreja, tras duros enfrentamientos. Como resultado, ese mismo año el 3 de noviembre otorgó el Fuero del Castillo de Oreja, una carta de privilegios para repoblar la región, cuya relevancia fue tal que sirvió de modelo para fueros posteriores, como los de Toledo y Madrid. Este fuero estableció el término jurisdiccional de Oreja y asentamientos vecinos, sentando las bases legales del territorio. Años después, en 1171, el rey Alfonso VIII entregó la jurisdicción de la zona incluyendo el castillo de Oreja y aldeas circundantes a la Orden de Santiago, dentro de la Encomienda de Oreja.
Bajo la administración santiaguista, Colmenar (entonces un pequeño caserío) cobró importancia: la política de la Orden de agrupar población en núcleos mayores, hizo prosperar enormemente a Colmenar, en detrimento de las aldeas de Castellanos, San Miguel, San Pedro, etc., que acabaron desapareciendo. De este modo, a finales del siglo XII Colmenar de Oreja emergía ya como uno de los principales poblados cristianos de la comarca, protegido por la Orden militar.
Durante el siglo XIII, Colmenar de Oreja se consolidó bajo el dominio de la Orden de Santiago como cabecera efectiva de la encomienda. Al desaparecer o decaer los pequeños núcleos vecinos, Colmenar atrajo población y recursos, beneficiándose de su fértil vega y de las rutas que pasaban por el antiguo vado del Tajo. La Orden de Santiago impulsó la agricultura y mantuvo la fortaleza de Oreja como bastión en la frontera sur de la Extremadura castellana (límites del reino de Castilla). Aunque la convulsa historia peninsular continuó con episodios de conflictos entre reinos cristianos y nuevas incursiones almohades hasta la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), Colmenar de Oreja no aparece como escenario directo de batallas en esta época, lo que permitió un desarrollo relativamente estable. Hacia finales del siglo, la villa que todavía se encontraba subordinada al castillo de Oreja, había crecido en importancia económica gracias a sus canteras de piedra y campos de cereal, sentando las bases de su identidad agrícola-ganadera que perduraría siglos.
En el siglo XIV, Colmenar de Oreja permaneció fielmente bajo la administración de la Orden de Santiago, consolidándose como núcleo principal de población en la comarca tras la desaparición de las aldeas menores. Durante esta centuria, en plena Baja Edad Media, la villa continuó su vocación agraria y artesana sin grandes sobresaltos registrados en las crónicas. A diferencia de otros puntos de Castilla, Colmenar no fue epicentro de conflictos dinásticos ni guerras fronterizas en este siglo, lo que le permitió afianzar su tejido social. Al finalizar la Edad Media, Colmenar de Oreja ya estaba bien establecido como villa agrícola dentro de los dominios santiaguistas, allanando el camino para su protagonismo en la siguiente centuria con la llegada de la monarquía Trastámara.
El siglo XV trajo cambios políticos destacados. En 1468, tras los famosos Toros de Guisando, el rey Enrique IV de Castilla fijó su corte temporalmente en Colmenar de Oreja, por este hecho, y buscando afianzar su autoridad en la región, Enrique IV concedió a Colmenar el título de Villa, elevando su estatus jurisdiccional. La presencia de la corte real impulsó la actividad local: se dice que tanto Enrique IV como la princesa Isabel (futura Isabel la Católica) firmaron aquí numerosos decretos, quedando la villa ligada a los acontecimientos previos a la Guerra de Sucesión Castellana.
En la iglesia de Santa María la Mayor de Colmenar, el conde de Tendilla llegó a clavar en 1470 un manifiesto en favor de Juana la Beltraneja, mientras que los partidarios de Isabel y sus detractores negociaron una efímera paz en las Vistas de Colmenar de Oreja. Estos episodios señalan la importancia estratégica de Colmenar en la política castellana de la época, sirviendo de refugio real y lugar de acuerdos en el convulso tramo final de la Edad Media.
