Según algunos autores basan el nombre que significa valle de aves.
Gentilicio: Valdeavereño/as

Los orígenes de Valdeavero se remontan probablemente a tiempos prehistóricos, aunque las primeras evidencias seguras de presencia humana datan del Imperio romano, gracias al hallazgo de una lápida funeraria de finales del siglo II o principios del III d.C. No se conservan restos visigodos directos, aunque los vestigios hallados en los alrededores hacen pensar que existió algún asentamiento bajo su influencia.
Durante la dominación musulmana, estos territorios formaban parte de la zona de influencia de Talamanca, fortificada en el año 854 para protegerse de los ataques cristianos. La proximidad de Talamanca hace plausible que algunos musulmanes se establecieran en el lugar, fundando una granja o pequeña alquería agrícola. En el siglo XI, tras la reconquista llevada a cabo por Álvar Fáñez en nombre de Alfonso VI, las tierras pasaron a la Corona, que las cedió al conde García Ordóñez. Valdeavero quedó integrada en el alfoz de Alcolea de Torote, junto con otras aldeas cercanas como Galápagos, Ribatejada y Torrejón.
Durante los siglos XII y XIII, las tierras de Valdeavero aparecen vinculadas al monasterio de Santa María de la Vid, que más tarde las cedería a las monjas de Santa Clara de Guadalajara. En el siglo XIV, el señorío pasó a depender de la Mesa Arzobispal de Toledo, bajo cuya autoridad permaneció también durante el siglo XV. En este largo periodo eclesiástico, la villa consolidó su carácter agrícola y su estructura como pequeña comunidad rural dentro del alfoz de Alcolea.
El gran cambio llegó en el siglo XVI, cuando Felipe II segregó Alcolea y su alfoz del Arzobispado de Toledo e incorporó estas tierras a la Corona. En 1583, Valdeavero obtuvo el Privilegio de Villazgo, con lo que se convirtió en villa independiente, aunque continuó vinculada administrativamente a la Comunidad de Villa y Tierra de Alcolea de Torote. Este reconocimiento supuso un importante esfuerzo económico para sus vecinos, que tuvieron que afrontar una elevada deuda por la compra del señorío.
Durante los siglos XVII y XVIII, Valdeavero compartió las dificultades comunes de la época: malas cosechas, epidemias y conflictos bélicos, como la Guerra de Sucesión, que afectaron duramente a la comarca. A principios del XVIII la villa quedó bajo el señorío del marqués de Campoflorido, y posteriormente pasó por distintos linajes nobiliarios, hasta integrarse definitivamente en el ámbito administrativo de la provincia de Madrid tras la reforma territorial de Javier de Burgos en 1833.
En el siglo XIX, la abolición de los señoríos por las Cortes de Cádiz en 1812 puso fin a la jurisdicción feudal. En 1854, Valdeavero se incorporó al partido judicial de Alcalá de Henares. La economía seguía centrada en la agricultura y la ganadería, con la aparición de pequeños molinos y talleres. La vida rural transcurrió con cierta estabilidad hasta comienzos del siglo XX.
El siglo XX, viene marcado por la Guerra Civil con la destrucción del retablo mayor y de imágenes en la parroquia y ermita, así como la disminución de población hasta bien pasada la mistad del siglo XX que se empezaron a construir nuevas viviendas en el núcleo urbano así como en las urbanizaciones de La Soledad, Las Palomas y La Cardosa, siendo en estas últimas generalmente chalets individuales, siendo las principales actividades económicas la construcción y el sector servicios.
En el siglo XXI, Valdeavero conserva su identidad como pequeña villa de la Cuenca del Henares, combinando el crecimiento residencial con el respeto a su historia. Su evolución, desde una aldea medieval vinculada al arzobispado hasta un municipio moderno, refleja la transformación de la Campiña madrileña a lo largo de los siglos.

