El origen del nombre podría establecerse en la repoblación segoviana del Quiñón de San Martín, siendo San Martín un santo con múltiples advocaciones durante la Edad Media.
La palabra Vega evoca desde antiguo la imagen de una tierra fértil, llana y regada por ríos, donde los cultivos crecen generosos bajo el sol. Su origen está en el latín vallis o vacca, aunque su forma actual deriva del mozárabe békka, que ya en tiempos medievales designaba las llanuras feraces a orillas de un río.
En el caso de San Martín de la Vega, el término hace referencia a la amplia vega del río Jarama, cuyas aguas serpentean por un paisaje fértil que ha sostenido a generaciones de agricultores desde la repoblación medieval. Esta vega fue clave para el asentamiento humano, ya que ofrecía no solo alimento, sino también una vía natural de comunicación y defensa.
Así, el nombre de la Vega no es solo una descripción geográfica, sino también un testimonio de la riqueza natural que permitió la vida y la prosperidad en estas tierras, elegidas con sabiduría por quienes buscaban un lugar donde echar raíces tras siglos de incertidumbre.
Gentilicio: Sanmartineros/as
El entorno de San Martín de la Vega ha estado habitado desde tiempos muy antiguos, como prueban los restos arqueológicos hallados en su término municipal. Se han documentado yacimientos que incluyen industria lítica paleolítica, enterramientos y materiales cerámicos, algunos de ellos asociados a la Edad del Bronce y a la etapa carpetana.
Durante la época romana, el valle del Jarama fue un importante corredor de comunicación. La presencia de villas y restos de estructuras hidráulicas indica un cierto grado de ocupación. Más tarde, durante el periodo visigodo e islámico, la continuidad de población parece mantenerse, aunque con menor densidad y documentación más fragmentaria.
Tras la conquista cristiana del territorio a finales del Siglo XI, San Martín de la Vega pasa a formar parte del alfoz de Madrid, dependiendo administrativamente de la ciudad. La repoblación fue lenta, pero ya desde este siglo se fueron consolidando pequeños núcleos de población que aprovecharon la fertilidad del valle y la cercanía del río Jarama.
Durante el Siglo XII, el proceso de repoblación se va afianzando. San Martín de la Vega continúa bajo el dominio real y se van configurando sus estructuras básicas: campos de cultivo, caminos ganaderos y un núcleo poblacional cada vez más estable. Su vinculación con la ciudad de Madrid garantiza cierta protección jurídica y administrativa. Los aprovechamientos comunales y el control del agua son elementos clave en la organización local.
A mediados del Siglo XIII, concretamente en 1247, el territorio de San Martín de la Vega pasa a integrarse en el Real de Manzanares, tras ser declarado territorio de realengo por Fernando III. Este cambio implica una nueva organización administrativa y judicial, con la figura del guarda mayor encargada de la supervisión de usos y caminos. Su hijo, Alfonso X, consolida este territorio con una estructura reglada, regulando pastos, montes y cañadas, lo que afecta directamente al devenir del municipio.
En el Siglo XIV, San Martín de la Vega mantiene su inclusión en el Real de Manzanares. El núcleo continúa siendo eminentemente agrícola y ganadero. Se documentan conflictos entre pueblos vecinos por el uso de pastos y pasos trashumantes, así como la existencia de caminos regulados para el ganado. Aunque la documentación es escasa, todo indica una continuidad del modelo rural con algunas casas dispersas, probablemente ligadas a molinos o labranzas.
Durante el Siglo XV, el municipio comienza a estructurarse con mayor definición. La existencia de un templo o iglesia en el centro del núcleo urbano sugiere una comunidad ya consolidada. Se mantienen los conflictos por los recursos naturales (agua, monte, pasto), especialmente con otros pueblos del entorno del Real de Manzanares. San Martín de la Vega forma parte activa de este entramado jurisdiccional, donde la Corona regula los usos y protege ciertos derechos de paso y aprovechamiento.
En el Siglo XVI San Martín de la Vega experimenta una ligera expansión demográfica y económica. Se construye un nuevo templo parroquial en estilo renacentista sobre edificaciones anteriores. El paisaje está marcado por el cultivo de cereal, la vid y la ganadería ovina. Se regulan las relaciones con otros municipios en torno a los usos del agua, abrevaderos y descansaderos ganaderos.
