Salvanés fue un pequeño poblado hoy desparecido cuyos primeros habitantes provenían de un pueblo extremeño llamado así. En cuanto a Villarejo fue otro poblado cercano que en la edad media absorbió a Salvanés, dándole a nueva población el título de Villarejo de Salvanés.
Gentilicio: Villarejenses/as
El territorio donde se asienta Villarejo de Salvanés estuvo habitado desde tiempos remotos, como lo prueba la presencia de restos líticos hallados en las proximidades del río Tajo. Las características del entorno, con recursos hídricos y terrenos aptos para el cultivo y la ganadería, hicieron de esta zona un lugar favorable para el asentamiento humano desde la prehistoria. Sin embargo, no hay constancia de una ocupación continua hasta época medieval.
Durante el periodo visigodo y la posterior dominación islámica, la zona pudo haber formado parte de rutas secundarias de tránsito y pasto, aunque no se documentan núcleos de población estables en este momento. Será tras la Reconquista cuando se consolide el poblamiento del territorio.
En el Siglo XI, con la consolidación de la frontera cristiana tras la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI, el área de Villarejo comenzó a integrarse en las estructuras repobladoras del Reino de Castilla. Sin embargo, no hay una referencia documental clara de Villarejo en este siglo, aunque se considera que el poblamiento permanente pudo iniciarse por entonces, probablemente como una aldea de carácter agrícola dependiente de algún señorío.
Durante el Siglo XII el avance repoblador hacia el sur continuó, y con él la necesidad de organizar y proteger los territorios. Es posible que Villarejo comenzara a configurarse como aldea bajo alguna jurisdicción señorial o eclesiástica, aunque aún no aparecen referencias escritas que lo confirmen de manera directa. La zona formaba parte de la Extremadura castellana, en constante tensión con los territorios islámicos del sur.
En el Siglo XIII ya aparece mencionado el topónimo Villarejo, lo que evidencia su consolidación como núcleo de población. El término “Villarejo” hacía alusión a un pequeño asentamiento o villa de nueva creación. A mediados de siglo, el territorio fue incluido en el realengo, aunque posteriormente fue donado a la Orden de Santiago.
La vinculación a esta orden militar y religiosa será clave para el desarrollo del municipio. Su integración en la Encomienda Mayor de Castilla, con sede en Uclés, supuso un impulso para la organización territorial, la repoblación y la economía agrícola. Es posible que ya en este momento existiera alguna forma de torre o fortificación primitiva, origen de la que será la actual torre del homenaje.
Durante el Siglo XIV, Villarejo de Salvanés fue consolidándose como cabeza de encomienda santiaguista, lo que le otorgó un papel estratégico en la administración de los territorios del sureste madrileño. La presencia de la Orden de Santiago garantizaba protección militar y el desarrollo económico ligado al control de tierras y caminos.
Se reforzaron las estructuras defensivas y administrativas, lo que convirtió a Villarejo en un lugar relevante dentro del entramado del Campo de San Juan. En este siglo se menciona ya a Salvanés, posiblemente en referencia a una familia de comendadores o a algún personaje relacionado con la administración local de la encomienda.
Durante Siglo XV se levanta la torre del homenaje, emblema del poder militar y político de la Orden de Santiago en la zona. Esta construcción, de carácter militar, respondía a la necesidad de controlar los territorios y de garantizar seguridad frente a posibles conflictos.
La villa ya tenía una notable importancia como centro comarcal, y su economía estaba basada en la agricultura, el cultivo del cereal, la vid y el olivo, así como en la ganadería. El caserío se fue consolidando en torno a la torre y la iglesia. En esta época se producen también mejoras en las infraestructuras y caminos.
Durante el Siglo XVI, Villarejo de Salvanés alcanzó gran relevancia al convertirse en residencia habitual de D. Luis de Requesens y Zúñiga, Comendador Mayor de Castilla y lugarteniente de Don Juan de Austria en la histórica Batalla de Lepanto (1571). La estrecha relación del pueblo con este acontecimiento se vería reflejada en la posterior construcción del Santuario de Nuestra Señora de la Victoria, en agradecimiento por la victoria de la Liga Santa frente al Imperio Otomano. Esta vinculación fue reconocida siglos después, cuando el Papa Francisco concedió el Año Jubilar Mariano en 2021, estableciendo dicho santuario como lugar oficial de peregrinación.