Empezamos la visita por la Plaza de la Constitución. Donde además de celebrarse los festejos, se ubica el Ayuntamiento. Se trata de un edifico proyectado en 1950 por el arquitecto Daniel Zavala, finalizándose la obra en 1951.
La construcción del mismo presenta muros de fábrica de ladrillo macizo con mortero de cemento en la planta baja, mientras que la planta baja se utiliza la misma clase de mortero pero con fábrica de ladrillo hueco. Las paredes exteriores están enfoscadas con mortero de cemento y estuco a la cal, con zócalo de revoco pétreo. El ladrillo de mesa al descubierto, es el que se emplea en las esquinas, impostas, guarniciones de huecos y cornisas.
La fachada principal del edificio presenta tres partes totalmente simétricas, dos laterales más estrechas que la central. En las primeras se ubican una ventana por planta en cada una de ellas, mientras la central en la planta baja se encuentra un porche con tres arcos de medio punto que conducen a la puerta de entrada, que a su vez tiene una ventana por cada lado. En la planta superior existe una balconada corrida con pilastras de ladrillo de mesa al descubierto, con barandilla de forja, tres huecos frontales que sirven de acceso al mencionado balcón, asi como una pequeña ventana en el lado izquierdo según vista frontal.
En la misma plaza se encuentra el antiguo frontón, con una plaza en su exterior que dice textualmente:
Edificado por derrumbe del anterior en 1915. Construido con cal, canto, ladrillo y cemento por el maestro albañil del pueblo D. Dionisio González Esteban, su hijo D. Tomas González Trillo y peones a sus órdenes.
Su coste fue de 1268.80 pesetas de las que 333 se obtuvieron de aportaciones populares y el resto fue costeado por el Ayuntamiento. siendo Alcalde D. Emilio Sanz y Secretario D. Hilario Sanz.
Se inauguró el 20 de mayo de 1917 por jugadores de Valdeavero, Camarma y Daganzo, reinando la mayor cordialidad y alegría entre ellos y en todo el pueblo.
Dedicado con cariño a su memoria.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Desde la Plaza de la Constitución, subiendo por la Calle del Palacio, llegamos a la iglesia parroquial.
Se trata de una construcción del siglo XVI, reconstruida en los años 1639 y 1768 y posteriores rehabilitaciones en los años 1945, 1998, 2001 y 2002. De planta rectangular y una sola nave prolongada en la cabecera cuadrada de la misma anchura y sin crucero, separada de la nave por un arco toral de medio punto.
En el costado izquierdo se encuentra adosada la sacristía con un paso voladizo que enlaza la iglesia con el antiguo palacio señorial. En el lado derecho se encuentran las capillas del Rosario y de la Concepción, con cubiertas coronadas por sendos chapiteles. A su lado e igualmente adosado se encuentran los antiguos salones parroquiales.
Del interior destacar el balcón existente en el presbiterio encima de la sacristía, desde el cual escuchaban los oficios religiosos los señores del palacio. Del retablo mayor la imagen barroca de la Virgen de la Asunción, la de San Roque de entre los siglos XVII y XVIII y la de Santo Domingo de Guzmán de mediados del siglo XVII. De igual manera es digna de ver la pila bautismal monolítica del siglo XVI o anterior.
La torre-campanario de tres cuerpos separados por impostas, levantada totalmente en ladrillo descansa sobre un tarjetón rectangular apaisado rehundido en la parte superior. El primer cuerpo presenta en su centro un óculo circular, el segundo de escaso tamaño, y el tercero con cuatro vanos con arcos de medio punto donde se alojan las campanas, teniendo ubicado en el centro del mismo un reloj. El conjunto se encuentra culminado por un chapitel piramidal revestido de pizarra, coronado por un pináculo de plomo o zinc rematado por una bola con veleta y cruz de cerrajería.
