Se cuenta que los pocos habitantes de un poblado llamado Los Degollados próximo a Fresnedillas y hoy desaparecido, huyeron de unos forasteros que pasaron a cuchillo a los habitantes. Estos pocos se refugiaron en un bosque de fresnos que llamaron Fresnedillas.
Al cabo del tiempo estos empezaron a cultivar olivos y unieron del fruto del olivo la oliva al primer nombre, de modo que quedo como en la actualidad, Fresnedillas de la Oliva
Gentilicio: Fresnedillenses/as - Fresnedilleros/as.

En la soledad de las sierras que hoy rodean Fresnedillas de la Oliva, el viento lleva siglos murmurando historias. Aunque no se han hallado restos contundentes de ocupaciones prehistóricas, sí se han descubierto vestigios aislados —fragmentos de cerámica, muros antiguos— que susurran que aquí hubo vida mucho antes de que existiera memoria escrita. Pero durante milenios, esta tierra fue más de lobos que de hombres, más de encinas que de tejados.
En el siglo XI, con la Reconquista ya en marcha y el dominio árabe cediendo lentamente ante las huestes cristianas, los primeros repobladores, pastores trashumantes en su mayoría, comienzan a pisar estos parajes. Llegan del norte, quizá con sus ovejas, sus herramientas sencillas y una esperanza compartida: establecerse. Aún no existe Fresnedillas como tal, pero se empiezan a levantar majadas y cabañas cerca de los mejores pastos.
Durante el siglo XII, bajo el reinado de Alfonso VIII, la gran reorganización del territorio avanza. El 7 de febrero de 1172 y el 21 de abril de 1181, dos documentos determinan la frontera entre las Comunidades de Villa y Tierra de Segovia y Ávila. Fresnedillas queda adscrita a la primera. Nace así su vínculo con el sexmo de Casarrubios, dentro del Reino de Toledo, y su destino se ata al poder ganadero de Segovia. Aún sin parroquia ni plaza, Fresnedillas es entonces apenas un conjunto disperso de chozas entre robledales, pero ya forma parte de la historia.
Durante los años del siglo XIII, la colonización cristiana toma forma. Las majadas se convierten en pequeñas aldeas. Se traza el mapa que dará forma a muchos municipios actuales. Fresnedillas aún no aparece con nombre propio, pero los topónimos que hoy conocemos —Navaelquejigo, San Bartolomé, La Povedilla— ya se mencionan en documentos y en el Libro de la Montería de Alfonso XI. Aunque no se cita directamente a Fresnedillas, el territorio ya está en uso y en disputa.
La vida en los montes continúa a paso lento durante el siglo XIV. La caza, la trashumancia y las primeras formas de agricultura dan forma a un paisaje humano aún muy rural y disperso. El poder está en Segovia, pero los montes lo gobierna la naturaleza. Se menciona la existencia de alquerías como La Povedilla y ruinas de antiguos asentamientos, pero aún no se consolida un pueblo como tal.
En el siglo XV, algunos lugares comienzan a despoblarse. Se menciona el despoblado de Los Degollados, en la linde con Navalagamella, que según algunos fue más antiguo que la propia Fresnedillas. También aparecen restos de una antigua iglesia en la zona de San Bartolomé. Aunque no hay constancia aún del nombre “Fresnedillas, el territorio se está perfilando como lugar habitado.
Por fin se consolida el núcleo que hoy conocemos como Fresnedillas de la Oliva en el siglo XVI. A mediados de siglo se construye la Iglesia Parroquial de San Bartolomé, y aparece el nombre del pueblo en los censos.
Corría el año 1520 cuando el Reino de Castilla se vio sacudido por un alzamiento popular sin precedentes: la Revolución Comunera. Las ciudades castellanas, cansadas del despotismo fiscal del joven rey Carlos I y de los abusos cometidos por sus asesores flamencos, decidieron alzarse para reclamar un gobierno más justo, arraigado en las antiguas libertades del reino.
Fresnedillas de la Oliva no fue ajena a este viento de rebelión. Sus vecinos, humildes pero decididos, se unieron a la causa comunera con entusiasmo, alentados por el cercano apoyo de la ciudad de Segovia. Durante meses, el concejo local apoyó el movimiento que pedía un rey que hablara su lengua, respetara sus costumbres y no entregara el gobierno de Castilla a manos extranjeras.