La crisis económica general del Siglo XVII también afecta a San Martín de la Vega, aunque el pueblo conserva su organización comunitaria. Se mantienen las estructuras de gobierno local bajo el régimen señorial o del Real de Manzanares, según se interpreta en distintos momentos. La iglesia parroquial sufre reformas y se consolidan algunas casas de labranza.
Durante el Siglo XVIII se produce cierta mejora agrícola, impulsada por las reformas ilustradas. El Catastro de Ensenada proporciona una valiosa fuente de información sobre la organización económica del pueblo: extensión de tierras, rendimientos agrarios, población y oficios. San Martín de la Vega sigue siendo un pueblo agrícola, con huertas y regadíos en el entorno del río Jarama, destacando el papel del canal y acequias.
El Siglo XIX, trajo cambios radicales. En 1812, con la abolición de los señoríos por las Cortes de Cádiz, San Martín de la Vega dejó de estar vinculado a las estructuras del Antiguo Régimen. La desamortización de bienes eclesiásticos y comunales afectó a la estructura agraria, permitiendo la compra de tierras por parte de nuevos propietarios.
En 1833, con la reforma territorial de Javier de Burgos, el municipio quedó integrado administrativamente en la provincia de Madrid, pasando a depender del partido judicial de Chinchón.
Durante la segunda mitad del siglo, el pueblo fue modernizando lentamente sus infraestructuras, incorporando escuelas, mejoras en caminos y nuevos cultivos. La actividad agraria seguía siendo el pilar de la economía local.
A comienzos del Siglo XX, San Martín de la Vega era aún un municipio fundamentalmente agrícola. La llegada del ferrocarril azucarero marcó un hito en la conexión con Madrid y con otras localidades del sureste. En los años 40 y 50 se producen importantes obras de canalización de aguas y modernización de acequias.
A partir de los años 60 y 70, la población crece notablemente, en parte por el desarrollo industrial y el proceso de urbanización vinculado al área metropolitana de Madrid. Aun así, el municipio conserva elementos tradicionales como las huertas, los caminos rurales y una fuerte identidad ligada al paisaje del Jarama.
En el Siglo XXI con la apertura dentro de su término municipal del Parque temático Warner abierto al público el 6 de abril de 2002, llevando a San Martín de la Vega .una gran fuente de ingresos, añadida a la actividad constructora y de servicios.
Empezamos la visita por la amplia Plaza de la Constitución donde se encuentra el Edificio del Ayuntamiento. El actual edificio del Ayuntamiento se alza en el frente oriental de la Plaza de la Constitución, ocupando el solar de media docena de antiguas viviendas rurales, expropiadas con tal fin. Su construcción se llevó a cabo en 1988, integrando en su estructura central la antigua ermita de San Martín, lo que genera un conjunto urbano de gran singularidad, aunque no exento de polémica estética.
El estilo adoptado se define como un pseudo-castellano, con una voluntad de evocación tradicional que, sin embargo, ha sido criticada por su ejecución algo forzada. Destacan los soportales corridos de dos plantas, inspirados en la antigua Casa Consistorial, que intentan dar unidad visual al conjunto.
El material predominante es el ladrillo visto combinado con aparejo toledano en la parte de la ermita, mientras que las alas laterales del consistorio utilizan revoco pintado en ocre vivo y pilares de piedra artificial, buscando un contraste cálido y rústico. El edificio presenta una fachada simétrica, coronada por una espadaña moderna sobre la antigua ermita, a la que se le ha restaurado la fachada pero cuyo interior se encuentra muy reformado y sin elementos originales de interés.
En 1994, el arquitecto Ricardo Lajara Olmo acometió una profunda reforma interior y ampliación, abriendo nuevos frentes por las calles Dos de Mayo y Zorrilla. En dicha reforma, se introdujo un patio interior central placado en piedra y cubierto con un lucernario, generando un espacio más luminoso y articulado. El uso de la policromía también es notable: azul en el acceso, rojo en elementos estructurales, blanco en el patio y amarillo en la escalera, aportando dinamismo al recorrido interior.
