Según todas las versiones existentes de cronistas e historiadores, el nombre de Villamanrique, proviene del linaje de los Manrique de Lara cuando uno de sus miembros funda o refunda la villa a finales del siglo XV o principios del XVI, cambiando el nombre árabe de Alboher que era como se conocía hasta entonces.
Gentilicio: Manriqueños/as - Villamanriqueños/as
La historia de Villamanrique de Tajo está estrechamente ligada a la de tres núcleos que, en el pasado, conformaron su territorio: la villa homónima, Castillo de Tajo y Buenamesón. Aunque sus trayectorias fueron similares, la de Buenamesón tomó un rumbo distinto hasta el siglo XVI, manteniendo cierta independencia hasta 1833, cuando la reorganización provincial de Madrid las unificó bajo un mismo término municipal.
Los vestigios más antiguos sugieren que el área estuvo habitada desde la Edad de Bronce. En los cerros de Alboer, al sur del río Tajo, se asentó una comunidad que, posiblemente, emigró desde el Cerro de Las Letras. Este lugar fue un punto estratégico para diversas culturas, dada su proximidad al río y su relieve que facilitaba la defensa natural. Se han encontrado restos arqueológicos que sugieren la presencia de asentamientos romanos en la zona, aunque no de gran envergadura. Se cree que Roma dejó su huella con la construcción de presas y villas rurales dedicadas al cultivo de olivos y viñedos. Estas explotaciones abastecían tanto a la población local como al comercio con otras ciudades del imperio.
Durante la época visigoda, la región albergó un asentamiento con una necrópolis que, lamentablemente, fue destruida por excavaciones incontroladas a finales del siglo XX. De esta etapa, se han hallado tumbas con lápidas de mármol blanco y objetos personales como anillos y monedas.
Con la llegada de los musulmanes, la zona adquirió una nueva identidad. Los árabes bautizaron el territorio como Alboer, un nombre derivado del árabe al-buhaira, que significa "laguna" o "mar pequeño". Esto se debía a la existencia de un meandro del Tajo que, en épocas pasadas, formó una laguna fluvial. Para asegurar su dominio, los musulmanes construyeron una fortaleza en una colina estratégica, que sirvió como punto de vigilancia entre los castillos de Alarilla y Oreja. En torno a esta fortificación surgió un pequeño poblado.
Durante el Siglo XI, en 1085, la historia de Alboer cambió drásticamente con la conquista cristiana de Toledo por Alfonso VI. Como parte del proceso de repoblación cristiana, el monarca cedió las tierras a la Catedral de Toledo en 1099, con la intención de consolidar el control cristiano en la zona. Sin embargo, la conquista no se sostuvo por mucho tiempo, ya que en 1108, tras la derrota cristiana en la batalla de Uclés, los almorávides retomaron el control de la ribera del Tajo, fortificando aún más la región.
En el Siglo XII, durante el reinado de Alfonso VII, en 1139, los cristianos volvieron a tomar la zona. El monarca concedió la fortaleza de Oreja a sus tropas, estableciendo un sistema de repoblación para asegurar la permanencia de cristianos en el territorio. Sin embargo, los continuos ataques musulmanes hicieron que la estabilidad de la zona se mantuviera en entredicho hasta finales de siglo.
La situación comenzó a cambiar con la entrada en escena de las órdenes militares, en especial la Orden de Santiago, que recibió el control de Alboer y su término en 1171. La Orden, con sede en Uclés, tenía la misión de repoblar y defender la frontera del Tajo. Para ello, construyeron nuevas fortificaciones y organizaron la administración de la zona.
El siglo XIII comienza con la victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 que marcó el inicio de la decadencia almohade y permitió que los cristianos consolidaran su dominio en la región. Como parte del proceso de estabilización, se construyeron nuevas aldeas y se establecieron concejos, entre ellos Fuentidueña de Tajo y Buenamesón, que florecieron gracias a la actividad comercial y ganadera. Sin embargo, Alboer no tuvo la misma suerte y se mantuvo como un enclave secundario.
En 1243, la disputa entre la Orden de Santiago y el Arzobispado de Toledo por el control eclesiástico de la región se resolvió mediante un acuerdo que otorgaba a la Iglesia derechos sobre diezmos y parroquias en la zona. Este acuerdo marcó el fin de los litigios y permitió una administración más estructurada del territorio.