El Siglo XVII trajo consigo una progresiva decadencia. Como en muchas otras localidades castellanas, la crisis demográfica, la presión fiscal, las guerras y las malas cosechas marcaron la vida en Villarejo. A pesar de ello, la villa mantuvo su relevancia dentro del Campo de San Juan.
Se realizaron reformas en algunos edificios y se conservó la estructura urbana heredada del siglo anterior. La actividad agrícola continuaba siendo el sustento principal, aunque con dificultades.
Durante el Siglo XVIII la villa experimentó una lenta recuperación demográfica y económica. Se mejoraron caminos y se reforzó la estructura administrativa. El catastro de Ensenada permite conocer con detalle la realidad de la villa en esta época: predominaban los labradores y jornaleros, aunque también había presencia de clero, hidalgos y artesanos.
Se mantuvo el cultivo de cereales, viñas y olivos, y se produjo un tímido crecimiento de las actividades comerciales. Villarejo seguía siendo una de las localidades más importantes de la zona, aunque su influencia comenzaba a diluirse.
El Siglo XIX supuso el inicio del fin del antiguo régimen. En 1812, las Cortes de Cádiz decretaron la abolición de los señoríos, suprimiendo los derechos jurisdiccionales de la Orden de Santiago sobre Villarejo, aunque los derechos de propiedad no fueron eliminados de inmediato.
A lo largo de las décadas siguientes, especialmente con las desamortizaciones de Mendizábal (1836) y Madoz (1855), se produjo la venta en pública subasta de numerosas propiedades eclesiásticas y señoriales, lo que transformó la estructura de la propiedad en el municipio. Además, con la reforma territorial de Javier de Burgos en 1833, Villarejo de Salvanés pasó a formar parte de la provincia de Madrid y quedó integrado en el partido judicial de Chinchón.
Durante el Siglo XX Villarejo se enfrentó a los retos de la modernidad: la mecanización del campo, la emigración a las ciudades, la Guerra Civil y la posterior dictadura. La localidad vivió los mismos procesos que tantas otras del interior peninsular: pérdida de población, abandono de explotaciones agrícolas y progresiva terciarización de la economía.
A pesar de ello, se mantuvo un tejido social activo, con asociaciones, mejoras urbanas e iniciativas culturales. En la segunda mitad del siglo se amplió el núcleo urbano, se mejoró el acceso por carretera y se desarrollaron nuevas infraestructuras.
Durante las primeras decenas del Siglo XXI Villarejo de Salvanés ha apostado por la recuperación del patrimonio histórico, con especial atención a su torre del homenaje, sus edificios religiosos y su estructura urbana tradicional. La economía actual se basa en el sector servicios, la logística, la agricultura de olivar y viñedo, y el pequeño comercio.
El municipio participa en diversas iniciativas culturales y turísticas y mantiene una identidad fuerte vinculada a su pasado santiaguista. La conservación de la arquitectura popular y los elementos patrimoniales sigue siendo una prioridad, al tiempo que se buscan nuevas formas de dinamizar la economía local y atraer visitantes.
Comenzamos nuestra visita a la localidad por la Plaza de España donde se encuentra el Edificio del Ayuntamiento, existiendo referencia del mismo desde el siglo XVI, que según las Relaciones de Felipe II aparece citado como En la Villa de Villarejo de Salvanés ... estando dentro de la cámara del ayuntamiento de esta villa a campana tañida según de lo que tienen de uso e de costumbre..... Sin embargo a lo largos de los siglos ha sufrido numerosas reformas.
El edificio que hoy se puede ver consta de dos plantas con sus muros encalados y ventanas y puertas remarcados con carpintería metálica, anteriormente con jambas y dinteles de piedra granítica. Sin embargo lo que sí ha llegado hasta nuestros días —al menos en parte— es su imponente pórtico, que protege ambas plantas y está sustentado, en la baja, por columnas de piedra caliza de Colmenar; en la superior, por pilares de madera forrada que acogen una balconada corrida.