Este edificio es un ejemplo singular de cómo la arquitectura contemporánea ha tratado de convivir, con mayor o menor fortuna, con elementos patrimoniales históricos integrados en el tejido urbano moderno.
La Ermita de San Martín, se encuentre situada en el centro de la fachada del actual Ayuntamiento y parcialmente englobada en su volumen, siendo un pequeño templo de origen incierto. Algunos autores la consideran barroca, aunque las referencias más antiguas encontradas datan del siglo XIX. Su fachada, restaurada en estilo toledano, incluye una sencilla espadaña moderna y un paramento de ladrillo que armoniza con los materiales tradicionales de la zona.
Originalmente construida con muros de carga de mampostería, tapial y adobe, la ermita presentaba cubiertas de teja cerámica curva con buhardillas y un sencillo campanil. En 1982 se encontraba en estado de deterioro, lo que posiblemente motivó su restauración parcial. El interior ha sido tan reformado que ha perdido su interés histórico o artístico. Su ubicación, encajada entre las dos alas modernas del Ayuntamiento, ha sido considerada un desacierto urbanístico, si bien constituye un vestigio patrimonial relevante dentro del núcleo urbano.
Desde la esquina derecha según se mira al Ayuntamiento, caminaremos por la Calle del Mediodía hasta llegar al número 9 y encontrarnos con el edificio de las Antiguas escuelas, hoy en día convertido en el Centro Municipal de Jubilados y Pensionistas, levantado entre los años 1925 y 1930.
Se trata de una pequeña construcción en forma de U, cerrada por un porche cubierto en su fachada principal que, en la actualidad, está cerrado y acristalado, convirtiendo el conjunto en un rectángulo. El edificio presenta muros de ladrillo visto colocados a soga, técnica habitual en las construcciones escolares de la época. Sin embargo, el aspecto actual no corresponde al original.
Durante la Guerra Civil el edificio sufrió daños considerables y fue reconstruido a partir de 1940 por el arquitecto Luis Díaz-Guerra, desde la Dirección General de Regiones Devastadas. En esa intervención se revistió el exterior con cal, ocultando el antiguo aparejo toledano —una fábrica mixta tradicional que combinaba ladrillo y mampostería— y dándole al conjunto una imagen más uniforme y sobria. En el zócalo se emplea un enfoscado claro dispuesto en franjas rectangulares que simulan sillares, con una función meramente decorativa. Los huecos presentan dinteles de ladrillo colocado a sardinel, reforzando la estructura y aportando un detalle estético. La cubierta, a cuatro aguas, se remata con un alero de madera muy saliente, otorgando carácter al conjunto. Todo el edificio transmite una imagen de sencillez y funcionalidad, propia de las construcciones educativas de posguerra, hoy adaptadas a nuevos usos comunitarios.
En las dos alas laterales se encontraban los servicios, mientras que la zona central albergaba las dos aulas para alumnos de distinto sexo. En estas aulas, con la ampliación llevada a cabo para albergar en el edificio el Club del Jubilado y la Casa de la Juventud, se instalaron en cada una de ellas uno de estos servicios. Igualmente, se eliminó el porche de acceso, quizás el elemento más representativo que tenía el edificio, adelantando la fachada unos dos metros.
En un nuevo proyecto fechado en 1989, realizado por los arquitectos José Ma Zoya y Fernando Parrilla para dejarlo únicamente como Club del Jubilado, se recuperó de nuevo el porche para crear en su espacio una sala acristalada. Asimismo, en esta remodelación se recuperó una de las chimeneas originales.
De nuevo retrocedemos hasta la Plaza de la Constitución para encaminarnos por la Calle de Santa Teresa hasta encontrarnos con la Iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora, anteriormente dedicada a San Martín de Tours hasta 1579, constituye el edificio más destacado del municipio y un referente visual gracias a su esbelta torre.
Su origen se remonta al siglo XVI, aunque su configuración actual es fruto de diversas ampliaciones, reformas y restauraciones a lo largo de los siglos. Se trata de un templo de nave única, separada del crucero por un gran arco apuntado, y cubierta actualmente por una bóveda de medio cañón rebajada con lunetas, mientras que el presbiterio se cubre con una compleja bóveda estrellada de terceletes con estructura en roseta.
