Cuenta la tradición que dos hermanos llamados Agostinos llegaron a este lugar desde la Villa de Buitrago y fundaron unas ventas, alrededor de las cuales habría crecido un pueblo llamado San Agustín.
Otra versión dice que fueron unos sacerdotes los que levantaron una ermita bajo la advocación de San Agustín y que entorno a la misma y en las riberas de un río llamado Guadalix fue creciendo el pueblo. En cuanto al término Guadalix se trata de un topónimo árabe compuesto por el prefijo Wadi que significa río y el de alix que sería una abreviatura de piedra, lo cual significaría rio de piedras.
Gentilicio: Sanagustineños/as.

San Agustín de Guadalix es un pueblo aún sin investigar arqueológicamente; no obstante, se dice que en el lugar donde hoy se encuentra existió, según Alejandro Martín Ortega, un poblado ibérico, como lo evidencian los pozos, bodegas y cuevas hallados. En cuanto a la época romana, han aparecido cerámicas, antefijas y un sarcófago de piedra descubierto en el alto donde se levanta la iglesia. Sin embargo, el verdadero origen del pueblo se sitúa en la Edad Media, aunque sin poder determinar con precisión el momento en que surge San Agustín como núcleo repoblado. Seguramente lo fue en tiempos de Alfonso VII, cuando comenzaron las repoblaciones con gentes procedentes de Segovia, que fueron estableciéndose y creando pueblas o pequeños poblados. En el caso de San Agustín, es probable que se asentaran en un monte cercano llamado Las Pueblas. También es posible que en esta época se fundara el poblado de Moncalvillo, en la dehesa del mismo nombre, que debió abandonarse en 1364 a causa de una epidemia, cuyos restos aún pueden verse en el paraje conocido como Las Cabezuelas.
La villa perteneció a la Corona de Castilla hasta que en 1382 Juan I de Castilla entregó a don Pedro González de Mendoza el señorío de San Agustín y Pedrezuela, en recompensa por sus servicios a los reyes castellanos. Este señorío permaneció en la familia hasta 1461, cuando otro don Pedro González de Mendoza, obispo de Calahorra e hijo del célebre poeta Marqués de Santillana, la permutó por otras posesiones con don Diego Arias de Ávila, contador mayor del rey Enrique IV. De este último descendieron los condes de Puñonrostro, cuyo escudo de armas figura en el actual emblema de San Agustín.
A comienzos del siglo XVI, la reina Juana la Loca otorgó a San Agustín el título de villa, “autorizándole el uso de horca, pica, cepo, cadena, azote y otras insignias y prerrogativas de jurisdicción y justicia”. Durante este siglo se sucedieron diversos litigios por la sucesión del Condado de Puñonrostro, promovidos por don Arias Gonzalo Dávila y sus sucesores contra don Juan Arias de Ávila Portocarrero, a quien correspondía el condado por sucesión directa. Los pleitos concluyeron en 1588, cuando la Audiencia de Valladolid dictó sentencia a favor de don Pedro Arias de Ávila, primogénito de don Arias Gonzalo Dávila. Para cubrir los gastos del largo litigio y otras deudas, fueron talados numerosos encinares del paraje de Moncalvillo, lo que provocó una gran deforestación en la dehesa.
La dehesa mencionada, perteneciente a San Agustín y a la vecina Pedrezuela, fue motivo de disputas entre ambos municipios. Ante los continuos conflictos, el Concejo de San Agustín solicitó la intervención del conde de Puñonrostro para que mediara y efectuase la división. En 1591 se realizó la partición territorial de la dehesa y en marzo de 1602 la partición jurisdiccional.
Durante el siglo XVII, se documenta la intensa deforestación de la dehesa, así como los continuos pleitos interpuestos por el conde de Puñonrostro contra los vecinos de la villa, por negarse estos a pagarle derechos por la corta de leña en los montes del término, privilegio que no le correspondía, pues la Casa Condal carecía de señorío sobre Moncalvillo.
En el siglo XVIII, concretamente en 1751, con motivo del Catastro del Marqués de la Ensenada, la villa seguía perteneciendo al condado de Puñonrostro y había perdido cerca de la mitad de su población. En esta centuria se levantó el edificio de la Tercia como granero por parte de los monjes del Paular, y probablemente también el antiguo edificio del ayuntamiento, situado en el mismo lugar donde se encuentra el actual. A finales de siglo, debido a diversas epidemias, la población de San Agustín se redujo hasta unos 50 vecinos, según las Descripciones de Lorenzana. Las ocupaciones habituales eran la agricultura, la ganadería y el aprovechamiento de la leña de la dehesa para consumo y venta.