En el siglo XVI, Colmenar de Oreja pasó de manos de la Orden de Santiago a convertirse en un señorío laico. En 1540, el emperador Carlos V cedió la villa y el castillo de Oreja a Diego de Cárdenas y Enríquez (I duque de Maqueda), nombrándolo Primer Señor de Colmenar de Oreja cambio de otras tierras. Este hecho supuso el fin de varios siglos de tutela de la Orden de Santiago y el inicio de la gestión por parte de la nobleza secular. Durante el siglo XVI, bajo los Austrias, la localidad experimentó mejoras urbanas y religiosas promovidas por la Corona y los señores locales. En 1517 se amplió la Iglesia parroquial de Santa María la Mayor y se reparó la antigua muralla medieval. Se impulsó la agricultura con obras hidráulicas: en 1572 se construyó el Caz de Colmenar y se pusieron en riego las huertas de la vega del Tajo, aumentando la producción agrícola. Asimismo, la vida espiritual cobró relevancia con la fundación del Monasterio Franciscano de San Bernardino de Siena en 1570, que trajo frailes a la villa. Al final del siglo, Colmenar de Oreja, ahora bajo un señorío aristocrático pero con apoyo real, prosperaba gracias a sus canteras de piedra y a sus campos, iniciando una etapa de esplendor que continuaría en el Barroco.
En el siglo XVII, la villa obtuvo un rango nobiliario mayor al transformarse el señorío en Condado. En 1625, el rey Felipe IV creó el Condado de Colmenar de Oreja, siendo su primer conde Bernardino Ayala Cárdenas y Velasco que a su vez era el VIII conde de Fuensalida. Bajo los condes, Colmenar de Oreja mantuvo su vitalidad económica y continuó embelleciéndose. Se completaron proyectos iniciados en el siglo anterior y se emprendieron otros nuevos. Por ejemplo, en 1685 se fundó el Monasterio de la Encarnación de monjas agustinas recoletas, dotando a la villa de otro importante centro religioso. Uno de los hitos urbanos de la época fue el inicio de la construcción de la Plaza Mayor porticada en 1676, una gran plaza castellana asentada sobre un túnel de piedra, cuya edificación se prolongó hasta finales del siglo XVIII.
La economía local siguió basándose en la agricultura cerealista, la vid y la ganadería, complementada por la extracción de la apreciada piedra de Colmenar que se usaba en construcciones de Madrid. A lo largo del Seiscientos, a pesar de las crisis generales de la Monarquía Hispánica, Colmenar de Oreja disfrutó de un cierto esplendor barroco a escala local: sus monumentos, su incipiente casco urbano monumental y su importancia agrícola la destacaban dentro de la región de Madrid.
El siglo XVIII fue una etapa de continuidad en el progreso de Colmenar de Oreja. Bajo los primeros Borbones, la villa siguió siendo un destacado centro agrícola en las proximidades de Madrid. Se concluyó la construcción de la Plaza Mayor en 1794, casi 120 años después de iniciada, convirtiéndola en una de las plazas castellanas porticadas más notables de la región. La finalización de este gran espacio público en el que se encontraba el edificio del Ayuntamiento o Casa Consistorial y el antiguo Pósito, refleja la prosperidad alcanzada durante el siglo. Económicamente, Colmenar reforzó su vocación vitivinícola y artesana: ya en esta centuria se documenta la fabricación local de tinajas de barro (grandes vasijas) destinadas a almacenar vino, preludiando la industria alfarera que florecería después. Asimismo, la producción de aceite de oliva fue notable; a mediados del siglo había más de 100 molinos de aceite en su término, indicador de la intensa actividad agraria de la villa.
Hacia finales del setecientos, Colmenar de Oreja se perfilaba como una comunidad rural próspera y densamente poblada para su entorno, lo que la llevó a ser un escenario activo durante las convulsiones del siglo siguiente.