Pero el sueño fue efímero. En abril de 1521, las tropas reales aplastaron la revuelta en la batalla de Villalar, y la represión no tardó en llegar a todos los rincones del reino. En Fresnedillas, el castigo fue ejemplar: las propiedades del Conde de Chinchón, partidario del rey, habían sido dañadas, y como represalia 35 vecinos fueron multados con más de 10.000 reales, una suma desorbitada para un pequeño pueblo ganadero, cuyos habitantes no contaban con oficio ni recursos. Aquellos días quedaron grabados en la memoria colectiva como un ejemplo de coraje frente al poder. Aunque la revuelta fue sofocada, el espíritu comunero perduró durante generaciones como símbolo de dignidad, justicia y defensa de los derechos del pueblo.
Sin embargo, la ganadería y los caminos, como el que une Navalagamella con Robledo, mantienen viva la economía local.
En el siglo XVII, la población disminuye: de 53 vecinos en 1591 se pasa a poco más de 40 en 1637. Aun así, la vida continúa. El caserío crece en torno a caminos y tierras familiares. La iglesia acoge tanto a los feligreses del pueblo como a los del despoblado de Los Degollados. La vida es sencilla, pero estable. El siglo culmina con un pueblo pequeño, de alma rural, dependiente de la tierra y el monte.
En el siglo XVIII, Fresnedillas se convierte en villa independiente en 1740, dejando de depender de Robledo. Pero no dura mucho: por deudas, pasa a manos del Marquesado de Robledo, hasta que Zarzalejo, en nombre de varias villas, recupera la propiedad para la Corona tras diez años de pleitos. El Catastro de Ensenada de 1752 y la Descripción de Lorenzana de 1783 pintan un lugar humilde pero vivo: 43 vecinos, una economía basada en cereales, colmenas, ganado y carbón vegetal. Se menciona incluso la existencia de un convento templario en ruinas en Los Degollados.
Durante el siglo XIX, con la abolición de los señoríos en 1811 promulgada por las Cortes de Cádiz, Fresnedillas queda libre del marquesado. Poco después, en 1833 debido a la nueva división territorial de España, llevada a cabo por Javier de Burgos, se incorpora a la provincia de Madrid. Las desamortizaciones venden terrenos de la iglesia y las cofradías. La economía sigue siendo ganadera y agrícola, aunque con rendimientos escasos. El Diccionario de Madoz (1847) señala un pueblo con 50 casas, pocos caminos en buen estado y escasos recursos. A finales de siglo, el plano del Instituto Geográfico Nacional muestra un núcleo pequeño y compacto, de calles desiguales, donde la vida sigue girando en torno a la plaza y la iglesia.
Con el nuevo siglo XX llegan cambios. El censo de 1910 muestra 464 habitantes; en 1930 se alcanza el pico con 606. La Guerra Civil deja huella: bunkers en los alrededores y la iglesia casi destruida. A partir de los años 50 llegan mejoras: electricidad, teléfono, escuelas, clínica, ayuntamiento... pero la emigración a Madrid debilita el crecimiento. En 1969, Fresnedillas aparece en los mapas del mundo gracias a la Estación Espacial, vinculada al Apolo XI. En los años 70 y 80, el crecimiento de las segundas residencias revitaliza el pueblo: se supera el umbral de las 3.000 personas en verano.
Durante las primeras décadas del siglo XXI, Fresnedillas de la Oliva se ha transformado en una pequeña localidad con alma rural y rostro moderno. El turismo, la construcción y los servicios han reemplazado a la ganadería. La agricultura ha quedado relegada al consumo familiar. Más de 100 extranjeros residen aquí, y más de la mitad del parque residencial está compuesto por viviendas temporales. Las Normas Subsidiarias de Planeamiento de 1991 intentan ordenar este crecimiento para no perder la esencia. Mientras tanto, el pueblo mira al futuro con la memoria de sus pastores, sus montes de roble y los ecos de la luna que una vez le rozaron desde el espacio.

Iglesia Parroquial de San Bartolomé. Construida en 1625 a partir de una antigua iglesia que en la actualidad ocupa el altar mayor. Se levantó siguiendo el proyecto de Jorge Manuel Theotocopuli, hijo de Domenicos Theotocopulos "el Greco".
