El nombre del pueblo de Pelayos de la Presa viene de San Pelayo, un antiguo eremitorio situado entre la actual población y el cerro de San Esteban, mientras que de la Presa toma el nombre del arroyo que atraviesa su término.
Gentilicio: Pelayeros/as.
Aunque no hay restos arqueológicos directos que lo confirmen, la tradición oral y religiosa sitúa los primeros asentamientos en la zona de Pelayos durante la época visigoda, alrededor del siglo VIII. El noble visigodo Teodomiro habría fundado diversos eremitorios en el valle del Alberche. Estas pequeñas agrupaciones monásticas, probablemente precarias, en cuevas o celdas-capillas, habrían sobrevivido o sido recuperadas tras la invasión musulmana de 714. La presencia de monjes mozárabes sugiere una continuidad espiritual y cultural a pesar de los cambios políticos.
Durante el siglo XI, el rey Alfonso VI toma Toledo en 1085, y con ello se reactiva la repoblación del valle del Alberche. La existencia de doce eremitorios en la zona —diez de ellos en el actual término de Pelayos— revela una intensa vida religiosa. Esta red monástica fragmentada configura el llamado Valle de las Iglesias, de donde deriva el nombre de Valdeiglesias. Es un momento de efervescencia espiritual y organización territorial al calor de la Reconquista.
El siglo XII es crucial para el nacimiento de Pelayos. En 1150, el rey Alfonso VII dota al abad Guillermo del territorio de Valdeiglesias y promueve la unión de los eremitorios bajo una única orden: la benedictina. En 1177, el monasterio se adscribe al Císter, acogiendo monjes del Monasterio de La Espina (Valladolid). Comienza la construcción de Santa María la Real de Valdeiglesias, que será el corazón económico y espiritual de toda la comarca. Se organizan granjas, canteras, viñedos y molinos bajo el ideal del autoabastecimiento cisterciense. El señorío abacial queda consolidado, con privilegios reales y fuerte poder territorial.
Durante el siglo XIII se profundiza el poder monástico sobre el entorno. Reyes como Alfonso VIII, Fernando III y Sancho IV confirman posesiones, privilegios y nuevos territorios. Surgen los primeros conflictos entre los pobladores y el monasterio por la gestión de tierras y derechos. Se documenta un pleito ya en 1205, que inaugura siglos de tensiones. El núcleo de Pelayos, todavía reducido, crece alrededor de la ermita de San Pelayo, aunque terminará desplazándose junto al arroyo de la Presa.
En el siglo XIV, la peste negra golpea duramente la región a mediados del siglo, diezmando la población. Aun así, el monasterio mantiene su hegemonía. La actividad económica sigue basada en la agricultura, ganadería, viñas y molinos. El coto redondo del monasterio abarca un territorio rico en recursos. En los primeros años del siglo XV, las tensiones con San Martín escalan hasta el punto de entrar en conflicto armado. La venta del señorío a Don Álvaro de Luna en 1434 no resuelve los problemas: los monjes no reconocen su autoridad y la población tampoco.
En el siglo XV, durante el reinado de Enrique IV, hacia 1463, el monasterio nombra alcalde en las casas de labor que tenía en Pelayos, intentando fundar allí una nueva villa autónoma, lo que genera oposición por parte de San Martín de Valdeiglesias. Este enfrentamiento se prolonga hasta 1502, cuando el monasterio presenta demanda ante el Consejo de Segovia. El siglo marca así el inicio administrativo de Pelayos de la Presa como entidad separada, aunque bajo dominio eclesiástico.
Durante el siglo XVI, se resuelven los litigios con sentencias favorables a Pelayos en 1514, 1563 y 1566, que le otorgan un cuarto de legua de territorio. En 1577 ya hay 174 vecinos pecheros. El rollo o picota se levanta como símbolo del señorío abacial. La villa mantiene una estructura agraria y dependiente del monasterio. A pesar del crecimiento, sigue siendo un núcleo reducido, aunque con signos de consolidación urbana.
El siglo XVII aporta uno de los documentos más importantes de la historia del monasterio y de toda la comarca: el Tumbo de Valdeiglesias. Se trata de un códice manuscrito de más de mil páginas, redactado por un monje anónimo entre 1640 y 1648, que recopila privilegios, escrituras de propiedad, donaciones y pleitos relacionados con el monasterio. Los tumbos eran libros oficiales donde las instituciones religiosas o civiles registraban sus derechos y posesiones, actuando como archivo legal y memoria histórica. El de Valdeiglesias es especialmente valioso por las descripciones detalladas que ofrece de ermitas, granjas y propiedades hoy desaparecidas.