Continuamos bajando por la Calle Mayor hasta llegar al número 49 de la misma donde se encuentra el Museo del Cine "Carlos Jiménez", asentado en el que fuera antiguo Cine París inaugurado en agosto de 1966 y clausurado en 2012 para convertirse en el actual museo.
Entre los muchos objetos expuestos se pueden ver mecanismos precinematográficos, generalmente del siglo XIX y piezas únicas como los cinematógrafos de los Hermanos Lumière o los primeros proyectores de Edison.
Por desgracia, no pude visitarlo, ya que solo abre al público los sábados. Entre semana únicamente se permite el acceso a grupos con cita previa, lo que impide que visitantes individuales puedan conocerlo. Este no es un caso aislado: situaciones similares se repiten en numerosos pueblos de la Comunidad de Madrid, incluso en espacios gestionados directamente por la propia administración. Una verdadera lástima, especialmente cuando se trata de recursos culturales tan valiosos.
Desde el punto anterior caminamos unos metros hacia Valdaracete, para girar a la derecha por la Calle de la Ermita y continuar por la misma unos 300 metros y encontrar a nuestra derecha con la Fuente Lavadero Pozo Marcos instalado dentro del recinto de una propiedad particular y con reja de por medio.
Se trata de una construcción del siglo XVIII, levantada con piedra caliza de las canteras de Colmenar de Oreja. Sus aguas provienen de un manantial situado a unos 200 metros monte arriba. Originalmente la conducción de agua hasta la fuente se realizaba mediante un canalillo de tejas, reemplazado en los años 40 por una tubería. La fuente consta de dos caños que desaguan en un pequeño pilón en forma de L que a su vez se comunica con otro rectangular de mayor tamaño que se utilizaba como abrevadero, a su vez este desagua en otro gran pilón que se utilizaba como lavadero, sirviendo la fuente como punto de aprovisionamiento de agua potable para la población.
Hasta los años 70 fue un lugar de encuentro para muchas mujeres del pueblo, que acudían allí a lavar la ropa y, de paso, a comentar los últimos acontecimientos. En el año 2019 se llevo a cabo una importante rehabilitación y limpieza de los pilones. Se trata de un importante patrimonio cultural de Villarejo de Salvanés.
A escasos cinco metros de la fuente citada, se encuentra la Ermita de San Isidro. Se trata de una construcción de planta mas bien rectangular levantada en 1982, en el lugar de otra anterior construida en 1913 y demolida en 1982.
Su construcción es muy sencilla, muros de ladrillo enyesado, pintado de color amarillo y cubierta a cuatro aguas con una pequeña cruz de metal coronando el templo. El acceso al templo se realiza mediante una portada con arco de medio punto, sobre la cual existe la inscripción 15-5-82.
Cada 15 de mayo se celebra una romería en la que los vecinos trasladan al santo desde el Convento de Nuestra Señora de la Victoria de Lepanto hasta la ermita y posteriormente su regreso. Es tradicional que durante la misma se instalan diversas casetas de bares y se degustan rosquillas y limonada.
Desde este punto y para quienes deseen alargar la visita con una ruta de senderismo, existe un camino de unos 9 kms (ida y vuelta) que lleva al yacimiento de Santa María, donde se conservan restos muy fragmentarios de una antigua iglesia medieval y trazas arqueológicas. Aunque el lugar carece de señalización y el estado de conservación es limitado, puede interesar a quienes disfrutan del entorno rural o de la arqueología menos conocida.
Retrocedemos por la Calle Pozo Marcos hasta llegar a la Calle San Juan, la cual seguiremos hasta llegar a la Calle de la Encomienda donde se encuentra la Casa de la Tercia. Esta construcción formaba parte de los bienes inmuebles construidos y mantenidos por la Orden Militar de Santiago, tras su decisión de establecer en Villarejo la sede de la Encomienda Mayor de Castilla, siendo el centro administrativo de la misma, donde se almacenaban las rentas en especie que los vasallos tributaban, así como la producción de las tierras de la propia Encomienda.