Palacio de Campoflorido. Situado en la Plaza del Palacio adyacente a la Iglesia Parroquial. Fue levantado por el Marqués de Campoflorido al poco de adquirir el señorío en 1713, toda vez que en una de las clausulas de contrato de compra-venta se establecía el derecho a levantar un palacio, en el sitio o lugar donde eligiera, salvo que se tratase de una finca de un particular, ya que en este caso tenía que satisfacer una cantidad como compensación.
El terreno donde se construyó no solo comprendía el palacio, sino que constituía una explotación agropecuaria, ya que tanto el como su viuda se dedicaron a comprar tierras en sus alrededores. En 1731 se vende el señorío al X Duque de Medinaceli, junto al título se valoran los beneficios que producían el arrendamiento de la huerta cercada y adyacente al jardín, así como de los frutales, el molino harinero con tahona y algunos elementos más. En ese mismo año y a pesar de que el palacio posee capilla propia, debido a la cercanía de la iglesia hicieron construir un arco con pasadizo al objeto de poder acceder a una tribuna particular sobre la capilla mayor.
En 1776 los duques debido a la ruinosa explotación de esos bienes, mediante un contrato de compra-venta ceden toda la explotación y el palacio a Martín de Martiarena Zamarquilena, el cual para poder hacer rentable su reciente adquisición introdujo diversas mejoras, además de cambiar el escudo, que reproduce las armas acoladas del matrimonio Martiarena y Lecaroz bajo el blasón ajedrezado propio del valle navarro del Baztán del que eran naturales.
En 1861 adquiere todo esto Antonio de Hompanera y Enríquez. En 1909 los herederos de este último dividieron la propiedad en siete lotes con el fin de venderla, convirtiendo el palacio en dos viviendas independientes, dejando la portada central original y aperturando dos entradas nuevas a cada lado de la fachada principal. Dejando aparte las viviendas citadas bastante restauradas, el conjunto se encuentra casi en abandono.
Atravesamos el arco existente entre la Iglesia Parroquial y el Palacio para dirigirnos por el Camino de Valdeaveruelo hasta desviarnos por la Calle del Pozo de la Nieve para ver los restos del antiguo palomar, en su origen dentro del terreno del palacio y en la actualidad separado del mismo por una calle de reciente construcción que da acceso aun conjunto de chalets adosados.
El palomar que nos ocupa es uno de los mayores de la Comunidad de Madrid. Se trata de una construcción rectangular con dos patios cuadrados separados por muros de ladrillo y tapial y rodeados por dos galerías perimetrales sucesivas. Los muros se encuentran perforados con numerosos nidales donde se cobijaban las palomas, que producían un beneficio con la venta de pichones y huevos, así como el suministro de palomas para caza con halcones.
El estado que presenta en la actualidad es verdaderamente lamentable con los techos y la mitad de los muros caídos.
Retrocedemos hasta la Plaza de la Constitución para dirigirnos por la Calle Santa Rosalía hasta el cruce de esta con la Calle de Enmedio, donde se encuentra una fuente-abrevadero.
Levantado seguramente a finales del siglo XVIII o principios del XIX, se encuentra construido completamente en piedra granítica con una pilastra en las que se pueden ver dos orificios que albergaban sendos caños, cuyas aguas van a desaguar a un pilón rectangular, que a su vez arroja el sobrante por una hendidura semicircular en su extremo. En la actualidad se encuentra totalmente reconstruido pero sin caños.
Desde el punto anterior nos dirigimos por la Calle de Las Rosas y por su prolongación el Paseo de la Ermita hasta llegar a la Ermita de la Soledad. Edifico de planta rectangular con cubierta a dos aguas, con muros con cajones de mampostería encalada con dobles verdugadas (filas horizontales) de ladrillo.
La entrada se efectúa por una portada de arco de medio punto con un óculo circular en su parte superior. El edificio se remata con una simple espadaña escalonada que cobija un vano con arco apuntado donde se aloja la campana correspondiente. El interior con paredes lisas y techumbre de cielo raso en artesa, se encuentra la imagen de la Virgen de la Soledad.