El siglo XIX trajo consigo tanto conflictos bélicos como cambios socioeconómicos. Durante la Guerra de la Independencia (1808–1814), Colmenar de Oreja vivió episodios de resistencia contra la ocupación napoleónica. En diciembre de 1808, un grupo de vecinos de Colmenar colaboró con habitantes de Chinchón en una emboscada contra soldados franceses: un guarda local desvió a las tropas invasoras hacia Chinchón y, al llegar a la plaza, dio la señal para atacarlos, resultando varios franceses abatidos por los paisanos a pedradas. Este acto heroico, aunque terminó con la represalia y ejecución de los participantes, demostró el espíritu rebelde de la villa. Tras la guerra, con la reorganización territorial liberal, Colmenar de Oreja que formaba parte de la provincia de Toledo, quedó integrado en la nueva provincia de Madrid y dejó de depender jurídicamente del conde, al abolirse los señoríos. A lo largo del siglo XIX, la localidad experimentó una transformación económica impulsada por el despegue de la industria del vino y la alfarería. Sus bodegas tradicionales, muchas excavadas en roca, y la fabricación de tinajas de barro a gran escala impulsaron la economía local. De hecho, hacia 1891 la prosperidad alfarera llevó a contabilizar hasta 32 hornos de tinajas en el pueblo, produciendo miles de vasijas para vino que se distribuían por toda España. Este auge industrial-artesanal, sumado a la riqueza agrícola con viñedos, cereales y olivos, convirtió a Colmenar de Oreja en uno de los municipios más poblados e importantes de la región, siendo hasta bien entrado el XIX el segundo municipio más poblado de la provincia de Madrid, solo por detrás de la capital, e incluso superaba en habitantes a muchas capitales de provincia de la época.
Hacia finales del siglo, aunque Madrid y otras ciudades crecían más rápidamente con la industrialización, Colmenar mantenía su pujanza rural, preparándose para conectarse al mundo moderno con la llegada del ferrocarril. La fabricación tradicional de tinajones en Colmenar de Oreja que no eran sino enormes vasijas de barro, producidas en hornos artesanales, fueron clave en la elaboración y almacenamiento del vino, reflejando la simbiosis entre la alfarería y la viticultura en la economía colmenareta del siglo XIX.
En el siglo XX, Colmenar de Oreja continuó adaptándose y modernizándose, sin perder su esencia agrícola-industrial. Un hito fundamental fue la llegada del ferrocarril el 25 de enero de 1903, cuando se inauguró un ramal del Ferrocarril del Tajuña que alcanzaba la localidad. Este tren de vía estrecha, con estación propia en Colmenar, facilitó el transporte de viajeros y sobre todo de mercancías (vino, aceite, piedra y tinajas) hacia Madrid, impulsando durante décadas la economía local. Aunque este ferrocarril se mantuvo en servicio hasta los años 1950, su llegada marcó el inicio de una mayor conexión de Colmenar con los mercados regionales. En 1922, durante el reinado de Alfonso XIII, Colmenar de Oreja recibió el título de Ciudad, en reconocimiento a “los muchos méritos contraídos a lo largo de su historia” y coincidiendo con el apogeo de su industria y agricultura en esa época. Este honor subrayó el orgullo histórico y la prosperidad de la localidad en el primer tercio del siglo. La segunda mitad del siglo XX trajo cambios en el modelo productivo como la elaboración artesanal de tinajas que declinó con la industrialización y nuevos envases, y muchas bodegas tradicionales dejaron paso a cooperativas modernizadas. No obstante, la ciudad supo conservar su patrimonio cultural y arquitectónico a pesar del paso del tiempo y de los avatares históricos como la Guerra Civil, que no dañó gravemente sus monumentos. Hacia finales de siglo, Colmenar de Oreja se integró plenamente en la Comunidad de Madrid (creada en 1983) y comenzó a valorizar su riqueza histórica como motor de desarrollo, sentando las bases para el florecimiento del turismo cultural y enológico.
En el siglo XXI, Colmenar de Oreja ha centrado sus esfuerzos en la puesta en valor de su legado y en la diversificación de su economía. En 2013 su casco urbano fue declarado Bien de Interés Cultural (con categoría de Conjunto Histórico) por la Comunidad de Madrid, reconociendo oficialmente el valor de su Plaza Mayor, iglesias, conventos y bodegas subterráneas históricas, manteniendo viva su tradición vitivinícola, formando parte de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, aportando vinos destacados de la subzona de Arganda producidos en sus bodegas locales.
Igualmente perdura la fabricación artesanal de tinajas en algunas alfarerías para uso en crianza de vino, combinando técnicas ancestrales con el enoturismo moderno. A día de hoy, Colmenar de Oreja es una pequeña ciudad que conjuga historia y actualidad: sus calles y monumentos reflejan siglos de evolución, mientras su economía se apoya en la agricultura (viñedos y olivares), la industria alimentaria tradicional y un creciente sector turístico atraído por su patrimonio y sus afamados vinos. En síntesis, tras un largo recorrido histórico que abarca desde asentamientos carpetanos y fueros medievales hasta la era del ferrocarril y el turismo, Colmenar de Oreja ha sabido evolucionar y preservarse, llegando al presente como Ciudad Histórica dinámica y orgullosa de su pasado.