A mediados del siglo XV, la población de Alboer era escasa. Sin embargo, su posición estratégica en la ribera del Tajo la hizo atractiva para la nobleza. Se dice que fue Rodrigo Manrique de Lara, maestre de Santiago y padre del poeta Jorge Manrique, quien impulsó su repoblación y le otorgó el nombre de Villamanrique de Tajo en honor a su linaje. Este hecho, sin embargo, no está completamente documentado, y algunos historiadores sostienen que la fundación definitiva se produjo entre 1475 y 1511, durante el gobierno de Pedro Fernández Manrique de Lara.
Durante el siglo XVI, Villamanrique de Tajo experimentó una paulatina consolidación. La villa fue incorporada plenamente a la administración de la Corona y comenzó a desarrollarse en torno a la agricultura y la ganadería. Se construyó la iglesia parroquial de Santa María de Alboer, posiblemente sobre los restos de una antigua iglesia medieval a finales del siglo XV o principios de este.
El siglo XVII fue una época de relativa prosperidad, con el crecimiento de la población y el desarrollo de infraestructuras como molinos, acequias y caminos que conectaban la villa con otras localidades cercanas.
En el siglo XVIII, la Guerra de Sucesión Española (1701-1714) trajo inestabilidad a toda la región, generando saqueos y despoblación temporal. Bajo el reinado de los Borbones, supuso una recuperación económica. Se promovió la mejora de las vías de comunicación y se reforzó el sistema de administración municipal. Durante esta época, Villamanrique se benefició del auge del comercio de lana y productos agrícolas, consolidando su papel como un pequeño pero activo núcleo rural.
El siglo XIX fue un período de profundos cambios para Villamanrique de Tajo. La Guerra de la Independencia (1808-1814) dejó una huella profunda en la villa, con saqueos y la presencia de tropas francesas en la región. Muchos habitantes participaron en la resistencia contra la invasión napoleónica, contribuyendo a la guerrilla que hostigaba a los soldados franceses.
Tras la guerra, la villa se vio afectada por la inestabilidad política del país. Con la llegada del trienio liberal (1820-1823) y la posterior restauración absolutista de Fernando VII, hubo tensiones entre los partidarios del Antiguo Régimen y los que apoyaban las reformas liberales.
En 1833, con la nueva división territorial impulsada por Javier de Burgos, la villa quedó integrada dentro de la provincia de Madrid, perdiendo su independencia administrativa y absorbiendo a los antiguos núcleos de Castillo de Tajo y Buenamesón.
Las Guerras Carlistas (1833-1876) afectaron la estabilidad de la zona, aunque Villamanrique, por su ubicación, no fue escenario de grandes enfrentamientos. Sin embargo, la crisis económica y la desamortización de bienes eclesiásticos promovida por Mendizábal en 1836 alteraron la estructura de propiedad en la villa, pasando muchas tierras de manos de la Iglesia a propietarios privados.
Con la llegada del liberalismo y la abolición del régimen señorial en 1837, Villamanrique dejó de depender del señorío de los Fernández de Córdoba y pasó a integrarse plenamente en el sistema administrativo moderno como un municipio dentro de la provincia de Madrid. Este cambio permitió a la localidad gestionar sus propios asuntos, aunque las condiciones económicas continuaron siendo difíciles.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, con la Revolución de 1868 y la Primera República (1873-1874), la inestabilidad continuó, aunque la villa logró cierto desarrollo con la mejora de caminos y la llegada de avances técnicos en la agricultura.
Hacia finales del siglo, el ferrocarril y la industrialización empezaron a transformar el país, pero Villamanrique de Tajo siguió siendo una comunidad predominantemente agrícola. Con la llegada del ferrocarril en la segunda mitad del siglo XIX, la región experimentó una mejora en las comunicaciones, aunque Villamanrique quedó al margen de las principales líneas ferroviarias. La agricultura y la ganadería siguieron siendo la base económica del municipio, con la introducción de cultivos como el trigo, el olivo y la vid. Sin embargo, la falta de infraestructuras y la escasez de recursos limitaron el desarrollo de la localidad en comparación con otros municipios más industrializados.
A finales del siglo XIX, la villa comenzó a mostrar signos de modernización, con la mejora de infraestructuras y la introducción de avances técnicos en la agricultura. Sin embargo, la emigración hacia ciudades más grandes como Madrid comenzó a despoblar lentamente la región.
El siglo XX trajo consigo avances tecnológicos y mejoras en la infraestructura de Villamanrique de Tajo. Durante la primera mitad del siglo, la construcción de nuevas carreteras mejoró la comunicación con otras localidades, facilitando el comercio y el acceso a servicios básicos.
Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), Villamanrique de Tajo se vio afectado por la violencia y la inestabilidad política. Tras el conflicto, la posguerra trajo consigo una etapa de dificultades económicas y emigración, con muchos habitantes buscando mejores oportunidades en Madrid y otras ciudades industrializadas.
A partir de la década de 1960, la mecanización de la agricultura y la modernización de los sistemas de riego permitieron un aumento en la productividad del campo. Sin embargo, la industrialización de España llevó a un progresivo despoblamiento rural, ya que muchas familias optaron por trasladarse a zonas urbanas en busca de mejores oportunidades laborales.
Siglo XXI. En la actualidad, Villamanrique de Tajo ha experimentado un resurgimiento gracias al turismo rural y a la promoción de su patrimonio histórico y natural. La cercanía al Parque Regional del Sureste y al río Tajo ha convertido a la localidad en un destino atractivo para actividades al aire libre y ecoturismo.
La preservación de sus tradiciones y fiestas populares sigue siendo un pilar fundamental en la identidad del municipio. Eventos como las fiestas patronales y la Semana Santa atraen a visitantes y refuerzan el sentido de comunidad entre sus habitantes. A pesar de los desafíos derivados del envejecimiento de la población y la necesidad de generar nuevas oportunidades económicas, Villamanrique de Tajo sigue apostando por el desarrollo sostenible y la mejora de sus infraestructuras para garantizar un futuro próspero a sus habitantes.
Comenzamos la visita al pueblo dejando el coche en la Calle del Conde a escasos metros de la Plaza de la Constitución para ver el Edificio del Ayuntamiento.
Se trata de una construcción levantada entre 1940 y 1950 levantada sobre el solar de la antigua Casa Consistorial y reformada posteriormente en dos o tres ocasiones hasta llegar a su estado actual. Si se observa su fachada principal presenta una simetría perfecta, con dos plantas y soportal sustentado por seis pilares cuadrados. Destaca la terraza o balcón corrido protegido por una baradilla de forja que ocupa todo el largo de la fachada. En mitad de esta planta se levanta un torreón de planta cuadrada con cubierta a cuatro aguas, y sobre la misma como remate del edificio, se encuentra un campanario con aguja y veleta. En la fachada de este torreón se encuentra el escudo en cerámica de la localidad, y sobre el mismo el típico reloj.
El escudo mencionado corresponde al de armas de los Lasso de Castilla, Condes de Villamanrique de Tajo
Dejando la Plaza de la Constitución no encaminados direcion noreste por la Calle de San Marcos o M-319 hasta llegar al número 19 de la misma y encontrarnos con la antigua casa de Peones Camineros.
Se trata de una construcción cuyo proyecto fue efectuado en 1953 en primer lugar con la adquisición de los terrenos por el Director de Vías y Obras Provinciales previa autorización del Presidente de la Diputación, prolongándose las obras hasta 1958. La planta es rectangular donde se ubicaban dos viviendas a las cuales se accedía independientemente por medio de sendas puertas situadas a cada lado de dos pórticos cerrados con arco de medio punto. Cada vivienda con varias habitaciones poseía a sus espaldas un pequeño jardín.
Con el paso de los años y la desaparición de esta profesión, en 1989 todo el edificio presentaba notables visos de abandono pero con un buen estado estructural, lo cual llevó al Ayuntamiento a proponer a la Dirección General de la Juventud de la Comunidad de Madrid su reforma y posible ampliación para que se ubicase un Albergue Juvenil. El proyecto de reforma lo llevó a cabo la arquitecta Juana María López y López-Prisuelos, la cual respetó el alzado y la estructura, limitándose a tirar tabiques interiores, de tal forma que está compuesto por dormitorios para 23 personas, salón-comedor, dos cuartos de baños para ambos sexos, y una cocina que comunicaba con el despacho y dormitorio y baño del guarda. Así mismo existen unas construcciones auxiliares para bicicletas, piraguas y un depósito de combustible.
Continuamos 50 metros por la Calle de San Marcos hasta llegar con la esquina con la Calle de la República Dominicana para girar a la derecha por la misma, para que después de pasar la Plaza de Marciana Martínez llegar a la esquina con la Calle República Argentina, donde se encuentran las antiguas Casas de los Maestros y Maestras.
Se trata de una construcción que alberga dos viviendas contiguas de igual distribución separadas únicamente por un pequeño muro, levantadas según el proyecto del arquitecto Manuel Moreno Lacasa en la década de los 50 del siglo XX. Presentan planta rectangular con una sola planta, con un pequeño jardín en su parte delantera y corral en la trasera. En la actualidad viven en las mismas dos familias del municipio.
