La voz bercial tiene el significado de sitio o lugar poblado de berceos, barceos o albardines, matas de la familia de las gramÍneas muy parecidas al esparto y que proviene del árabe Al-bardi.
Igualmente se puede tomar del la voz lat.ina caulis que en castellano significa Col, planta crucífera comestible de hojas muy anchas y de pencas gruesas que en las especies más comunes son de color blanco
Gentilicio: Berzosanos/as o Jareños/as
El origen de la ocupación humana en la región de Berzosa de Lozoya se pierde en la bruma del tiempo. A diferencia de otras zonas de la Comunidad de Madrid donde han aparecido restos prehistóricos evidentes, en Berzosa no se han encontrado yacimientos arqueológicos significativos. Sin embargo, su ubicación dentro de la Sierra Norte sugiere que, como en otros valles y montañas de la península, grupos de cazadores-recolectores debieron transitar estos parajes en busca de refugio y alimento.
Durante el Paleolítico, hace más de 20.000 años, los primeros humanos dependían de la caza y la recolección, y la Sierra del Rincón, con sus bosques y cursos de agua, ofrecía un refugio natural contra los elementos. Es probable que bandas de cazadores prehistóricos siguieran la ruta de los grandes herbívoros, como ciervos y caballos, y que aprovecharan cuevas o abrigos rocosos en los alrededores. Con la llegada del Neolítico, alrededor del 5000 a.C., los humanos comenzaron a establecerse en asentamientos más estables, domesticando animales y cultivando la tierra. La cercanía del río Lozoya y de otros cursos de agua menores habría facilitado estos primeros intentos de agricultura, aunque el terreno montañoso de la zona dificultaba una producción agrícola abundante.
Durante la Edad del Bronce (aproximadamente entre el 2500 y el 800 a.C.), el Valle del Lozoya pudo haber estado ocupado por pequeñas comunidades que combinaban la ganadería con la agricultura primitiva. Se han hallado vestigios de este período en otros puntos de la Sierra Norte, lo que sugiere que la zona de Berzosa no habría sido una excepción. La Edad del Hierro (desde el 800 a.C. hasta la llegada de los romanos) estuvo marcada por la presencia de los carpetanos, un pueblo celta que ocupaba la meseta central. Se trataba de grupos tribales organizados en pequeñas aldeas fortificadas, conocidas como castros, ubicadas en lugares estratégicos con vistas panorámicas para defenderse de posibles ataques. Aunque no se han encontrado restos arqueológicos de un castro en Berzosa, es posible que en las elevaciones cercanas existieran enclaves de este tipo.
Con la llegada de los romanos en el siglo II a.C., la meseta central fue incorporada al vasto territorio del Imperio. Sin embargo, la Sierra Norte de Madrid no fue una zona de gran urbanización. Los romanos centraron su interés en las fértiles tierras del sur y en las rutas comerciales, dejando las sierras como territorio secundario, utilizado principalmente para la ganadería y como vía de comunicación.
Las tierras altas de Buitrago y sus alrededores, incluida Berzosa, probablemente fueron utilizadas por los romanos como zonas de pasto para el ganado y como puntos de paso en el camino entre Segovia y la cuenca del Jarama. Se han encontrado restos de calzadas romanas en la Sierra de Guadarrama, lo que indica que había infraestructuras que permitían la comunicación entre las montañas y las grandes ciudades romanas como Segovia, Complutum (actual Alcalá de Henares) y Toletum (Toledo). Es posible que en Berzosa existieran pequeñas explotaciones rurales o villas, donde grupos de campesinos y ganaderos trabajaban para abastecer a los centros urbanos cercanos. Sin embargo, el dominio romano en la sierra fue tenue, y no se conocen grandes asentamientos en la zona.
Tras la caída del Imperio Romano en el siglo V, la península ibérica fue dominada por los visigodos, un pueblo germánico que estableció su reino en Toledo. Durante esta época, la Sierra Norte continuó siendo un territorio marginal, habitado por pequeñas comunidades que mantenían un estilo de vida similar al romano tardío. Los visigodos reforzaron el uso de la tierra para la ganadería y la explotación de los bosques. Se cree que algunos de los caminos y rutas de trashumancia que hoy conocemos ya existían en esta época. Además, los visigodos promovieron el cristianismo, lo que podría haber dado origen a las primeras manifestaciones religiosas en la región, aunque no hay pruebas de la existencia de iglesias o ermitas en Berzosa durante este período.
