El nombre de Patones proviene del apellido Paton de sus fundadores.
Gentilicio: Patoneros/as
En los tiempos más remotos, antes de que la historia escrita alcanzara estas tierras, el territorio donde siglos más tarde surgiría Patones fue hogar de los primeros grupos humanos. La Cueva del Reguerillo, un yacimiento de gran importancia arqueológica, nos habla de la presencia de comunidades prehistóricas que habitaron la zona desde la Edad del Bronce. Exploraciones realizadas en el siglo XIX y XX han revelado restos cerámicos, herramientas de piedra y grabados rupestres, que sugieren que estos primeros pobladores vivían de la caza, la pesca y la recolección.
Con la llegada de los celtíberos, se estableció un castro fortificado en el Cerro de la Oliva, estratégicamente ubicado para vigilar el valle del Jarama. Las excavaciones han revelado una estructura urbanística avanzada, con calles bien delimitadas y viviendas de piedra, lo que indica un asentamiento organizado que perduró hasta la romanización de la península en el siglo I d.C.. Con la conquista romana, el enclave se integró en su red comercial, aunque mantuvo su carácter rural.
Tras la caída del Imperio Romano, la región quedó bajo dominio visigodo. Aunque no hay registros concretos de asentamientos visigodos en Patones, es probable que pequeños núcleos de población continuaran habitando la zona, dependiendo de la agricultura y la ganadería. Con la invasión musulmana en el siglo VIII, la Sierra Norte se convirtió en una frontera inestable entre los reinos cristianos del norte y Al-Ándalus. Se cree que en este período algunas comunidades cristianas refugiadas en la sierra pudieron haber encontrado refugio en estas tierras, sobreviviendo al margen del dominio musulmán.
Durante los siglos IX y X, Patones y su entorno fueron una tierra de nadie, una zona de conflicto en la que los musulmanes establecieron pequeñas alquerías fortificadas y puntos de control para vigilar los pasos estratégicos. Sin embargo, con la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085, la repoblación cristiana comenzó a consolidarse en la Sierra de Madrid. Según algunas teorías, la aldea de Los Pradales, situada al norte del actual Patones, pudo haber sido uno de los primeros asentamientos en la zona tras la reconquista.
En los siglos XII y XIII, el valle donde hoy se ubica Patones quedó bajo el dominio de la Villa de Uceda, que pertenecía al arzobispado de Toledo. Durante este período, la región experimentó un lento crecimiento, con la construcción de caminos, puentes y pequeñas ermitas rurales, como la de Nuestra Señora de la Oliva, de origen románico-mudéjar, que fue un importante centro religioso para los primeros pobladores.
Los primeros registros escritos de Patones no aparecen hasta el siglo XVI, pero documentos de la época sugieren que en el siglo XIV ya existía una pequeña comunidad en la zona. La vida en estos años estuvo marcada por las disputas territoriales entre Uceda y otras localidades vecinas, además de las crisis económicas provocadas por la Peste Negra y las guerras dinásticas castellanas.
A finales del siglo XVI, los primeros documentos oficiales mencionan a los Patones como un pequeño grupo de vecinos que vivían en una alquería bajo la jurisdicción de Uceda. Su economía se basaba en la ganadería trashumante, la apicultura y la producción de carbón vegetal. En esta época, la población creció lentamente, pasando de siete vecinos en 1555 a once en 1595.
El siglo XVII trajo consigo la leyenda del Rey de los Patones, un líder local que gobernaba a los habitantes de la aldea de manera informal. La historia, aunque envuelta en mito, sugiere que los Patones se autogobernaban en relativa independencia de Uceda, lo que les permitió mantener su modo de vida rural sin interferencias externas. No obstante, seguían sujetos a tributos y obligaciones para con la villa matriz.
La leyenda del Rey de Patones cuenta:
Debido al inconveniente de ser un lugar alejado de Uceda, los habitantes de Patones decidieron nombrar un Rey propio, llamado Rey de Patones, una especie de alcalde o juez de paz que administraba justicia entre los vecinos. El 3 de agosto de 1769 el rey Carlos III concede el título de aldea a Patones la independencia de la Villa de Uceda, pudiendo tener desde entonces alguacil. Posiblemente fue en este momento cuando desapareció el Rey de Patones.
En el siglo XVIII, la población alcanzó las 60 familias y los Patones comenzaron a buscar su independencia administrativa de Uceda. En 1769, lograron que el rey Carlos III concediera a Patones el título de villa independiente, separándola de Uceda y permitiendo la elección de su propio alcalde pedáneo. Esta independencia marcó el inicio de una nueva etapa en la historia del pueblo.