Mientras tanto, la población de Pelayos continúa desplazándose desde la antigua ermita de San Pelayo hacia la zona del arroyo de la Presa, consolidándose alrededor de las calles San Salvador y Ancha. La ermita del Salvador, entregada por el monasterio a los habitantes del lugar, sigue siendo un referente espiritual hasta su abandono a finales del siglo. Sin embargo, la demografía declina y muchas viviendas caen en ruina, fenómeno que se arrastrará hasta bien entrado el siglo XVIII.
A mediados del siglo XVIII Pelayos apenas 14 vecinos permanecen en el casco. El declive demográfico es patente, afectado por epidemias como la de 1789. Aun así, la comunidad sigue organizada en torno a actividades del monasterio: agricultura, viñedos, servicios religiosos y molinos. Se levanta la Iglesia Parroquial, de la que solo se conserva hoy la espadaña. El plano de 1788 representa a Pelayos como un pequeño grupo de casas, aún muy dependiente del mundo monástico.
El siglo XIX marca una etapa decisiva para Pelayos de la Presa. Por un lado, se produce el declive del monasterio de Valdeiglesias; por otro, un progresivo impulso del desarrollo demográfico y urbanístico del pueblo.
La Desamortización de Mendizábal supuso el fin de la vida monástica en el cenobio, ya herido por incendios y una crisis económica progresiva. Aunque parte de sus tierras ya se habían vendido antes, el proceso culminó con la exclaustración de los monjes y la subasta del conjunto arquitectónico en 1884, cuando ya solo quedaban en pie sus gruesos muros. La desaparición del poder monástico permitió a Pelayos afianzar su autonomía y reorganizarse como núcleo civil.
Al mismo tiempo, la reforma territorial de Javier de Burgos en 1833 integró definitivamente a Pelayos de la Presa en la provincia de Madrid, como parte del partido judicial de San Martín de Valdeiglesias. Hasta entonces, sus vínculos eclesiásticos y jurisdiccionales habían estado más difusos, alternando entre las estructuras del Antiguo Régimen y las dependencias abulenses.
La economía seguía basada en la agricultura cerealista, la ganadería lanar, la producción vinícola y las industrias de harina, aceite y conservas, pero poco a poco se afianza una estructura civil moderna, desligada del peso secular del monasterio.
A lo largo del siglo XX, el pueblo se expande con fuerza. En los años 30 se inicia la línea férrea Madrid–San Martín con estación en Pelayos, aunque nunca llega a funcionar tras la Guerra Civil, que deja la Iglesia Parroquial destruida. Su reconstrucción se realiza entre 1944 y 1950. Se levantan nuevas escuelas, viviendas unifamiliares y colonias con arquitectura de Regiones Devastadas. La presa de San Juan, inaugurada en 1955, marca un punto de inflexión: atrae turismo y dispara la construcción de urbanizaciones como La Solana, Sampelayo o Viña, que colmatan el valle.
En el siglo XXI el crecimiento urbano continúa, aunque el casco antiguo se estanca. Se pierden elementos tradicionales por ampliaciones desordenadas. Las Normas Subsidiarias de 1988 intentan frenar la expansión, proteger el entorno natural y recuperar el centro histórico. Las segundas residencias y el sector servicios dominan la actividad económica actual, en contraste con el pasado agrícola y monástico. Aun con las transformaciones, el legado espiritual y territorial del Monasterio de Santa María sigue siendo el corazón simbólico de Pelayos.
Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción. En el lugar donde en la actualidad se ubica la actual iglesia, estuvo otra construida entre los siglos XVI y XVII, la cual fue incendiada y reducida a escombros durante la guerra civil, conservándose en pie la espadaña, los muros d elos cuatros costados y parte de la sacristía.
En 1944 se redacta un proyecto de reconstrucción llevado a cabo por Luis Pérez Minguez, el cual reutiliza el muro norte, la cabecera reforzada con contrafuertes y la sacristía. La nueva planta la reestructura en tres naves, en que la orientada mediodía se convierte en un atrio exterior dispuesto como un pórtico de tres arcos con bóvedas de arista, desde donde se efectúa el acceso al templo. Posteriormente ya en 1950 se paralizan las obras por falta de presupuesto, reiniciándolas y finalizadas más tarde por Rodolfo García-Pablos, quien modificó el proyecto anterior haciendo los arcos del atrio rebajados coronándolos con un pequeño frontón, y creando el sistema de contrafuertes que se aprecian en la actualidad.