En cuanto a su construcción se desconoce la fecha exacta de la misma, aunque todo parece indicar que se produciera cuando Villarejo como se ha citado anteriormente, se convirtiera en la sede de la Encomienda a mediados del siglo XV. En un principio estaba constituida por dos edificaciones con una única fachada que daba a la Calle de la Encomienda, estando comunicadas por un espacio interior donde se hallaban pequeñas habitaciones adosadas a la bodega, las cuales desparecieron cuando en el primer cuarto del Siglo XVI se construyó el patio columnado actual con un corredor en la planta alta, así como un segundo patio destinado a estancias de la actividad agraria, como caballerizas, pesebres, pajar etc.
Lo primero a lo que lleva la vista es a su gran fachada totalmente sobria, de la que sobresale la portada con arco adintelado con dovelas bastante grandes y jambas de piedra. Sobre la portada existe un balcón adintelado y encima del mismo en medio de un frontón, se encuentra el escudo de la Casa de los Austrias. En ambos lados de la portada se encuentran dos escudos iguales de Juan de Zúñíga y Avellaneda, lo cual hace suponer que el edificio adquirió su morfología en el período en cual el mismo fue comendador, es decir entre 1536 y 1546.
Una vez efectuada la entrada al edificio, se encuentra gran patio columnado. En su origen estas columnas graníticas era ocho, sin embargo solamente cinco se pueden ver en la actualidad. Esto es debido a que con la desamortización de Mendizábal del siglo XIX los bienes religiosos fueron subastados, siendo en el caso de este edificio completo comprado por la familia Rivera que lo tuvieron en sus poder hasta los 40, que lo traspasaron en cuatro lotes a familias diferentes, habiendo recuperado el Ayuntamiento la parte que se puede visitar.
Desde este patio se puede acceder a las bodegas y al Museo Etnográfico de Villarejo. En primer lugar se encuentran unas grandes tinajas repuestas en 1763. Todo el espacio restante se dedica a las diversas formas de vida y costumbres que ha tenido el pueblo, pasando por los utensilios empleados en la recolección de los cereales, la recogida y manipulación del esparto con una antigua rueca restaurada, utensilios para la fabricación del vino etc..
Saliendo de nuevo al patio subiendo las escaleras que conducen a la planta alta, antiguo granero, nos encontramos con una de las maquetas más grandes que he visto. Un conjunto de casas de un poblado medieval en primer plano, seguido por la representación de una batalla, todo rodeado con tallas de caballeros de la Orden Militar de Santiago.
Unos metros separado de esta maqueta, se encuentra otra representando la Batalla de Lepanto.
A escasos metros de la Casa de la Tercia, se encuentra la Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol.
La iglesia se encuentra enclavada en el corazón del casco antiguo de Villarejo de Salvanés, forma parte del conjunto monumental histórico que integraban la torre del homenaje del castillo, el desaparecido palacio de los Comendadores y la Casa de la Tercia. Todo este conjunto estuvo bajo la jurisdicción de la Encomienda Mayor de Castilla de la Orden Militar de Santiago, de la que Villarejo fue cabeza y en la que la iglesia desempeñó un papel central durante siglos.
Los orígenes de la iglesia se remontan a una primera fábrica probablemente del siglo XIII, sobre la cual se comenzó a levantar el templo actual en el siglo XIV, en estilo gótico, a lo largo de unas tres décadas. Desde sus inicios, el edificio fue creciendo y transformándose, con nuevas capillas añadidas a lo largo del tiempo. Ya en el siglo XV se constata la existencia de enterramientos, como evidencia una lápida datada en 1410. En 1508, durante una visita oficial de la Orden de Santiago, se documenta la existencia de una iglesia con entidad propia y un sacerdote adscrito, el hermano Fernando Sánchez.
Durante el siglo XVI, el templo tomó su forma cuasi definitiva, incorporando elementos característicos del gótico tardío o secundario. En esta época se construyeron capillas como la de los Aponte, familia vinculada al castillo y a la propia Orden de Santiago, cuya capilla destaca por su reja renacentista y su escudo familiar. En 1519, el rey Carlos V autorizó la fundación de una capellanía vinculada a esta familia, lo que muestra la relevancia eclesiástica del edificio. Las Relaciones de Felipe II, en 1575, ya lo describían como el único gran edificio de la villa junto al castillo.