Frente a las antiguas casas de los maestros y maestras, se encuentran las Antiguas escuelas. Aunque se desconoce el año exacto de su construcción y autor, aparentemente pudiera datase entre 1950 y 1955. Se trata de una construcción de planta rectangular de una sola planta dividida en dos con entradas diferenciadas en los extremos, con el fin de proceder a la separación por sexo que entonces era obligatoria.
El edificio se encuentra levantado con muros enfoscados apoyados en un zócalo de mampostería de piedra, con cubierta de teja cerámica con bolas de granito en sus ángulos apoyadas sobre pedestales del mismo material. La parte frontal presenta una fachada con con seis ventanas enrejadas y una puerta rectangular en el medio de las mismas. En los dos extremos retranqueados, se encuentran ambas portadas con arco de medio punto que en su día sirvieron para dar entrada diferenciada a ambos sexos.
En la actualidad según una placa existente, en el edificio se ubica la Casa de Niños, aunque realmente se trata de la Escuela de Educación Infantil
Dejamos atrás las antiguas escuelas para continuar caminando por la Calle de la República Dominicana hasta llegar a la esquina con al Calle Carlos Ruiz y encontrarnos con la Antigua casa del médico.
Se trata de una construcción de planta poligonal rodeada de un pequeño jardín sobre un solar triangular, rodeado por una tapia baja de mampostería y reja sobre la misma a modo de protección. Los muros encalados descansan sobre un zócalo de mampostería, que se ve interrumpido por el porche de acceso con un arco de medio punto en sus laterales. La cubierta es de teja árabe con bolas graníticas apoyadas en pedestales del mismo material, en sus esquinas.
En mi visita una placa con dos escudos en sus laterales, contiene la inscripción Casa de Niños, sin embargo como en la anterior la ausencia de vida era palpable.
Dejamos atrás la antigua casa del médico caminando por la Calle de la República Dominicana hasta llegar a la Calle del Conde donde giramos a la izquierda hasta llegar a la Plaza de la Iglesia donde se encuentra la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Arbuel. Su construcción es de origen tardomedieval, erigida en el siglo XV seguramente como ermita de Villarejo con dos naves, capilla cubierta de madera y dos altares, el mayor presidido por la Virgen, situándose a su lado la casa del ermitaño.
Posteriormente ya en la segunda mitad del siglo XVI esta pequeña ermita aparece citada como reconstruida y con tres naves sobre pilares con arcos de yeso, estando la capilla mayor cubierta por una bóveda del mismo material pintada y torre-campanario con dos campanas. Posteriormente ya en 1742 en una declaración efectuada por Matheo González Guerrero nombrado por el entonces párroco del pueblo Felipe de Mendoza para llevar a efecto la inspección del templo, reseña que solo tiene una sola nave cubierta de madera al igual que la Capilla Mayor, con coro elevado a los pies, sacristía de planta rectangular adosada a la derecha de la mencionada capilla y torre-campanario de base cuadrangular adosada al coro. Todo esto suponen que el templo sufrió una gran reforma llevada a cabo entre los siglos XVI y XVIII, adquiriendo un cambio por el que se asemeja al que tenía a mediados del siglo XX, realizándose a partir de la segunda mitad de este siglo una serie de intervenciones, hasta dejarla con su aspecto actual.
El conjunto presenta una fachada completamente encalada, con un cuerpo central ligeramente adelantado donde se encuentra el acceso principal: un arco de medio punto moldurado sobre el que se abren tres vanos verticales, aportando iluminación al interior.
A sus pies en el lado de la epístola se alza una torre campanario moderna, de base cuadrada que se transforma en su parte superior en un cuerpo octogonal abierto, donde se alojan las campanas. Esta zona superior está coronada por una cubierta también octogonal rematada por una cruz de forja. La forma octogonal de la cubierta, visible claramente desde el exterior, le otorga al conjunto un perfil inconfundible y añade cierto dinamismo a una arquitectura de líneas sobrias.
Adosado al lado izquierdo del templo se encuentra un volumen auxiliar, de menor altura, que históricamente podría haber albergado la casa de ermitaño. Todo el conjunto mantiene una estética homogénea, con mampostería revestida y pintada de blanco, reflejo de las restauraciones recientes.