El siglo XIX, comenzó casi de la mano de la invasión francesa. En 1808, San Agustín se encontraba en la ruta que unía Francia con Madrid por Irún, por lo que fue frecuentemente ocupado por ambos bandos. En la noche del 31 de julio de ese año tuvo lugar la destrucción e incendio del pueblo, quedando en pie, aunque muy deterioradas, algunas casas y perdiéndose el archivo municipal. Los vecinos se refugiaron en la dehesa de Moncalvillo. El 1 de diciembre pernoctó en el pueblo el Cuartel Imperial francés, y al día siguiente, una vez partido Napoleón, quedó un destacamento que utilizó la iglesia como cuartel, granero y cuadra, destruyendo su archivo y causando graves daños a imágenes, retablos y pórtico.
A mediados de siglo comenzaron las obras para llevar las aguas del río Lozoya hasta Madrid. En 1859 se aprobó la incorporación de las aguas del río Guadalix; para ello fue necesario ejecutar un canalillo de casi cuatro kilómetros a través de terreno de peña cuarzosa. San Agustín fue el primer pueblo de la zona al que se le concedió el uso del agua del Canal de Isabel II, y su término municipal conserva aún numerosas construcciones vinculadas a dicha infraestructura.
Ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil, las campanas de la iglesia fueron retiradas para convertirlas en metralla, y la documentación relativa a la construcción del templo desapareció en el incendio del mismo. Hasta casi los años 60, San Agustín se mantuvo como un municipio eminentemente rural, con unos 670 habitantes en 1955 repartidos en 247 viviendas concentradas en el casco urbano. La apertura del trazado de la nueva carretera N-1 favoreció la instalación de nuevos servicios hosteleros, aunque las principales actividades continuaban siendo los cultivos de regadío y secano, junto con una creciente ganadería. La industria estaba representada por una fábrica de encajes, un taller mecánico, dos molinos de pienso y dos tahonas. El sector servicios contaba con oficina de correos y central telefónica. En esta época el Canal de Isabel II llevó el agua corriente a todas las casas del municipio.
Un hecho trascendental para San Agustín fue la posterior construcción de la Autovía del Norte y la proximidad de municipios como Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, que albergan sedes de numerosas empresas españolas y extranjeras. La creación de diversos polígonos industriales atrajo a nuevos residentes, tanto de la capital como de otras regiones de España, provocando un notable aumento de población. La actividad agrícola fue desapareciendo en favor de la construcción, el sector servicios y la hostelería.

Empezamos nuestra visita en la Plaza de la Constitución donde se encuentran el Ayuntamiento y las Antiguas Escuelas formando un solo bloque de tres edificios.
La construcción de los mismos se remota a finales del siglo XIX siendo una iniciativa de los vecinos Patricio Sanz Nieto y Serafín Ortega González. Se trata de un edificio de dos plantas levantas en ladrillo y posteriormente revocadas, conservándose el ladrillo visto en las esquinas y en el remarcado de las jambas y de los dinteles en arco rebajado de los huecos de puertas, ventanas y balcones, así como en las líneas de imposta y cornisa en las que se afiligrana. El basamento es de mampostería y la cubierta de teja árabe. El edificio del ayuntamiento se encuentra coronado por un rectángulo donde se ubica un reloj y rematado por un frontón, en cuya parte superior se encuentra una campana. La entrada a los dos antiguos edificios de las escuelas, uno dedicado a las aulas de niños y el otro a la de niñas, es en la actualidad la entrada propiamente dicho al Ayuntamiento. Con la reforma efectuada en 1993 solo quedan en pie las antiguas fachadas que dan a la plaza.
Desde la Plaza de la Constitución iniciamos nuestro paseo hasta el punto más alto del núcleo urbano, para ello tomaremos la Calle Lucio Benito hasta el final de la misma para continuar por la Calle de la Soledad y desviarnos a nuestra izquierda por la Calle Cuesta de la Iglesia, que como bien indica su nombre posee una ligera inclinación.
Se trata de una construcción del siglo XVI en estilo renacentista purista con diversas restauraciones posteriores. Tal y como se relata en las Relaciones Topográficas ordenadas por Felipe II en 1579, pertenecía a la Magistral de Alcalá de Henares, así mismo se indica que el cura párroco de la misma era nombrado por el Abad Mayor e Canónigos de Santeuste de la Villa de Alcalá de Henares.
Se encuentra levantado en mampostería y los ángulos reforzados con sillares. El interior de planta rectangular con cabecera recta, presenta dos naves aunque proyectada para tres, sin llegar a consumarse la construcción de la del lado del evangelio, siendo la principal más alta que la situada al lado de la epístola, estando reforzada con tres contrafuertes. Las naves se encuentran separadas por arcos de medio punto apoyados en pilares rectangulares, cubiertas con artesonado de madera, estando la cabecera, tratándose de la parte más antigua del templo, cubierta con bóveda de crucería con terceletes, apoyándose los nervios sobre ménsulas decoradas con diversos temas, mientras que en las claves aparecen el escudo de armas de los Arias Dávila. El coro se encuentra situado a lo pies de la iglesia y en alto, sustentado por dos columnas de piedra en las que se apoyan dos vigas de madera haciendo de contrafuertes. En el sotocoro se encuentra la capilla de la Virgen de Navalazarza, fundada por Alonso Sánchez Morales en 1627. El interior de la iglesia se encuentra iluminada mediante seis óculos modernos.