El siglo XIX trajo consigo la consolidación de Patones como una villa independiente, aunque siguió siendo una comunidad aislada y basada en la economía agropecuaria. En 1833, con la reforma territorial de Javier de Burgos, Patones pasó a formar parte de la provincia de Madrid, abandonando su histórica vinculación con Guadalajara. Su inclusión en la nueva provincia facilitó la llegada de infraestructuras y el desarrollo de la comarca.
Durante la Guerra de la Independencia, los habitantes de Patones sufrieron las mismas dificultades que otras localidades cercanas, aunque la orografía del pueblo ayudó a que quedara al margen de los enfrentamientos directos. En los registros de 1848, la villa contaba con 70 vecinos, cuya principal actividad seguía siendo la ganadería y la producción de carbón. En estos años, las primeras mejoras urbanísticas comenzaron a aparecer, incluyendo la construcción del cementerio, la ampliación de la iglesia de San José y la consolidación de las calles empedradas.
A finales del siglo, con la llegada del Canal de Isabel II, la construcción de la presa del Pontón de la Oliva durante el periodo 1851-1858 trajo consigo un aumento de población temporal debido a la afluencia de trabajadores. Aunque la presa resultó ineficaz y fue abandonada, marcó el primer intento de modernización en la región. En 1870, un plano del pueblo mostraba 81 viviendas, distribuidas en un entramado irregular que seguía el relieve del terreno.
El siglo XX fue testigo de grandes transformaciones en Patones. A principios de siglo, la población seguía creciendo lentamente, pero en las décadas de 1950 y 1960 comenzó un éxodo rural hacia el nuevo núcleo de Patones de Abajo, más accesible y mejor comunicado. Las condiciones de vida en Patones de Arriba se volvieron cada vez más difíciles, con viviendas deterioradas, falta de infraestructuras y problemas de abastecimiento de agua y electricidad.
En los años 70 y 80, el pueblo quedó prácticamente despoblado, pero el interés por la arquitectura tradicional de pizarra y su valor histórico provocó un resurgimiento como destino turístico y cultural. La restauración de viviendas, la apertura de restaurantes y alojamientos rurales, y la protección del casco histórico han permitido que Patones de Arriba recupere su esencia, convirtiéndose en uno de los pueblos más pintorescos de la Comunidad de Madrid. En los años noventa de ese mismo siglo se declaró Bien de Interés Cultural a Patones de Arriba
Hoy en el siglo XXI, Patones mantiene su equilibrio entre el pasado y el presente, atrayendo visitantes con su historia, su arquitectura y su entorno natural privilegiado. Visitar Patones de Arriba en un fin de semana, es misión imposible salvo que este allí a las siete de la mañana. Debido a la ingente cantidad de turistas que recibe, se ha prohibido la circulación de vehículos por su interior, debiendo dejar el vehículo a las afueras en un pequeño parking que pronto se llena.
Teniendo en cuenta que Patones de Abajo prácticamente se creó recientemente, no existen lugares o edificios antiguos que destacar. En cuanto a los modernos podemos ver la Iglesia de San José o el Ayuntamiento que es común para las dos poblaciones. Se encuentra en una magnifica plaza y en su construcción se ha empleado la pizarra como parte de material por seguir la costumbre de la zona.
En cuanto a Patones de Arriba merece destacarse:
La primera construcción que aparece al frente al entrar al pueblo es la antigua Iglesia de San José construida a mediados del siglo XVII, fecha en la que era una ermita con campanario, hecha con piedra y cal. En su interior albergaba tres retablos que desaparecieron en la guerra civil, conservándose una imagen de la Virgen de la Candelas patrona de la localidad.
Este lugar hasta que se construyó el primer ayuntamiento era el encuentro político y centro social del pueblo. Aquí se reunían en concejo abierto los hombres para discutir y tomar decisiones importantes para Patones.
Abandonada durante muchísimos años, fue reformada durante el siglo XX para abrir sus puertas en 1998, siendo en la actualidad la sede de CITECO (Centro de iniciativas turísticas, educativas, culturales y de ocio), además de albergar la Oficina de Turismo y ser sede de una exposición permanente sobre la historia y el origen de Patones.
A pocos metros frente a la iglesia nos encontramos con el edificio de las nuevas escuelas construidas poco tiempo después de terminar la guerra civil. En piedra de sillar calizo. este edificio fue pensado para albergar en el mismo el Ayuntamiento y las escuelas mencionadas, no llegando a funcionar ninguna de las dos instituciones mencionadas, siendo en la actualidad un Centro de artesanía.
Con esta construcción empezó a declinar el uso de la pizarra como elemento de construcción, propiciando el abandono de este pueblo para mudarse la población al recién nacido Patones de Abajo.
Partiendo de la antigua iglesia por la calle Real nos desviaremos a los pocos metros a la izquierda para continuar unos metros y girar a la derecha donde se verá el antiguo lavadero y al fuente nueva.