Desde la Plaza de la Iglesia nos dirigimos a bajar un terraplén con una cierta pendiente por la que hay que ir con algún cuidado, hasta llegar al Paseo del Parque donde giraremos a la derecha hasta encontrar la entrada al Parque Fluvial, que con un área de 40.000 m2 a modo de isla rodeada por el río Tajo. Nada más entrar a nuestra derecha encontraremos un área con bastante sombra y bancos con mesas de madera, un lugar ideal para desconectar un día laborable de primavera u otoño.
De frente a la entrada se encuentra un puente de madera que deberemos atravesar para introducirnos verdaderamente en este área. Cogiendo la senda que parte a nuestra izquierda, sin apenas sombra, llegaremos a la zona donde se encuentran unas canchas de tenis y baloncesto a nuestra derecha. Continuando por la misma senda que también se usa seguramente para vehículos de mantenimiento, llegamos hasta una construcción de madera que hace de mirador sobre río Tajo. A unos metros frente al puente y a un lateral de las canchas de tenis y de baloncesto, se encuentra un área con pequeño parque infantil y otra con máquinas para hacer algo de ejercicio físico, una zona de petanca y una fuente que en mi visita no arrojaba agua alguna.
Si se visita Villamanrique en un día de diario y no se tiene ninguna prisa, recomiendo pasar en este lugar algún tiempo solo escuchando el continuo cantar de los pájaros, sobre todo a los que vivimos en las grandes urbes.
Después de esta visita, nos dirigimos hasta donde había dejado aparcado el coche con el fin de volver a Madrid, no sin antes visitar la Ermita de San Isidro situada en la confluencia de la carretera M-319 en dirección a Villarejo de Salvanés y la Calle de la Concepción.
Se trata de una construcción de planta cuadrangular de una sola altura, de muros encalados y cubierta a cuatro aguas. El acceso al interior se efectúa mediante una portada rectangular de madera con dos hojas y dintel del mismo material y la inscripción de San Isidro. En su día fue un panteón para las familias pudientes de la localidad.
Su situación y apariencia puede originar confusión a la hora de encontrarla, toda vez que más que una construcción religiosa, más bien parece un edificio agropecuario, salvo por la pequeña cruz y veleta situadas en mitad de la cubierta. Con esta visita termino mi estancia en Villamanrique de Tajo.
Simplemente como comentario toda vez que no lo he visitado, quisiera hacer una reseña del Castillo de Alboer.
Se trata de las ruinas de una fortaleza islámica que formaba parte de la denominada Marca Media, que garantizaba al estar ubicado en la cima de una loma el control de la Vega del Tajo. El castillo o fortaleza fue destruida durante la Guerra de Sucesión Castellana en 1478.
Por lo que he podido averiguar, existen dos posibilidades de acceder por lo menos hasta la base de la loma donde se encuentra.
- Desde a carretera M-319 que une Villamanrique de Tajo con Santa Cruz de Zarza, después de pasar la Finca del Castillo sale a la derecha un sendero que lleva hasta la base para después, por lo que se puede ver en la lejanía, empezar una subida bastante fuerte.
- A la izquierda de la puerta de entrada al Parque Fluvial existe un letrero indicador Camino del Castillo que te sitúa en la Avenida de la Playa, tras caminar alrededor de un kilómetro se llega a la carretera M-319 un poco antes de cruzar un puente. desde aquí seguir por la mencionada carretera hasta encontrar el camino a la derecha señalado en la primera opción.
Aunque yo no he hecho ninguna de las opciones y no he llegado hasta la base, en mi visita en el mes de mayo con una temperatura agradable, recomiendo si se desa hacer esta ruta, hacerla a principios de primavera o de otoño, toda vez que no existe sombra alguna.
San Marcos. Cuarta semana de abril. Actos religiosos, juegos infantiles, concursos, toros, bailes y romería con el Santo hasta el Parque fluvial con degustación de caldereta y hormazo,
Jesús Nazareno. Mediados de septiembre. Fiestas Patronales. Eventos religiosos, juegos infantiles, competiciones deportivas, fuegos artificiales, encierros, toros, bailes populares, procesión y romería.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
![]() Ayuntamiento
Plaza de la Constitución, 1 28598 - Villamanrique de Tajo Tfno: 91 872 71 86
Distancia a Madrid: 56,9 KMS Municipios colindantes
Fuentidueña de Tajo EN COCHEPor la A3 (E-901) hasta salida 48 para tomar la M-321 hasta la M-319 que llevara a Villamanrique de Tajo. 64,5 Kms.. Por la R-3 hasta su intercesión con la A3 y desde aquí seguir los pasos anteriores.con 65,5 Kms.![]() AUTOBUSES353 Madrid (Estación Sur )350B Arganda (Hospital) |