Para empezar la visita a este municipio, mi consejo y para evitar dar vueltas en busca de donde dejar el coche, es dirigirse a la Plaza de la estación de autobuses, lugar donde se encontrará aparcamiento seguro. A pocos metros de aquí nos encontraremos con la Plaza del Arco, una pequeña pero preciosa plazoleta.
Desde esta plaza y continuando por la calle del Arco nos encontraremos con:
Convento de la Encarnación de las Agustinas Recoletas conocido igualmente como el Convento de las Monjas, ocupa una extensión de 6.750 metros cuadrados con jardín y huerto incluidos. Su construcción data del siglo XVII. La fachada principal es de estilo barroco con tres huecos que da paso desde el atrio a la iglesia cuyo trazado es de Fray Lorenzo de San Nicolás.
La nave central en forma de cruz latina, está cubierta por una bóveda de cañón decorada con lienzos con diversas representaciones de San Agustín. Del crucero se alza una cúpula con linterna, recubierta con pizarra en el exterior. Igualmente cuenta con tres pequeñas capillas a la izquierda y otra a la derecha. Sobre el atrio exterior, se eleva el coro de clausura con dos puertas, la derecha comunica con la clausura propiamente dicha y la de la izquierda con el callejón de las Monjas.
El edificio esta constituido por dos cuerpos, el derecho es el del convento y el izquierdo el que fue la Casa Palacio del Conde de Colmenar. La parte baja esta compuesta por la Sala Capitular, sala de labor, noviciado, 24 celdas, refectorio, claustro, jardín y huerta.
Al tratarse de un convento de clausura, la iglesia solo se puede visitar en las horas de culto.
Desde aquí bajando por la calle de los Castros y girando por la primera calle a la izquierda nos encontraremos con el Museo Municipal ULPIANO CHECA.
Ulpiano Fernández-Checa y Sainz, nació en Colmenar de Oreja el 3 de abril de 1860 y falleció en Dax (Francia) el 5 de enero de 1916. Hijo del propietario de una de las principales canteras de la villa a los 13 años ingresó en la Academia de Artes y Oficios de Madrid para pasar al poco tiempo a la Academia de San Fernando. Posteriormente ingresó en la Academia Española de Bellas Artes de Roma donde pintó La invasión de los Bárbaros" que le proporcionaría la medalla de oro de la Exposición Nacional de Bellas Artes en el año 1887, la mencionada obra desapareció en un incendio.
Ulpiano después de sus estudios en Roma se traslada a París, viaja por Argelia y Argentina donde pintaría para la alta burguesía. Introduce una nueva concepción en el modo de pintar cuadros que es el dinamismo que luego se iba a representar en el mundo cinematográfico como por ejemplo Ben-Hur y Atila, por la sensación cinética que da a sus cuadros, sobre todo en lo que respecta al dibujo de caballos a la carrera.
El ayuntamiento de Colmenar de Oreja ha ido recopilando sus obras desde las primeras 30 del legado familiar, hasta más del centenar y medio repartidas por el mundo. En la Iglesia de Santa María la Mayor se pueden contemplar tres grandes murales pintados por este artista que se salvaron de la destrucción que sufrió el templo durante la guerra civil.
En los jardines del museo se pueden ver El busto de Ulpiano y los elementos que caracterizan a la villa como La Tinaja o La Piedra.
Continuando por la calle Francisco de Pablos llegamos a la de Ulpiano Checa donde giraremos a la derecha para ver el Teatro Municipal Dieguez. Está construido a mediados del siglo XIX sobre el antiguo Hospital de la Caridad, conociéndose como Corral de las Comedias y posteriormente como Teatro de la Caridad. En la actualidad debe su nombre en memoria de Antonio Dieguez Cruz que fue primer actor del Teatro de la Comedia de Madrid y desaparecido durante la guerra civil en la capital.