El interior presenta una nave central y dos laterales auxiliares donde se encuentran varias capillas, entre las que destaca la de San Blas - Patrón de Pelayos.
Del exterior destaca la espadaña que como se ha mencionado anteriormente es una de las partes que se conserva de la antigua iglesia, que presenta dos vanos con arco de medio punto donde se alojan sendas campanas y rematada por un frontón. Así mismo se puede ver un cruceiro en honor a San Blas, instalado en el 2001 para conmemorar los 500 años de fundación de la Hermandad de San Blas.
Royo y Picota. El Rollo muy similar a la Picota se levantaba en los núcleos de población en la época medieval que tenían consideración de Villa, teniendo como finalidad dar a conocer a los foráneos que esta villa tenía Alcalde y Juez propios con finalidad penal.
En sus gradas se sentaban los vecinos para realizar concejos o reuniones, haciéndolo en la grada mas alta los de mayor categoría política o social. Las Picotas datan del siglo XIII y son unas columnas de piedra con unos pinchos situados en su extremidad más alta de donde pendían los cuerpos o cabezas de los justiciados. Ambas cosas se unieron en el siglo XV y fueron abolidas por las Cortes de Cádiz en los años 1811 y 1813 respectivamente.
Se encuentra situado en la Plaza del Ayuntamiento.
Antigua estación de ferrocarril. Se trata una construcción realizada para el proyecto de la linea ferroviaria Madrid - Arenas de San Pedro a través de San Martín de Valdeiglesias. Si bien se pensó en Madrid como punto de origen, por motivos económicos se cambió la idea y a partir de la línea existente entre Madrid y Almorox pasando por Villa del Prado, se decidió establecer una conexión en Villamanta, cruzar el Alberche por Aldea del Fresno para tomar el desfiladero del mencionado río llegar a Pelayos y al valle de Valdeiglesias, pasando por San Martín, Rozas de Puerto de Real, y de aquí, a través del túnel de la Venta del Cojo, acceder al valle del Tiétar.
A pesar de los numerosos intentos por poner en funcionamiento la línea, y estar realizada la explanación entre Villamanta y San Martín de Valdeiglesias, incluso puestas las vías entre entre este último y Pelayos, no se ha concluido ni se utilizó. Aunque fue inaugurado el tramo Pelayos - San Martín, debido al destrozo ocurrido en la linea durante la Guerra Civil, el ferrocarril quedó abandonado para siempre.
El edificio de planta rectangular, presenta dos pisos de altura, encontrándose en el piso bajo el vestíbulo, despacho de billetes, sala de espera, sala del telégrafo, de factoría y de equipajes, así como el despacho del Jefe de Estación y un pequeño almacén. En el segundo piso se encontraban las viviendas del Jefe de Estación y del Factor de la Estación. En el pequeño edificio situado a la izquierda del principal, se encontraban los servicios.
Se encuentra en la calle Camino del Ferrocarril semi-esquina con la calle Antonio Pérez Lorente.
Monasterio de Santa María de Valdeiglesias. Su construcción se remonta al siglo XII cuando el Rey Alfonso VII el 30 de noviembre 1150 otorgó a los monjes eremitas existentes en el territorio conocido como Valle de las Iglesias un Privilegio Real de fundación por el que se fundaba el Monasterio de Valdeiglesias, para lo cual deberían agruparse los doce eremitorios en uno solo, el de la Santa Cruz, constituyendo una única comunidad, sometida a la regla benedictina y regidos por un Abad, el Abad Guillermo, incorporándose bajo los auspicios del Rey Alfonso VIII en 1177 a la Orden del Cister.
Siglos después ya en 1485 el monasterio apoyado por los Reyes Católicos se incorporó a la Regular Observancia de Castilla proveniente de la reforma realizada por Fray Martín de Vargas, en el año 1425. Este hecho trajo gran autonomía y solvencia económica para el monasterio, que sin embargo debido a incendios y venta de los señoríos de Pelayos y San Martín, dejaron al monasterio sumido en la pobreza, que arrastró hasta su desaparición definitiva, por la Ley de Desamortización de Mendizábal, en 1835, que les desalojó de su Monasterio y se incautaron sus propiedades.
En 1974 a través de un anuncio publicado en un periódico, el arquitecto madrileño Mariano García Benito acabó con el expolio y abandono del monumento comprando sus ruinas. Posteriormente en el año 2004 se constituye la Fundación Monasterio Santa María la Real de Valdeglesias, bajo la presidencia del arquitecto mencionado anteriormente, teniendo la finalidad principal la labor de protección, conservación y restauración del Monasterio.