De aquella antigua iglesia solo quedan dos columnas, de fuste liso y capitel de un orden derivado del toscano, que sustentan la tribuna o coro existente a los pies del templo.
El interior presenta una planta rectangular de una sola nave con un enorme arco triunfal de medio punto que separa la nave del presbiterio. Del exterior sobresalen los contrafuertes de los muros y la espadaña en la fachada sur con tejadillo de granito a dos aguas, dos vanos con arco escarzano donde se ubican las campanas y uno más pequeño por encima de estos.
El edificio, levantado íntegramente en granito, constituye un magnífico ejemplo de la arquitectura religiosa serrana del siglo XVII, caracterizada por la solidez, la limpieza de líneas y la ausencia de ornamento superfluo. En la fachada principal destaca la portada adintelada bajo un pequeño pórtico sostenido por pilares de granito y cubierta a tres aguas con teja curva. Los muros laterales, reforzados por contrafuertes, muestran vanos rectangulares enmarcados en piedra, mientras que la cubierta a dos aguas aporta al conjunto una imagen equilibrada y rotunda. Hoy en día, la iglesia se conserva en excelente estado, manteniendo su configuración original e integrándose armónicamente en el casco histórico del municipio.
Potro de herrar. Era la construcción empleada antiguamente para herrar al ganado, muy común especialmente en los pueblos de la sierra de la Comunidad de Madrid. Constaba de dos hileras paralelas de tres postes cada una, normalmente de granito, aunque los ejemplares más antiguos podían ser de madera.
Los dos pares de postes más altos estaban unidos entre sí por travesaños de madera o barras metálicas, y a su vez se enlazaban con el par más bajo del mismo modo.
Entre los postes del segundo par más alto se situaba el yugo, lugar donde se sujetaba la cabeza del animal para inmovilizarlo. Además, se le pasaban dos cinchas de cuero alrededor del vientre, fijadas a los travesaños o varas metálicas. Una vez inmovilizado, el herrero procedía a retirar las viejas herraduras, limpiar las pezuñas y colocar las nuevas.
Casas vivas. Gracias al Ayuntamiento y a la artista madrileña Elena Parlange que las ha decorado, se tiene la oportunidad de recorrer 15 casas abandonadas en el casco urbano, en las que en cada una se encuentra una recreación de costumbres tradicionales, oficios e historias de sus habitantes.
En la fotografía la casa correspondiente a la Fiesta de la Vaquilla.
Antiguas escuelas. Situadas en la calle Real, muestran el típico ejemplo del edilicio de las escuelas existentes en los pueblos, construidas a raíz de terminar la guerra civil. Se trata de un edificio construido en parte con piedra granítica y otra en ladrillo, con dos porches a cada extremo para la entrada diferenciada existente en aquel entonces de niñas y niños.
Se trata del lugar que no hace tantos años poseían todos los pueblos, dirigidos por Maestros/as Nacionales que se ocupaban de la enseñanza hasta un nivel. Debido a la despoblación rural en la gran mayoría de estos pequeños pueblos estas figuras tan queridas para todos han desaparecido y las edificaciones que había dedicadas a este menester hoy se han recuperado para albergar otras actividades, en este caso concreto a Consultorio Médico.
Fuente de la Plaza de la Constitución. Construida completamente en granito compuesta por un murete vertical encuadrado con dos pilastras adornadas en sus extremidades por sendas bolas del mismo material. En el centro se levanta un monolito en cuya parte superior se encuentra labrado el escudo de la localidad y más abajo el único caño de la fuente que vierte sus aguas a un pequeño pilón, estando rematado el mencionado monolito con otra bola de granito. A ambos lados del mismo se encuentran sendos banco del mismo material.
Fuente octogonal. Situada en la confluencia de la M-532 y la calle Las Eras, esta fuente moderna se ha convertido en un pequeño hito urbano dentro del núcleo histórico. El conjunto está formado por un pilón bajo de planta octogonal construido en granito, cuya parte superior sirve de base para un elegante cuerpo central.
Sobre dicho basamento se eleva un monolito que actúa como eje de dos pilas circulares superpuestas, de distinto diámetro, rematadas por un pequeño surtidor. Su diseño, aunque contemporáneo, respeta la estética tradicional del pueblo mediante el uso de piedra y formas sencillas, integrándose adecuadamente en el entorno.