El mencionado teatro consta de planta baja o patio de butacas con cuatro palcos a cada lado. Un primer anfiteatro y un segundo con los mismos palcos que el patio de butacas, con una capacidad para 555 localidades. Se encuentra totalmente dotado en cuanto a sonido y luz se refiere para representaciones de teatro, musicales, danza y cine y se comenta que su gran acústica se debe a un pozo existente en el suelo que se encuentra tapiado. En este lugar se rodó algunas escenas de la producción cinematográfica de TVE "La Regenta", así como películas de otras productoras.
Desde aquí y volviendo nuestros pasos por la calle Ulpiano Checa nos encontraremos con la Plaza de Miguel Rodriguez Monge, que antecede a la Plaza de la Comunidad de Vecinos donde se ubica la Iglesia de Santa María La Mayor y los pies de su majestuosa torre herreriana.
La Iglesia de Santa María la Mayor, fue construida por el primer Maestre de la Orden de Santiago D. Pedro Fernández de Fuentecala durante los años 1170 al 1184, hizo en su principio de lugar de culto y a su vez de defensa contra los ataques moros provenientes de la vecina Toledo. Esto último se puede apreciar por los Cubos cilíndricos existentes en las esquinas y que se asemejan con la torre del homenaje existente en el vecino Villarejo de Salvanés.
Debido al gran aumento de población habida en el siglo XVI la antigua iglesia se fue quedando pequeña por lo que se tuvo que acometer su ampliación en 1553 con donativos de los vecinos, que cuando comenzaron a escasear fue el propio Felipe II el que continuó apartándolos. Las obras se finalizaron en 1615 pero no del todo, ya que si nos fijamos en las tres puertas que tiene de entrada, se observará que en todas ellas se encuentran los indicios de Arcos renacentistas inacabados. La puerta principal situada en poniente data del año 1614, la puerta lateral situada en el mediodía es del año 1615 y de estilo jónico, acoge la escultura de San Bernardino, único resto que se salvo de el Convento de este Santo.
La torre como ya se ha comentado es del más puro estilo herreriano con cuatro cuerpos de sillería y ocho huecos donde se alojan la misma cantidad de campanas. El chapitel se construyó en 1932 al objeto de sustituir al antiguo destruido por un incendio el 21 de agosto de 1886. Según se cuenta, la construcción de la torre se llevó a cabo bajo la dirección de el arquitecto Juan de Herrera y las obras las realizó Pedro Artadi, maestro canterano de la localidad. El nuevo chapitel esta hecho bajo el diseño del arquitecto Miguel Durán. La altura total de la misma es de 62 metros de los cuales 22 corresponden al chapitel.
En el interior se puede preciar la diferencia de estilos bastante bien diferenciados. La parte antigua de planta en cruz latina tiene un marcado arte gótico como se puede apreciar en las cuatro bóvedas de crucería con arcos apuntados, mientras en la parte nueva esto da lugar a nueve casquetes esféricos que la cubren. Cabe destacar que durante las obras del siglo XVI, desapareció el coro bajo y el órgano. De la reja que separa el coro del resto de la iglesia, se tiene conocimiento que su última aparición fue en Salamanca para luego perderse definitivamente.
Al altar mayor construido entre los años 1515 y 1529 se accede mediante una escalera de 11 peldaños obra del arquitecto Cristóbal Adonza. El retablo que en la actualidad se puede ver es obra de Francisco Gálvez y sustituye al original destruido durante la guerra civil y que según consta, estuvieron trabajando el hijo de EL GRECO (Juan Manuel Theotocopuli), el escultor Martín Velasco, el pintor Francisco López y los dorados corresponderían a Martín Velasco.
Como curiosidad se ha de decir que la sacristía se encuentra debajo del altar y se accede a la misma por una escalera de 8 peldaños. A ambos lados del altar mayor se encuentran dos pinturas murales del siglo XIX que corresponden a La Anunciación y a La Presentación, obras de Ulpiano Checa, que además de estas dos obras tiene otra en la parte trasera del templo llamada El Cristobalón, por representar la figura de San Cristóbal como un gigante, para ello se ve como en lugar de usar un bastón, usa un árbol como apoyo.