Durante sus siete siglos de vida activa, se han llevado a cabo numerosas obras y modificaciones que han ido modificando bastante su configuración, primitiva y original, de monasterio románico, siendo posible ver en al actualidad estilos arquitectónicos como el románico, gótico, renacimiento, barroco y un posible mozárabe.
Se puede visitar previo desembolso de la entrada, los sábados y domingos durante unas determinadas horas bien por libre o reservando visita guiada. Para la adquisición de los tickets dirigirse a visitas@monasteriopelayos.es
Ermita de San Blas. Construida en los años 50 del siglo XX para dar servicio religioso a los residentes del poblado de San Juan, que a su vez eran trabajadores en la construcción de el Embalse de San Juan. En el año 1993 la Confederación Hidrográfica del Tajo cedió la Ermita a la Hermandad de San Blas, realizándose desde entonces la Romería en honor a nuestro patrón el último sábado del mes de Mayo.
De planta rectangular y una sola nave, esta construida en mampostería de granito con cubierta de madera. En su exterior se pueden ver diversas ventanas pequeñas enrejadas, un pórtico con bóveda de madera sujeto con dos poderosas columnas de granito que da paso al templo mediante una puerta con arco de medio punto. Como coronando el muro de entrada, se encuentra una espadaña de granito, igualmente con vano de medio punto donde se aloja la campana. En la parte trasera se puede admirar el ábside semicircular. En su interior se encuentra la imagen de San Blas, patrón de la localidad.
Localización: Carretera del Pantano. Coordenadas: 40°22'04"N 4°18'58"W 40.367778, -4.316111
Puerto Deportivo. Se encuentra en la orilla sur de el Embalse de San Juan. La construcción del Club Náutico de Madrid obra de José Antonio Corrales se empezó a proyectar en 1958, finalizándose en 1961.
El embalse de San Juan construido en 1955 tiene una capacidad de almacenaje de 138 hm³ con una superficie total de 650 hectáreas, encontrándose bajo sus aguas sumergidos un puente de 126 metros de longitud y ochos ojos, una ermita y varios molinos. Las riberas del mismo se las reparten los municipios de San Martín de Valdeiglesias, Pelayos de la Presa, El Tiemblo y Cebreros
Localización: Carretera del Pantano. Coordenandas: 40°22'28"N 4°19'16"W 40.374444, -4.321111
SAN BLAS. del 2 al 4 de febrero. Fiestas en honor del patrón del pueblo. Se comienzan en la noche del día 2 con una hoguera en la plaza del pueblo donde se juntan la gente del pueblo y los visitantes con el fin de presenciar este acto tradicional. El mismo se viene produciendo como consecuencia de unos escritos antiguos en los que se dice que esa noche, cada vecino del pueblo hacia una hoguera en la puerta de sus casa para quemar los trastos que ya no le servían.
El día 3 se celebra misa y procesión en honor del santo, dejando la gente sobre el Santo piezas de pan y cintas de colores para que sean bendecidas y cuando acaba el acto eclesiástico se las ponen en la garganta para prevenir enfermedades que estén relacionadas con esta parte del cuerpo. Los vecinos se deleitan en la plaza con el vino de la zona y con los bollos típicos de San Blas.
El día 4 los componentes de la Hermandad ofrecen pan bendecido a los vecinos y visitantes.
ROMERÍA DE SAN BLAS. Último sábado de mayo. El viernes anterior se baja al santo en procesión desde la Ermita hasta la iglesia del pueblo. Al día siguiente, es decir el sábado, se acompaña en ro,ería al santo desde la iglesia hasta la ermita donde se celebra una misa, aprovechando la gente para organizar comidas campestres..
NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN 15 de agosto y adyacentes. En principio se celebraban en febrero, pero a partir de 1953 se traslado a Agosto como época más veraniega y con más asistencia de público. Fiestas patronales con actos religiosos, verbenas, concursos, juegos, orquesta y festejos taurinos.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos.
![]() Ayuntamiento
Plaza del Ayuntamiento, 1 28696 Pelayos de la Presa Tfno: 91 864 50 05
Distancia a Madrid: 64,3 KM Municipios colindantes
Navas del Rey EN COCHEPor la N-V hasta salida Boadilla del Monte para coger la M-501 llamada carretera de los pantanos hasta Pelayos de la Presa ![]() AUTOBUSES551 Madrid (Principe Pío) |