En el siglo XVII, la iglesia seguía ampliándose y acumulando riqueza: poseía tierras, olivares y viñas, además de recibir parte del diezmo. Llegó a contar con al menos siete clérigos en activo. Durante esta centuria se construyeron elementos barrocos como la capilla del crucero y el coro a los pies de la nave, así como la sacristía y algunos altares laterales.
A partir del siglo XVIII comenzaron los signos de deterioro. Una visita en 1738 advertía grietas en la fachada principal, muros descarnados y puertas envejecidas, aunque aún se mantenían en buen estado las cubiertas y armaduras. El Catastro de Ensenada, en 1751, menciona que el cura seguía vistiendo el hábito de Santiago, muestra de que la iglesia seguía ligada a la Encomienda Mayor, aunque la decadencia de esta institución era ya evidente.
En el siglo XIX, tras la desamortización de Mendizábal, la iglesia pasó a depender del Arzobispado de Toledo y fue declarada Bien Nacional. Se hicieron algunas reformas menores, como el embaldosado de 1860, pero en 1892 el edificio fue declarado en ruina. Un proyecto de 1897 propuso un nuevo pórtico, aunque finalmente solo se acometieron reparaciones superficiales.
El siglo XX estuvo marcado por el deterioro acelerado del edificio. Durante la Guerra Civil sufrió graves daños por bombardeos, que afectaron a muros y cubiertas. Las restauraciones posteriores fueron parciales y muchas veces poco acertadas. En 1942, Javier de Lara redactó un ambicioso proyecto de rehabilitación que no se pudo ejecutar en su totalidad. A raíz de un terremoto en 1969, se emitió un informe técnico que obligó al derribo parcial de la torre y de las cubiertas. Finalmente, en 1974, la iglesia fue incluida junto al castillo y la Casa de la Tercia en la declaración de conjunto histórico-artístico.
A partir de 1980 se inicia por fin una restauración estructural de calado, dirigida por la arquitecta María Luisa López Sardá, que permitió consolidar el edificio, restaurar los muros, limpiar la estructura y dotarlo de una nueva cubierta. El templo fue reabierto al culto en 1999, tras completar fases de pintura, pavimentación y recuperación topológica. La nueva torre, de diseño sobrio y geométrico en hormigón armado, suscitó controversia entre los vecinos por alejarse del antiguo chapitel barroco, pero simboliza la fusión entre tradición y modernidad que caracterizó esta última restauración.
Se trata de una construcción de planta rectangular con una única nave de tres tramos, con crucero y ábside poligonal. Las bóvedas góticas de crucería con terceletes y combados se perdieron tras el derrumbe del techo durante los años 60 del siglo XX. Las capillas son de distinto estilo arquitectónico, así la Capilla de los Aponte del siglo XVI y estilo gótico, La Capilla del crucero es barroca y la Capilla bautismal posee cúpula sobre pechinas.
Los muros son de mampostería con piedra a boca de escoda y tracería de yeso, teniendo los contrafuertes cúbicos y semicilíndricos al exterior, con aspecto de torreones defensivos. El acceso al templo se efectúa por dos portadas: la principal situada los pies con arco adintelado, columnas toscanas, frontón en el que se encuentra labrado un escudo de la Orden Militar de Santiago y una pequeña escalinata de piedra con tres peldaños. La portada lateral en el lado de la epístola, siglos XVI-XVII presenta arco de medio punto con decoración de bolas escurialenses, un escudo igualmente de la Orden Militar de Santiago y una hornacina con la imagen de Santiago Apóstol.
Terminada la visita a la Iglesia, nos encaminamos por la Calle de las Tres Cruces y en el cruce de esta con las Calle Jacinto Benavente y la Calle de la Iglesia se encuentra la Antigua Almazara de la Encomienda, la cual es un valioso testimonio del papel central que tuvo el aceite de oliva en la economía de Villarejo de Salvanés durante los siglos XVIII y XIX. En esta villa, ligada históricamente a la Orden Militar de Santiago, el cultivo del olivo y la producción de aceite alcanzaron gran relevancia, convirtiéndose en una de las principales actividades agrícolas y comerciales.