De las dos capillas laterales existentes, cabe destacar Capilla del Perdón o del Amparo por su magnífica Bóveda. Se construyó mediante suscripción popular y como los fondos se acabaron, la parte inferior de la reja es de forja, mientras que la superior es de marquetería pintada en negro. La capilla de la izquierda fue mandada construir para su enterramiento y sufragada por Don Pedro de León, obispo de Fossano (Italia) y natural de Colmenar.
Continuando nuestra visita y a escasos metros de la Iglesia se encuentra la Plaza Mayor, verdadero estandarte de la ciudad.
Según cuenta la historia, en la antigüedad los vecinos se reunían en la pequeña plaza que existe detrás de la iglesia hasta que decidieron construir unos puentes sobre el barranco de Zacatín y reunirse en este punto que separaba la Villa del Arrabal. Algunos años después, concretamente en 1629, los vecinos solicitaron a Felipe IV el inicio de las obras para eliminar la barrera entre las dos partes de la villa que suponía el barranco. Las obras se iniciaron en 1677 y debido a las dificultades económicas duró 118 años, terminándose en 1794 bajo el reinado de Carlos III. Bajo la misma, de lado a lado discurre un Túnel o Galería de más de 70 metros de longitud, a la cual se accede por el conocido Arco de Zacatín.
El primer edificio que se levantó en la plaza del lado del Arrabal fue la Casa Consistorial que data de 1730. En 1794 y como consecuencia de la terminación del cubrimiento total del barranco, se procedió a la transformación de su fachada con un pórtico con soportal que aguanta una galería cubierta y colocando el escudo de la ciudad labrado en piedra.
Al lado derecho de la Casa Consistorial, separado por un pequeño callejón, se encuentra el edificio del Pósito. El Pósito municipal aparece en la baja edad media y continua hasta casi el final del siglo XX. La utilidad que se daba al mismo, era establecer el precio del grano en cada cosecha, procurar que no faltase nunca en el pueblo o villa o a los comerciantes que iban de un sitio a otro. Si en un año la cosecha era excelente y se producía excedente de grano, con el fin de que no se pudriese, este era entregado a las personas abonadas con entrega de fianzas, y con el compromiso de devolverlo a la cosecha siguiente.
La plaza de Colmenar de Oreja constituye un hermoso ejemplo de la construcción típica castellana con soportales y galerías superiores, que desde un principio y hasta nuestros días es escenario de numerosos espectáculos taurinos.
Continuamos saliendo de la Plaza por Portillo de Mortal situada al lado opuesto del Ayuntamiento para dirigirnos a la Fuente del Barranco y a los Jardines de Zacatín.
La construcción de esta fuente data de 1779 y rehabilitada en 1986. El origen de la misma es la fusión de tres antiguas fuentes que se canalizaron en una única. Para las obras de la misma fueron necesarias la contribución económica de los vecinos, los fondos de la Villa y la del alcalde D. Nicomedes Rodriguez.
La fuente de dos caños, uno de agua salobre y otro de agua potable fue bastante útil para los labradores de las vecinas huertas y para los visitantes de la cercana Ermita del Humilladero, así como también sirvió de Abrevadero para el ganado de labor, en especial caballos y borricos. Igualmente en sus orígenes se usó como Lavadero, pero la salobridad del agua impedía la formación de la espuma suficiente para efectuar dicha tarea, por lo que se dejó de utilizar para tal menester.
Los Jardines bastante bien cuidados se encuentran jalonados en terrazas con cómodas escaleras y rampas. Una verdadera delicia para visitar en tiempos otoñales y primaverales.
Después de la visita a los Jardines de Zacatín, seguiremos por la calle oblicua a la que se encuentran los jardines llamada Camino del Cristo desde donde se obtienen unas magníficas vistas de las Huertas próximas, así como de la Ciudad
Tras de este pequeño paseo, por fin llegamos a la Ermita del Santísimo Cristo del Humilladero que está considerada como el tercero de los monumentos más importantes de la ciudad, ya que cobija la imagen del patrono de la misma.
Su construcción data del siglo XVI con una pequeña Capilla en forma de cruz latina y una magnífica Cúpula sobre el crucero que en un principio albergó la imagen del Cristo que en la actualidad se encuentra en la misma la de la Virgen del Pilar.