En el siglo VIII los musulmanes invadieron la península ibérica y en pocos años conquistaron la mayor parte del territorio. Sin embargo, la Sierra Norte de Madrid, con su geografía escarpada y de difícil acceso, nunca fue un núcleo de asentamiento islámico importante. En cambio, parece haber sido una zona de refugio y resistencia para comunidades cristianas que huían de la invasión. Durante los siglos VIII y IX, la región de la Sierra del Rincón quedó en tierra de nadie, entre los dominios musulmanes y los reinos cristianos del norte. Se convirtió en un territorio fronterizo, donde las incursiones y escaramuzas eran frecuentes. La repoblación de estas tierras no comenzó hasta finales del siglo X y principios del XI, cuando los reyes cristianos del norte, en especial los castellanos y leoneses, empezaron a avanzar hacia el sur.
En este período, es probable que los primeros pobladores medievales de Berzosa fueran pastores y ganaderos que se establecieron en la región buscando refugio en los montes. La economía de la zona giraba en torno a la trashumancia, con los rebaños moviéndose entre los pastos de la sierra y las tierras bajas durante el invierno.
Durante el siglo XI el gran cambio llegó en el año 1085, cuando Alfonso VI de León y Castilla conquistó Toledo y extendió su control sobre el valle del Lozoya. Con la caída de Toledo, la frontera cristiano-musulmana se desplazó hacia el sur, y la repoblación de la Sierra Norte se intensificó. Fue en este contexto cuando se consolidó la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago, un extenso territorio que incluía numerosas aldeas, entre ellas Berzosa. Esta comunidad, dependiente directamente de la Corona, organizaba la explotación de los recursos naturales y la defensa del territorio. La mayor parte de la tierra estaba destinada a los pastos comunales, lo que favoreció el auge de la ganadería y la trashumancia.
A partir de este momento, Berzosa comenzaría a tomar forma como un núcleo rural organizado, aunque seguiría dependiendo de Buitrago en asuntos administrativos y judiciales. La Sierra del Rincón se convirtió en un espacio de tránsito para rebaños, comerciantes y viajeros, y aunque la vida seguía siendo dura y primitiva, el asentamiento logró mantenerse y crecer con el tiempo.
A finales del siglo XI, los ecos de la conquista cristiana resonaban en el corazón de la Península Ibérica. Alfonso VI, tras la toma de Toledo en 1085, abrió las puertas de estas tierras a nuevos pobladores. Eran tiempos inciertos, de fronteras difusas y tierras disputadas entre musulmanes y cristianos. Los valles de la Sierra del Rincón, fértiles y ricos en pastos, comenzaron a llenarse de gentes venidas del norte, castellanos de la cuenca del Duero y de los valles del Carrión y Pisuerga, que vieron en esta región un nuevo hogar.
Berzosa nació entonces como un pequeño enclave dentro de la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago, un vasto territorio organizado en torno a su villa principal, que se convertiría en el centro administrativo y defensivo de la comarca. Se trataba de un modelo de repoblación basado en la ganadería y el aprovechamiento comunal de los pastos, pues la vida en esta zona estaba marcada por la trashumancia y la protección de los recursos naturales. A lo largo de los caminos y cañadas, pequeños asentamientos comenzaron a florecer, entre ellos, la incipiente Berzosa, rodeada de montes y alejada de las grandes rutas comerciales.
El siglo XIII trajo consigo la consolidación de la Tierra de Buitrago como un bastión de la monarquía castellana. Alfonso X, el Sabio, otorgó privilegios a la villa principal, garantizando la explotación de sus pastos y bosques. En Berzosa, la vida transcurría de manera sencilla, con los aldeanos dedicados a la cría de ganado y al cultivo de pequeños campos de cereales.
Uno de los testimonios más valiosos de este periodo se encuentra en el Libro de la Montería de Alfonso XI (hacia 1330-1350), donde se menciona la espesura de los bosques de la zona y la abundancia de caza mayor. Los montes de Berzosa, descritos como “de los más puercos y más bravos”, eran refugio de osos y jabalíes, y un lugar predilecto para las cacerías reales. En estas tierras inhóspitas, los cazadores reales y los pastores compartían espacio con animales salvajes, en un entorno donde la naturaleza aún imponía su dominio.