La almazara fue construida en 1789 por iniciativa de la Encomienda Mayor de Castilla y llegó a ser considerada una de las más modernas de Europa. Su diseño permitía una producción eficiente y ágil, incorporando avances técnicos que anticipaban los sistemas industriales del siglo XIX. Entre ellos destacaba el uso de muelas para la molienda de la aceituna, un elemento clave en el proceso de extracción del aceite.
El edificio, de planta rectangular, fue levantado con muros de mampostería y sillería caliza, y contaba con dos cuerpos abovedados y una nave central más alta. Aunque la maquinaria original que albergaba en su interior ha desaparecido por completo, la arquitectura aún refleja su antigua función, con detalles constructivos que recuerdan la importancia de este espacio como centro de actividad económica local.
Actualmente, la almazara forma parte del patrimonio industrial de Villarejo de Salvanés y se integra en la ruta urbana de la villa como símbolo del pasado agrícola y de la organización territorial de la antigua Encomienda.
Terminada la vuelta a la iglesia y frente a la misma y a la Casa de la Tercia se encuentra el Torreón o Torre del Homenaje.
La fortaleza de Villarejo de Salvanés fue construida como parte del sistema defensivo de la Orden Militar de Santiago, una de las más poderosas del Reino de Castilla. La orden recibió el encargo de proteger la zona oriental del río Tajo frente a incursiones andalusíes, y Villarejo se convirtió en un enclave estratégico en la comarca. Su construcción y posteriores reformas se desarrollaron en distintas fases:
Durante la primera (siglos XIII-XIV), se levantó una torre de planta cuadrada —la actual torre del homenaje— en el sector oriental del castillo, junto con una muralla y torres cuadradas en las esquinas. El conjunto servía como punto de control sobre el Camino de Valencia, facilitando el paso de mercancías y personas, y asegurando el dominio sobre el norte de la comarca.
En los siglos XV y comienzos del XVI, la fortaleza fue ampliada y reforzada para adaptarse a las nuevas técnicas militares, como el uso de artillería. Se construyó una muralla perimetral reforzada (la “camisa”), con torres en las esquinas y una séptima torre en el lado oeste que albergaba una escalera de caracol para acceder al puente que conectaba con la torre del homenaje.
La torre principal se elevó, reforzando sus esquinas con ocho torreones macizos. La entrada no se situaba al nivel del suelo, sino en el primer piso, dificultando así cualquier asalto directo. Se excavó un foso que rodeaba todo el conjunto, completando su carácter defensivo.
La tercera fase tuvo lugar a mediados del siglo XVI, con la incorporación de un bastión defensivo más avanzado y la apertura de un nuevo acceso con sillares labrados, marcando el último gran momento constructivo. En este periodo se edificó el Palacio de los Comendadores, un edificio de tres plantas donde residían los responsables de la Encomienda Mayor de Castilla, así como la Casa de la Tercia, destinada al almacenamiento de tributos.
Durante esta etapa, el conjunto alcanzó su mayor esplendor, integrando funciones defensivas, residenciales y administrativas. Sin embargo, tras mediados del siglo XVI, y con la pérdida de su valor militar y estratégico, comenzó su progresivo abandono y deterioro.
Hoy en día, la torre del homenaje es el único elemento que se conserva en pie. Las excavaciones arqueológicas recientes han sacado a la luz restos de la muralla y otras estructuras, protegidas y musealizadas desde 2019. El recinto forma parte del legado de la Orden de Santiago en la Comunidad de Madrid y constituye un emblema de la historia medieval de Villarejo de Salvanés.
A escasos metros del Torreón se encuentra el edifico de las Antiguas escuelas. Su planta presenta un cuerpo longitudinal de dos alturas, rematado en los extremos por exedras semicirculares de una sola planta y cubiertas planas. El volumen central, más elevado y macizo, se abre a la plaza de la Constitución con una fachada simétrica y austera, en la que destacan los acabados en sillería caliza, las cubiertas de teja cerámica a cuatro aguas y los pináculos pétreos que coronan los pilares superiores. En su construcción se reutilizaron piedras procedentes de estructuras del antiguo castillo, como la muralla o la llamada “cueva de los pobres”.