A ambos lados del crucero se abren dos capillas laterales. La del lado del Evangelio, dedicada a la Virgen del Carmen, presenta una pequeña linterna sobre pechinas. En el lado de la Epístola se sitúa la capilla funeraria de la familia Artalejo, construida en 1705, con una cúpula de gallones sobre pechinas y una reja fechada en 1902. En la cornisa de la cúpula se conserva una inscripción conmemorativa de la fundación de la capilla y su uso como lugar de enterramiento familiar.
La iglesia cuenta con coro alto a los pies, baptisterio bajo la torre, y una sacristía adosada al lado de la Epístola, posiblemente añadida en el siglo XVII. La portada principal es sencilla y está situada bajo la torre.
Los muros de la nave son de aparejo toledano, mientras que los de la capilla mayor son de mampostería de piedra, evidenciando distintos momentos constructivos. Al exterior se aprecian contrafuertes de sección troncocónica en las esquinas del ábside, un rasgo especialmente llamativo que refuerza la cabecera desde el punto de vista estructural y visual.
La torre, construida entre los siglos XVII y XVIII, es sin duda el elemento más emblemático del conjunto. De planta cuadrada y 47 metros de altura, consta de cuatro cuerpos de ladrillo visto, separados por fajas lisas y rematada por un chapitel de pizarra con linterna calada y veleta. La estructura del chapitel es de madera y presenta una composición de inspiración clásica, con huecos de medio punto y pilastras en las esquinas.
Durante la Guerra Civil el templo sufrió importantes daños, por lo que fue restaurado por la Dirección General de Regiones Devastadas, según proyecto de Luis Díaz-Guerra en 1940. Entre 1943 y 1959 se llevaron a cabo sucesivas intervenciones, incluyendo la consolidación de cimentaciones, reposición de cubiertas y recuperación parcial del interior. Ya en fechas recientes (1999–2000), se restauró la torre, especialmente el chapitel, bajo la dirección del equipo Cano y Escario y del arquitecto Enrique Nuere. En ese proceso se dejaron vistos los muros exteriores, eliminando el encalado que los ocultaba.
En 1998 se acometió la reordenación del entorno urbano inmediato, eliminando en lo posible el tráfico rodado para convertir el espacio en un lugar de encuentro vecinal, mediante una intervención de César Jiménez.
El conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1996 con la categoría de Monumento, delimitándose un entorno de protección que incluye varias calles adyacentes y la plaza de la Constitución.
Volvemos a la Plaza de la Constitución y atravesar el pequeño parking público existente y desembocar en la Calle del Altillo Martín Pescador, donde giramos a la izquierda y caminamos apenas 150 metros hasta llegar a la Fuente del Martín Pescador, que constituye uno de los elementos más singulares del municipio. Su arquitectura es inusual: una especie de gran brocal circular de más de 9 metros de diámetro que se hunde en el terreno, permitiendo el acceso al caño mediante una escalinata lateral de once peldaños. Esta escalinata se inserta dentro de un graderío concéntrico en forma de anfiteatro con cinco niveles y una arena circular de 5,3 metros de diámetro donde se encuentra la fuente de hierro con cuatro caños, sobre un pedestal de piedra. La estructura está conformada por grandes sillares de piedra de Colmenar, dispuestos como muro de contención
Aunque se desconoce la fecha exacta de construcción, ya en 1792 se documenta el pago al maestro Lorenzo Nebreda por la conducción de aguas potables y la construcción de un pilón. La fuente sufrió diversas intervenciones en los siglos XIX y XX, incluyendo su enterramiento en 1978. Fue finalmente restaurada e integrada en el espacio urbano actual, que recuerda su entorno original mediante una plaza arbolada.
Además de su singular diseño hundido y su estructura de brocal circular, llama la atención la presencia de gradas concéntricas alrededor del espacio central. Aunque no existe documentación directa sobre su uso específico, se puede intuir que estas gradas servían como zona de espera o descanso para las personas que acudían a por agua, permitiéndoles sentarse mientras aguardaban su turno. Esta disposición no solo facilitaba la accesibilidad al caño desde distintos niveles, sino que también dotaba a la fuente de un carácter social y comunitario, como espacio de encuentro cotidiano. Es probable que esta solución respondiera tanto a una intención funcional como estética, evocando la estructura de un pequeño anfiteatro que dignificaba aún más uno de los elementos más representativos de San Martín de la Vega.