La fuente se encuentra además junto al panel informativo municipal, lo que refuerza su función como punto de referencia y bienvenida para vecinos y visitantes.
Fuente M-532. Frente al Hogar del jubilado se encuentra esta fuente de granito compuesta de un monolito adornado en su extremo con una bola del mismo material, de donde emerge el único caño que vierte sus aguas a un pequeño pilón, con un banco en cada uno de sus extremos.
Seguramente se construyó para abastecer de agua potable a las viviendas del pueblo antes que las mismas tuviesen agua corriente, por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones
Fuente de la Zorra. Situada en la calle del mismo nombre se encuentra esta fuente construida por Rafael de la Plaza Sierra en el año 2002. Se trata de un pequeño espacio cerrados por tres de sus lados con muros de piedra granítica, de que en el que esta situado en el fondo emerge un caño que vierte sus aguas a dos pilones continuos que a su vez vierten el rebosante a una reguera que lleva el agua hasta el sistema de alcantarillado. En este mismo muro existe una placa en la que se encuentra inscrita el nombre de la fuente y una más pequeña con el año de su construcción. Loa muros laterales albergan bancos del mismo material.
Fuera del recinto de la fuente en un lateral se encuentra un monolito de piedra con el nombre del autor.
Fuente del Caño. Situada en la calle de Los Caños, dentro del parque del mismo nombre y a escasos metros de la entrada al Museo Lunar. El conjunto se organiza en un espacio semicóncavo de tres muros de mampostería granítica, coronados por bolas decorativas y con un banco corrido que invita al descanso.
En el centro del muro principal se encuentra el único caño, desde el cual el agua discurre hacia una secuencia alineada de cuatro pilones rectangulares escalonados, tallados en grandes bloques de granito. Este recorrido en cascada, típico de las fuentes tradicionales de la Sierra Oeste, permitía en su origen diferentes usos del agua —abrevado, lavado o recogida— a medida que descendía por los recipientes.
Hoy la fuente permanece restaurada y bien integrada en el parque, conservando su trazado original y funcionando como un rincón característico del pueblo.
Museo Lunar. Fue inaugurado el 9 de junio de 2010 como homenaje a los hombres y mujeres que, desde la Estación Espacial de Fresnedillas (1967-1985), tuvieron una participación decisiva en el éxito de las misiones Apolo de la NASA. Las misiones Apolo 7 y 9 orbitaron la Tierra, mientras que las Apolo 8 y 10 orbitaron la Luna, siendo el Apolo XI el que en 1969 realizó el primer alunizaje, siendo el último el Apolo 17 en 1972. Hasta la fecha 12 astronautas han pisado la Luna.
Para el seguimiento de estas misiones se crearon tres bases encargadas de mantener las comunicaciones con los astronautas de las misiones que se fueran realizando, a través de antenas idénticas con 26 metros de diámetro y unas 300 toneladas de peso. Estaban situadas: una en Goldstone (California), otra en Honeysuckle Creek (Australia), y la tercera en Fresnedillas de la Oliva (España).
En el museo aparte de poder ver diversos objetos relativos a la misión Apolo y a la estación de seguimiento de Fresnedillas, se realizan diversas actividades y talleres tanto familiares como para escolares.
Para más información de horarios y tarifas pinche aquí.
Posición Alamedilla. Construido por las fuerzas golpistas franquistas con hormigón, mampostería de granito y ladrillos, en el cerro denominado Los Degollados a 918 metros de altitud entre Fresnedillas de la Oliva y Navalagamella. Se trata de un conjunto fortificado de tipo Blockhaus de la 1ª Brigada de la 71 División.
Su estructura es la típica de esta clase de fortificaciones con el puesto de mando a retaguardia, una trinchera que comunicaba dos fortines circulares que cuentan con nidos de ametralladora cubiertos y parapetos a barbeta tipo pozo de tirador o granadero de forma circular.
Se encuentra en la carretera M-521 entre Fresnedillas de la Oliva y Navalagamella dejando el coche en un pequeño parking de tierra y después andar unos 400 metros.
Coordenadas 40º29'08.8''N 4º09'12.3''W
40.48577,-4.15342.

Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos.