El edificio original albergó durante décadas el Grupo Escolar Miguel Blasco Vilatela. A comienzos de los años 80, ante su obsolescencia y deterioro, fue reformado para convertirse en un centro cultural, gracias a un programa de cooperación entre la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. La intervención permitió recuperar su protagonismo urbano, readaptando las aulas originales como espacios para talleres, biblioteca y actividades colectivas.
Actualmente, el Luis de Requesens continúa desempeñando un papel clave en la vida cultural de Villarejo, integrada en el entorno monumental del castillo y la plaza principal, con una arquitectura que combina funcionalidad, memoria histórica y presencia simbólica.
Dejamos la Plaza de la Constitución para dirigirnos por la Calle del Convento hasta donde se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Victoria presidiendo una pequeña pero bonita plaza, con dos partes diferenciadas, El Santuario y el Convento.
La construcción del conjunto comenzó en enero de 1573, y fue ampliado en los primeros años del siglo XVII. Fue sede de la comunidad de clérigos regulares de San Felipe Neri, y más tarde se convirtió en convento dominico. El santuario presenta una planta de cruz latina, con crucero destacado cubierto por cúpula sobre pechinas, nave principal con capillas laterales y cabecera semicircular. Destaca su retablo mayor barroco, las yeserías decorativas y los elementos pétreos tallados en caliza.
Anexo al templo se encuentra el antiguo convento, estructurado en torno a un claustro con doble arquería y decorado con zócalos de azulejos, estancias de vida común y antiguos espacios conventuales. El conjunto fue restaurado en el siglo XX y acoge hoy actividades culturales y religiosas, manteniéndose como uno de los espacios patrimoniales más significativos de Villarejo de Salvanés.
La construcción del santuario está vinculada a la famosa Batalla de Lepanto, librada el 7 de octubre de 1571. Como expresión de gratitud por la victoria cristiana frente al Imperio Otomano, la Orden de Santiago y el comendador D. Luis de Requesens impulsaron la creación de un templo dedicado a la Virgen de la Victoria. La devoción creció en el municipio hasta alcanzar gran arraigo popular y convertirse en patrona de Villarejo de Salvanés.
La imagen original de la Virgen fue realizada en alabastro y decorada con policromía, siguiendo el modelo del Rosario. Procedía de Santa Catalina del Monte Tiberio (Italia), y fue traída a Villarejo como símbolo de la victoria naval. Aunque fue destruida durante la Guerra Civil, la actual imagen es una réplica posterior colocada en el Camerín de la Virgen situado justo detrás del retablo, donde sigue recibiendo la devoción de los vecinos.
Después de la visita anterior volvemos a la Plaza de España para dirigirnos por la Calle del Beato Nicanor, situada en un lateral del Ayuntamiento, hasta la Calle del Hospital, girar en la misma a la derecha y ver el Antiguo Hospital. El actual edificio, hoy reconvertido en centro de salud, conserva la memoria del que fuera el “hospital de pobres” de Villarejo de Salvanés desde al menos el siglo XVIII. Aunque existen referencias a un hospital anterior en la villa ya en el siglo XVI, el inmueble que ha llegado hasta nosotros fue construido en 1786 y ampliado posteriormente durante el siglo XIX. Fue gestionado por la Cofradía de la Virgen de la Victoria y sufragado en parte por la Encomienda Mayor de Castilla, encargada entonces de velar por la atención a los necesitados.
Durante los siglos XIX y XX, el hospital fue adaptándose a las nuevas demandas sanitarias, incluyendo mejoras estructurales como la reforma de 1888 y un nuevo acceso en 1903. En 1946 se reorganizó su uso para servicios médicos más modernos, y en 1981 fue rehabilitado por completo como centro de salud gracias a una intervención de la Comunidad de Madrid.
Arquitectónicamente, el edificio presenta una tipología típica de hospital ilustrado del siglo XVIII, con portada central flanqueada por pilastras y un cuerpo en “U” que organiza las dependencias en torno a un patio ajardinado. Destacan sus muros de mampostería revocados con cal, las cubiertas a dos aguas y una distribución funcional pensada para la ventilación, la luz natural y la circulación de los enfermos. La reforma de finales del siglo XIX introdujo nuevas galerías, aligerando el conjunto y dándole mayor luminosidad.