La entrada al templo se efectúa por la fachada sur mediante portada renacentista posiblemente del segundo tercio del siglo XVII con arco de medio punto con pilastras, sobre el que se sitúa una cornisa apoyada en dos columnas corintias como enmarcando todo el conjunto, encontrándose sobre la clave una hornacina con la imagen de San Agustín.
La torre-campanario se encuentra a los pies del templo y consta de cuatro cuerpos separados por impostas. Se encuentra levantada en mampostería con sillares como refuerzo en las esquinas. En el último cuerpo se encuentran ubicados dos vanos con arco de medio punto en cada lado, excepto en el lado norte que solo tiene uno.

Dentro de unas cuantas rutas que existen en el término municipal de San Agustín del Guadalix, he escogido una que es la más sencilla de hacer y para la familia incluidos niños y niñas. Se trata de visitar las conocidas como Cascadas del Hervidero, una excursión lineal de aproximadamente 5,5 kilómetros entre ida y vuelta, cuya duración depende de las facultades de cada uno y de si se quiere entretener en sacar las fotografías correspondientes. En mi caso concreto teniendo en cuenta mi estado de salud en cuanto a movilidad se refiere, con el tiempo necesario para hacer fotografías y la correspondiente pérdida, tardamos cerca de las tres horas y media entre ir y volver.
Sobre el punto de partida existen en internet opciones diferentes siempre partiendo desde el Polígono industrial el Raso, siendo la más habitual partir desde la Laguna de los patos o desde el área recreativa del mismo nombre, que como comentario decir que se encuentran en estado de semiabandono y que los patos deberían de estar de vacaciones.
Existe otra opción y que por la cual me decante dentro del polígono industrial mencionado. La entrada se efectúa por la esquina de la Calle del Mesto y la Calle del Hervidero por la que se accede igualmente al Punto Limpio. Desde aquí se va caminando por una senda por el lado izquierdo del río Guadalix unos 350 metros hasta encontrar un puente de madera, cruzarlo y seguir la senda por la derecha unos 700 metros hasta encontrar una bifurcación.
La senda izquierda es la que lleva a las cascadas, mientras que la derecha después de una leve bajada se escucha un aumento del sonido del agua, se trata de pequeño salto de agua conocido como Cascada Becerra. Se trata de una represa construida por el Canal de Isabel II a principios del siglo XX. Al otro lado del rio se puede ver las ruinas de un antiguo molino.
Desde la Cascada Becerra retrocedemos hasta encontrarnos con la senda que parte a nuestra derecha, que es la que deberíamos haber tomado antes. Desde este punto después de unos 350 metros y una mediana pero corta subida, llegaremos a un paso canadiense que una vez atravesado nos sitúa en una antigua carretera del Canal de Isabel II, que tomaremos hacia nuestra derecha para caminar unos 250 metros hasta encontrarnos con el Puente de San Antonio (en la fotografía). A nuestra derecha y más abajo que nosotros, se encuentra un puente metálico totalmente abandonado en la carretera de Servicio del Canal Bajo, que a modo de diversión y con cuidado se puede pasar por el mismo.
Pasados unos metros del Puente de San Antonio, a nuestra izquierda se encuentra una vieja almenara con unas escaleras con barandilla metálica que bajaremos para continua por la senda. Finalmente a cabo de unos 600 metros encontraremos a nuestra izquierda con un puente al que han cortado el paso con una reja metálica, pasado el comienzo del puente a unos 5 metros se encuentra el principio de la escaleras que bajándolas nos llevaran hasta el pie de las Cascadas del Hervidero, una pequeña área donde se puede descansar un poco y llevarse algo al estomago.
Las escaleras son de piedra con algunos peldaños un poco altos y al aire, es decir no se tiene uno donde sujetarse al carecer de cualquier barandilla o cuerda donde hacerlo, además que pueden estar algo mojadas por la humedad propia del lugar, con el consiguiente peligro de resbalarse, lo cual significa que cualquier persona con vértigo, con batmofobia (fobia a las escaleras) o con movilidad un poco reducida se queda sin poder bajar. En mi caso particular no lo pude hacer, por lo que las fotografías de las cascadas que se muestran, son gentileza de mi hijo Rodrigo que me acompañó en este paseo y bajó las escaleras.

Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