En el siglo XIV, la influencia de la familia Mendoza se consolidó sobre la región. A partir de 1368, los Mendoza, una de las casas nobiliarias más poderosas de Castilla, recibieron el Señorío de Buitrago, convirtiéndose en los administradores de las tierras y de sus aldeas. Berzosa pasó a depender directamente de esta poderosa familia, lo que garantizaría su estabilidad, pero también limitaría su autonomía durante siglos. El sistema feudal impuesto por los Mendoza aseguraba la explotación comunal de los pastos, y la mayor parte del territorio estaba destinado a la ganadería. El trigo, el centeno y la cebada eran los principales cultivos, aunque en cantidades modestas. La estructura de la comunidad giraba en torno a la villa de Buitrago, donde se tomaban las decisiones económicas y administrativas.
El siglo XVI marcó el apogeo de la trashumancia en Berzosa y en toda la Tierra de Buitrago. La Mesta, la poderosa organización de ganaderos, dominaba la economía local, y los pastos de la sierra eran esenciales para el mantenimiento de miles de cabezas de ganado lanar. La lana de estas ovejas se exportaba a los grandes mercados de Castilla y, en ocasiones, a Flandes. Las Ordenanzas Generales de la Tierra de Buitrago, promulgadas en la segunda mitad del siglo XVI, regulaban con precisión la explotación de los recursos naturales. Estas normas fijaban el uso de los montes, las dehesas y los ríos, asegurando que la actividad económica se centrara en la ganadería y en la producción de carbón vegetal.
El siglo XVII fue un periodo de declive. La Guerra de los Treinta Años y la crisis económica general afectaron gravemente a la región. La peste, las malas cosechas y el estancamiento del comercio provocaron una caída en la población. En 1656, Berzosa tenía apenas 31 vecinos, y en 1670 la cifra se redujo a 18. Las duras condiciones de vida, unidas a la falta de recursos, llevaron a muchos habitantes a emigrar a otros pueblos más prósperos o a buscar fortuna en Madrid. A pesar de todo, la ganadería seguía siendo la base de la economía, aunque con menor intensidad. Las dehesas comunales y los pastos mantenían la estructura medieval del pueblo, con una economía basada en el autoconsumo.
El siglo XVIII trajo consigo una leve recuperación. En 1782, la Descripción Lorenzana registró 25 vecinos en Berzosa y su anejo Serrada. La agricultura se diversificó, y además del centeno y el trigo, comenzaron a cultivarse legumbres y hortalizas en pequeños huertos irrigados con agua de los manantiales cercanos. El Catastro de Ensenada, de 1751, describe un pueblo modesto pero organizado. Las casas eran de piedra y adobe, con tejados de teja árabe, y no había edificios significativos más allá de la iglesia. En Berzosa existían dos cofradías religiosas que no solo velaban por la vida espiritual del pueblo, sino que también servían de apoyo en momentos de enfermedad o necesidad. La estructura social seguía estando dominada por el régimen señorial de los Mendoza, aunque en 1749, con la creación de las intendencias, el partido de Buitrago pasó a depender administrativamente de Guadalajara. La Casa del Infantado seguía cobrando tributos y derechos sobre la tierra, pero el absolutismo borbónico comenzaba a debilitar el poder señorial.
El siglo XIX trajo consigo transformaciones profundas. En 1833, con la reforma territorial de Javier de Burgos, Berzosa pasó a formar parte de la provincia de Madrid, separándose definitivamente de Guadalajara y del control de los Mendoza. El declive de la Mesta y la desaparición de los privilegios de la trashumancia marcaron un punto de inflexión. La cabaña ovina, que había sido el pilar económico del pueblo, comenzó a reducirse drásticamente. Si en el siglo XVIII se contaban más de 2.300 cabezas de ganado lanar, en 1889 apenas quedaban 500. La agricultura tomó un mayor protagonismo, pero la calidad del suelo no permitía grandes cosechas.
Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz acabaron con los bienes comunales, favoreciendo la venta de tierras a forasteros que poco contribuyeron al desarrollo local. La falta de infraestructuras y la ausencia del ferrocarril aislaron aún más al pueblo, impidiendo su modernización.
Berzosa de Lozoya siguió su curso a lo largo del siglo XX, con un éxodo rural progresivo que redujo su población. Hoy en día, conserva su esencia serrana, con un entorno natural privilegiado y una historia marcada por la lucha entre el hombre y la naturaleza.