Hoy, el antiguo hospital no solo sigue cumpliendo una función asistencial, sino que forma parte del patrimonio urbano de Villarejo como ejemplo de arquitectura al servicio del bien común, en continuidad con su origen como hospital de caridad.
Desde este lugar vamos a emprender la última visita a la Fuente Lavadero del Cañuelo, a las afueras del casco urbano. Se trata de un gran conjunto hidráulico construido en 1776, siendo la fuente más antigua que se conserva de Villarejo de Salvanés.
Desde la Calle Hospital nos dirigimos a la Plaza del Juego de Bolos para continuar por la Calle Senda del Cañuelo y su prolongación, la Calle Batanes, hasta encontrar a nuestra izquierda la fuente mencionada. El trayecto supone una caminata de unos 1.700 metros ida y vuelta, aunque si se prefiere se puede llegar en coche, bicicleta o moto, teniendo en cuenta que los últimos 500 metros no están asfaltados y presentan un firme de tierra algo irregular.
El conjunto está compuesto por una fuente adosada a una pared de mampostería, donde se puede ver una lápida con la inscripción, algo borrosa, de 1776. De dicha pared emerge un solo caño que vierte sus aguas a un gran pilón con rebosadero, el cual permite que las aguas sobrantes desagüen en una acequia que, a su vez, alimenta una pequeña pila a ras de suelo. Le sigue otra acequia más grande, de modo que ambas formaban el antiguo abrevadero, cuyas aguas terminan en el antiguo lavadero, que al parecer estuvo cubierto durante algún tiempo.
El conjunto fue profundamente restaurado en 2008, durante la cual, mediante excavaciones, se encontraron algunas piezas originales. Según el panel informativo existente, esta rehabilitación se llevó a cabo con la colaboración del Ayuntamiento de Villarejo de Salvanés (40 % de financiación) y del Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola “LEADER+” (60 %), además del apoyo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la Consejería de Economía e Innovación Tecnológica y el grupo de acción local ARCOVE.
Semana Santa.marzo/abril. Celebración religiosa con procesiones, misas y actos litúrgicos que recorren las calles del municipio, con especial participación de las cofradías locales.
Carnaval. febrero/marzo. Desfiles de disfraces, concursos y actividades lúdicas para todas las edades, fomentando la participación de vecinos y visitantes.
Feria Andaluza. Mes de abril. Evento que incluye casetas, música flamenca, bailes y gastronomía típica andaluza, recreando el ambiente de las ferias del sur de España.
San Isidro Labrador. 15 de mayo. Fiesta en honor al patrón de los agricultores, con romerías, misa y actividades en la pradera del Pozo Marcos, incluyendo la tradicional bendición de los campos.
Festival de Bandas de Música. Mes de junio. Encuentro de bandas de música que realizan pasacalles y conciertos, destacando la participación de la banda local y agrupaciones invitadas.
Noche en Llamas. Primer fin de semana de julio. Festival cultural que combina música, arte y espectáculos nocturnos, iluminando el casco histórico con diversas actividades para todos los públicos.
Fiestas Populares. Finales de agosto – principios de septiembre. Celebraciones que incluyen encierros, verbenas, actividades deportivas, concursos y la tradicional paella popular para miles de comensales.
Agromadrid. Mes de septiembre. Feria agroalimentaria que reúne a productores locales y regionales, ofreciendo degustaciones, exposiciones y actividades relacionadas con el sector primario.
Virgen de la Victoria de Lepanto.Fiestas patronales. Finales de septiembre – 7 de octubre. Fiestas religiosas y populares que incluyen novenas, procesiones, ofrendas florales, encierros, conciertos y fuegos artificiales, culminando el 7 de octubre, día de la patrona.
Santa Cecilia. Mes de noviembre. Celebración en honor a la patrona de la música, con conciertos y actividades organizadas por la Escuela Municipal de Música y la Banda de Música local.
Navidad. Diciembre – Enero. Programación navideña que abarca desde el encendido de luces, mercadillos, conciertos, actividades infantiles, hasta la tradicional Cabalgata de Reyes.
Agradecimientos a "D. Ricardo Anido" - Técnico de Turismo del Ayuntamiento de Villarejo.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
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Plaza de España, 1 28590 - Villarejo de Salvanés Tfno: 91 874 40 02
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