En la parte anterior a la mencionada e igualmente del XVI existe otra capilla donde se encuentra la talla del Santísimo Cristo del Humilladero. La talla antigua y destruida durante la guerra civil, fue un regalo que hizo el Papa a Bernardino de Cárdenas en agradecimiento en su participación en la batalla de Lepanto donde falleció. La actual Talla es una réplica de la antigua que fue destruida durante la guerra civil. Tanto el altar como el retablo es obra de el escultor Julio Vicent en el año 1940.
Terminada esta visita, subiendo una pequeña cuesta situada enfrente a la puerta principal de la ermita, llegaremos a los Jardines del Cristo. Precioso y amplio recinto desde el que se puedo obtener una vista amplia y fantástica de la ciudad y donde no podía faltar la afamada tinaja.
Después de este hermoso paseo y volviendo a caminar por las calles Mirador del Cristo y la del barrio Descaderato, llegaremos de nuevo al Portillo de Mortal por donde anteriormente habíamos salido de la Plaza. Como se observará se trata de un pequeño paseo circular sin apenas pendientes.
Dejamos la Plaza atrás y nos posicionamos en la parte trasera de la Iglesia, cogeremos la calle de Ulpiano Checa para continuar por la calle del Convento y tras cruzar la carretera M-430 nos encontraremos con la Ermita de San Isidro. Su construcción es bastante reciente y esta situada sobre una elevación que se hizo para albergarla. El aspecto de la misma más se asemeja a un horno de tinajas que a un templo. Sin embargo la importancia la adquiere su explanada con mirador incluido, donde se celebra la romería del santo y desde donde se obtiene magnificas Vistas.
Justamente situada debajo de esta ermita, se encuentran La Fuente y Jardines de los Huertos a los que se accede mediante un delicioso y sombreado Paseo.
La Fuente tiene sus orígenes en una más pequeña que abastecía de agua dulce a una parte de la ciudad. Debido al escaso caudal que tenía, en tiempos de Felipe III (1616) se autorizó el minado de tres pozos cercanos a la misma con objeto de recoger sus aguas e incorporarlos a las de la fuente. La obras para este fin las realizó el fontanero del rey Don Pedro de Sevilla. En coincidencia con las obras de la Fuente del Barranco a finales del siglo XVII se procedió a la construcción del Pilón cubierto y del Abrevadero. Posteriormente se agregó al conjunto el Lavadero. Cuentan escritos del siglo XIX que tal fue la importancia que tomó la fuente que el Ayuntamiento la puso un guardia.
Las obras de rehabilitación reciente se terminaron en el año 1991, dejando el hermoso Conjunto actual de Fuente y Jardines.
Para terminar nuestra visita a esta maravillosa localidad, visitaremos la Ermita de San Roque. Situada en la confluencia de las Carreteras de Valdelaguna y de Villarejo de Salvanés. Cuenta en su Fachada principal de cantería con un pórtico soportado por dos columnas labradas en piedra de Colmenar. Una bonita espadaña de piedra con campana da el remate final a la ermita.
SAN ISIDRO. 15 de Mayo. Concurso de cata de vinos, de arada y de guisos.
VIRGEN DE LA SOLEDAD. Mediados de Septiembre. Fiestas Patronales. Espectáculos taurinos, juegos infantiles, actividades deportivas y culturales de las que destaca el Certamen de Pintura de Ulpiano Checa.
NAVIDAD Diciembre. Concurso de Villancicos Ciudad de Colmenar de Oreja y representación de un nacimiento viviente con la colaboración de los vecinos.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
![]() Ayuntamiento
Plaza Mayor, 1 28380 - Colmenar de Oreja Tfno: 91-894-30-30
Distancia a Madrid: 66,8 KM Municipios colindantes
Aranjuez EN COCHE1º.- Por la A3 (E-901) o por la R3 Madrid-Valencia hasta salida 41 (Perales de Tajuña) salida a Valdelaguna para continuar por la M-317 y pasando este último continuar por la M-315 hasta Colmenar de Oreja. 2º.- Por la A3 (E905) hasta salida 21B dirección Chinchón para tomar la M-311 que después de pasar este municipio continuaremos hasta Colmenar. ![]() AUTOBUSES337 Madrid (Conde de Casal)415 Madrid (Metro Villaverde Bajo-Cruce) 416 Valdemoro (Hospital) 430 Aranjuez (Hospital) |