En el interior del cementerio casi nada más acceder al mismo, se encuentra una pequeña capilla neogótica a modo de panteón familiar. Se trata de una construcción de planta rectangular y paramentos enfoscados y encalados, con una cubierta a dos aguas muy empinada y tejas de zinc imitando a escamas.
En la fachada principal se encuentra la entrada con arco ojival cerrado y puerta de chapa calada. Sobre la misma se encuentran tres placas superpuestas de mármol blanco. En la inferior con ángulos redondeados con la inscripción: CAPILLA/ DE NTRA SRA DEL / CARMEN. Sobre esta otra placa rectangular de mayor tamaño y clavos en las esquinas, con la inscripción con letras en altorrelieve: PROPIEDAD DE / ......../ FUNDADA EN 1921. La última placa mediante un bajorrelieve, se encuentra la figura de la Virgen del Carmen sentada, con un escapulario en su mano derecha y al Niño Jesús sentado en su rodilla izquierda que sujeta otro escapulario.
El interior es sobrio con paredes encalas y una ventana a cada lado con bloques de pavés que proporcionan una buena iluminación. En el frente se pueden ver lápidas sepulcrales de distintos miembros de la familia, un altar con sagrario que descansa sobre las lápidas citadas y en su parte superior una imagen de la Virgen del Carmen de pie con el Niño Jesús sentado a su izquierda
Retrocedemos hasta la Plaza de la Constitución para dirigirnos por la Calle de la Fuente para visitar uno de los lugares más bucólicos en temporada invernal de Valdeavero. Se trata de la Fuente Vieja levantada al finales del siglo XVIII o principios del XIX siendo de tipo mural con dos caños que desaguan el agua en un estanque rectangular. En la actualidad se encuentra bastante reformada, sin embargo aún conserva la galería subterránea de ladrillo que lleva el agua para alimentarla desde un pozo, siendo extraída del mismo mediante un molino de viento instalado en el año 2010 en sustitución del original que existía en los años 1910-1920.
A pocos metros a la derecha de la fuente anterior se encuentra un antiguo lavadero.
Se trata de una construcción seguramente levantada en los tiempos de la fuente mencionada anteriormente. Se compone de dos pilones consecutivos, uno para el enjabonado y otro para aclarado. Ambos pilones se encuentran rodeados por un grueso muro donde se apoyaban las antiguas tablas de lavar.
Los antiguos lavaderos no solo servían para este menester, sino que eran punto de reunión de las mujeres del pueblo en el cual se comentaba lo acaecido en el pueblo.
Después de esta visita continuamos por la carretera que va a Villanueva de la Torre, hasta divisar en una finca particular frente al Palacio de Campoflorido el llamado el Pinoche.
Se trata de uno de los elementos que formaban parte de un ingenio hidráulico, que abastecía de agua al citado palacio. Este sistema hidráulico estaba formado por una torreta prismática con remate piramidal levantada a la fuente llamada de los dos caños, que vierte sus aguas a un estanque rectangular que vierte sus aguas por un conducto subterráneo que desciende por la ladera hasta llegar al Pinoche, que se trata de una torre hueca de ladrillo, a la cual se encuentra unido un muro escalonado que quizás sirviera para desaguar el agua sobrante al arroyo adyacente. De la torre parte un arco escarzano en estado de ruina que permitía que una tubería llevase el agua hasta el palacio.
No se sabe si este artilugio es contemporáneo a la construcción del palacio, o es una de las mejoras que introdujo Martín de Martiarena Zamarquilena cuando adquirió la hacienda. El Pinoche una vez abandonado sirvió como soporte para el nido de una cigüeña y de ahí que sea conocido como el Pinoche de la Cigüeña. La figura de este se incorporó al escudo de Valdeavero.

Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