A escasos metros de la Fuente del Martín Pescador se encuentra una estructura sobria y empedrada, situada en una pequeña hondonada artificial. Aunque su función ha sido objeto de duda, un documento del COAM sugiere que se trata de un antiguo abrevadero, probablemente también atribuido al maestro Lorenzo Nebreda.
En un proyecto de remodelación redactado en 1993 por Ricardo Lajara e Ignacio Lechón se menciona expresamente que “este pilón o abrevadero [...] se sacará a la luz y restaurará en breve, junto a la fuente de Martín Pescador”, lo que da a entender que esta estructura formaba parte del conjunto hidráulico original.
Construido en piedra similar a la utilizada en la fuente principal, este abrevadero presenta una pared frontal revestida con placas rectangulares de piedra clara, de la cual brota el agua mediante cinco aberturas cuadrangulares embutidas en el muro. El caudal cae directamente en un largo pilón rectangular alineado a ras de suelo. Aunque hoy presenta un aspecto más moderno, es posible que conserve la disposición funcional original, destinada al abastecimiento ganadero. Su uso, probablemente prolongado hasta bien entrado el siglo XX, desapareció progresivamente con el declive de la actividad ganadera en el entorno urbano.
Desde este último punto nos dirigimos por la Calle de la Fuente hasta llegar a la Calle de San Marcos donde giramos a la derecha para caminar unos doscientos metros y llegar a la Avenida de San Martín o M-307, cruzando esta y al empiece de la Avenida del Doctor Manuel Jarabo, se encuentra la Ermita de San Marcos.
la actual ermita de San Marcos es una reconstrucción moderna sin valor artístico relevante. El edificio primitivo, derribado en la segunda mitad del siglo XX, tenía una sola nave, altar elevado sobre tres peldaños, sacristía lateral y muros encalados con estribos, además de una cubierta a dos aguas con espadaña. Sus dimensiones eran de 14,5 x 8,5 metros y en 1889 se encontraba en buen estado.
En la actualidad, el edificio conserva la volumetría original, aunque ha sido rehecho en ladrillo visto, con la adición de un porche y la eliminación de la sacristía.
La devoción a San Marcos, patrón de San Martín de la Vega desde finales del siglo XV, se remonta a un episodio en el que se le atribuyó la intercesión frente a una plaga de langosta. En 1786 ya se documenta la existencia de la ermita como un templo extramuros, lo que sugiere que la villa pudo haber contado con un recinto cercado y accesos controlados, por motivos fiscales y de seguridad.
SAN MARCOS. De 24 al 30 de abril. Eventos religiosos con procesiones, actuaciones musicales, encierros, novilladas y degustación del típico Guiso de Conejo con patatas.
SAN CRISTOBAL. 10 de julio. Misa en la ermita y tarslado del santo en procesión hasta la iglesia parroquial..
NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA. 10 de septiembre. Misa y procesión desde la parroquia a la ermita de San Marcos, allí se renueva el ofrecimiento de la localidad a la Virgen, siendo testigo San Marcos Evangelista, como patrón del pueblo. Una vez producido este hecho, se efectúa la procesión en sentido contrario y a su llegada la Hermandad de la Natividad de Ntra. Sra y San Marcos Evangelista invita a todos los asistentes a limonada, jamón y pastas.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
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Pl. de la Constitución, 1, 28330 San Martín de la Vega Tfno: 91 894 61 11
Distancia a Madrid: 37 KMS Municipios colindantes
Pinto EN COCHEPor la A4 (E-5) hasta salida 22 para coger la M-506 dirección San Martín de la Vega, antes de entrar a este municipio girar a la derecha por la M-301 hasta San Martín de la Vega con 37 kms. Por la A4 (E-5) hasta salida 9 para coger la M-301 hasta San Martín de la Vega con 31,1 Kms. ![]() AUTOBUSES412 Madrid (Villaverde Bajo-Cruce)414 Madrid (Villaverde Bajo-Cruce) 415 Madrid (Villaverde Bajo-Cruce) N-403 Madrid (Atocha) 410 Aranjuez (Infantas) 413 Pinto (Ferrocarril) 416 Valdemoro (Hospital) |