El siglo XXI continua con un índice de población muy bajo, exceptuando en época estival y en otras vacacionales en las que muchos de sus antiguos habitantes y otros veraneantes se han construido sus segundas viviendas. Igualmente la red de rutas de senderismo propiciadas y facilitadas por el Ayuntamiento, atraen a diversos turistas.
Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora es una construcción del Siglo XVII con estilo Barroco, reconstruida después de la Guerra Civil a causa de los graves daños sufridos durante esta contienda.
La planta es de una sola nave de forma rectangular, a los pies se encuentra el coro en alto con balaustrada de madera.
Se encuentra levantada en mampostería con sillares en algunas de las esquinas. El acceso al templo se efectúa por su cara sur a través de una portada con dintel de piedra de granito, apoyado en sendas jambas y ménsulas del mismo material. Se encuentra protegida por un tejadillo soportado por tres columnas de madera apoyadas en sendos plintos de piedra.
La espadaña a los pies del templo es de ladrillo con un solo cuerpo con dos vanos de arco de medio punto donde se alojan las campanas, se encuentra rematada con un frontón triangular con una cruz en su parte superior. En el muro de la espadaña se pueden observar dos contrafuertes como refuerzo del mismo.
Potro de herrar era la construcción donde antiguamente se herraba al ganado. Constaban de dos hileras paralelas de tres postes cada una que comúnmente eran de granito aunque los más antiguos podrían ser de madera. Los dos pares más altos estaban unidos por palos de madera o varas metálicas, y estos a su vez con el par más bajo se encontraban unidos de la misma manera.
Entre los postes del segundo par más alto se encontraba el yugo, lugar donde se fijaba la cabeza del animal para inmovilizarlo además de pasarle dos cinchas de cuero por la panza atadas a las varas metálicas o palos de madera. Una vez efectuada la faena del inmovilizado era cuando entraba el herrero primero para quitar las viejas herraduras, luego limpiar las pezuñas para terminar poniendo herraduras nuevas.
Lavadero público situado en la Calle Reguera fue construido a mediados del siglo XX sobre una pozas donde las mujeres del pueblo iban a lavar la ropa, toda vez que por aquel entonces las casas no tenían agua corriente. Se encuentra compuesto de dos pilones, uno más pequeño para enjabonar y el otro bastante más grande para lavar y aclarar.
En un principio se trataba de un recinto cubierto para tratar de protegerse de los fríos inviernos. En la actualidad y después de su rehabilitación, sus muros han quedado medio abiertos con tejado de dos aguas.
Fuente de la Hontana. Construida aproximadamente en 1910, sirvió como abrevadero para el ganado y animales de labor, además aquí se echaban a lavar los haces de centeno que recogían en el campo, para quitarles el grano y hacer después atillos para el trigo.
La fuente se encuentra levantada en piedra con un murete rematado con un frontón triangular, en el mismo y de forma asimétrica en su lado derecho, existen dos arcos concéntricos apuntados de ladrillo de los que emerge el único caño, este vierte sus aguas en un pilón rectangular.
Su localización es un poco confusa, ya que se encuentra en mitad de una zona verde llena de maleza a espaldas de un chalet. Existen do formas de llegar hasta ella, ambas desde la Calle Reguera, estas coordenadas 40º58'34,2"N 3º31'24,9"W sitúan en una de las dos entradas existentes, la otra es entrar desde la misma calle a través de la Calle Postigo, que al igual que el el otro se trata de un camino lleno de maleza. En ambos casos se trata de una distancia de apenas 50 metros.
CARNAVAL. En esta fiesta además de disfrazarse los habitantes, se disfraza también a una vaquilla.
ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA. (Mediados de Agosto). Misa, procesión, juegos, verbena y baile.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM. ChatGPT y Paneles explicativos
Distancia a Madrid:87,2 KM Municipios colindantes
El Atazar EN COCHEPor la A1 (E5) hasta la salida 67 en Lozoyuela para tomar la carretera M-135 dirección Manjiron, Paredes de Buitrago, Serrada de la Fuente hasta Berzosa. Existe otra ruta que es tomar igualmente la A1(E5) hasta La Cabrera para desviarse hacia El Berrueco y desde alli por la M-127 (en ocasiones cortada) dirigirse a Robledillo de la Jara y Berzosa. ![]() AUTOBUSES191 A Buitrago (Pza.Castilla)199A Desde Buitrago 191D Desde Buitrago |