Fueron construidos en 1908 en el lugar donde existía un antiguo molino de los siglos XVII y XVIII utilizando sus piedras de moler para la construcción de la fuente. En la actualidad aun se puede ver en la parte trasera los restos de la presa que abastecía de agua al molino.
El lavadero es el tradicional de principios del siglo XX donde las mujeres iban a lavar la ropa y de paso charlar un poco entre ellas. Es de planta rectangular con cubierta de teja y vertiente a dos aguas, teniendo dos espacios diferenciados para la lavar y aclarar.
La fuente nueva de planta rectangular tiene tres caños, dos inferiores y uno superior en el medio de los mismos que en mis varias visitas nunca he visto manar agua de el mismo, igualmente posee una especie de canal en su frontal por el cual abastecía de agua al lavadero. Durante muchos años fue el principal punto de abastecimiento de agua para la población de la localidad.
Unos cuantos metros más al norte pasada la presa mencionada anteriormente, se encuentra una especie de descansadero o cobertizo con cubierta de teja y rodeado de vigas circulares de madera sujetas por mojones de piedra a modo de corralito, lo que te hace pensar que puede ser usado para resguardarse o dormir los pastores.
Otro uso que puede tener es como un lugar para descansar las personas que hacen la Ruta senda del Genaro ya que es el punto existente entre El Berrueco y El Atazar. Esta senda tiene un recorrido circular de 70 kilómetros conectando los municipios que rodean el embalse de El Atazar.
Desde aquí se pueden obtener unas buenas vistas de una parte del pueblo. A partir de este punto ya solo nos falta empezar a recorrer las empinadas y bonitas calles de este pequeño pueblo y si apetece comer o tomarse algo en uno de los muchos bares-restaurantes existentes.
Descendemos de Patones de Arriba a Patones de Abajo para coger la carretera M-102 y desviarnos por la M-134 dirección a el Embalse de El Atazar y aproximadamente a 4,5 kilómetros a nuestra izquierda se encuentra la Antigua Ermita de la Virgen de la Oliva.
Construida entre los siglo XII y XIII en estilo románico-mudéjar estuvo adscrita en un principio a la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares, se entiende como Iglesia Magistral la que todos sus canónigos eran doctores en teología. En la actualidad pertenece a la Diócesis Complutense de la misma ciudad, estando por desgracia incluida en la Lista roja de patrimonio en peligro dirigida por la asociación Hispania Nostra por el estado ruinoso en el que se encuentra, conservándose únicamente el ábside con bóveda de cuarto de esfera y unos pequeños muros que indican el principio de la que fue la nave, ambos elementos ábside y los muros se unen entre si mediante un arco semi apuntado.
Descendemos unos metros desde la ermita por la M-134 hasta el Aparcamiento de la presa del Pontón de la Oliva donde dejaremos el coche para coger una pista forestal que sale de frente que nos llevará a cabo de unos quinientos metros a la parte alta de la Presa del Pontón de la Oliva
Esta presa fue la primera que se construyó a mediados del siglo XIX en sillería y mampostería de caliza durante el reinado de Isabel II con una altura de 27 metros y una anchura de 72 metros.
En su construcción intervinieron alrededor de 4.000 personas de las cuales entre 1.500 y 2.000 eran presos de la Guerras Carlistas. En este tiempo igualmente se construyó el Canal del Lozoya conocido también como Canal de Isabel II que mediante acueductos y conducciones llevaba el agua hasta la capital.
Desde un principio y debido a la naturaleza caliza del terreno empezaron a producirse infiltraciones en la presa, y aunque se intento solucionarlo con otras construcciones accesorias, en 1904 se optó por inutilizarla presentando el aspecto actual, es decir vacia.
Con esta visita terminamos nuestra estancia de un día por Patones.
LA CANDELARIA. 2 de febrero. Ofrenda floral a la Virgen el día anterior. En el mismo día por la mañana se celebra misa y la procesión por la tarde. De un tiempo a esta parte se sube con antorchas la procesión hasta Patones de Arriba.
CARNAVAL. Febrero. Concurso de disfraces.
SAN JUAN. 24 de junio. Fiesta patronal del pueblo con verbena, sardinada, fuegos artificiales, concursos, juegos infantiles y misa.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
![]() Ayuntamiento
Plaza de la Constitución, 1 28189 - Patones Tfno: 91- 843 20 26
Distancia a Madrid: 84.8 KM Municipios colindantes
El Atazar EN COCHETomar la N-1 (A5) hasta la salida 50 dirección Torrelaguna. por la N-320. Desde este pueblo y siguiendo las indicaciones por la M-102 se llegará a Patones de Abajo desde el cual tomar un desvío señalizado existente a la izquierda que despues de una fuerte pendiente se llega Patones de Arriba. ![]() AUTOBUSES197 Madrid (Pza. Castilla)197A Desde Torrelaguna 913 Desde Torrelaguna |