Existen muchas opiniones sobre el origen de la palabra Talamanca. Una de ellas hace referencia a Tal- partícula de origen muy antiguo con referencia a algo que fluye, como un arroyo en valle o a una ribera. Mancus- defectuoso o incompleto, y sería un “Cerramiento incompleto de un campamento defensivo, ciudad fortificada o lugar protegido”. (www.madridnorte24horas.com).
Otra opinión es que proviene del vocablo árabe TAL-AL-ARAM, que significa ladera o vertiente.
Existe una leyenda entre los vecinos del pueblo que cuenta como la localidad fue construida por una reina árabe llamada TALA que sufría la minusvalía de ser MANCA, de ahí la palabra TALAMANCA. El apellido DE JARAMA viene como consecuencia del paso del este río por la localidad.
Gentilicio: Talamanqueros/as - Talamanqueses/as.
Desde tiempos inmemoriales, la tierra que hoy llamamos Talamanca de Jarama ha sido testigo de la presencia humana. En sus campos han quedado restos que nos hablan de pasadas civilizaciones: necrópolis de la Edad del Hierro, tumbas visigodas y caminos que alguna vez recorrieron los romanos. Uno de los hallazgos más significativos es la necrópolis tardorromana del Cerro de Las Losas, que aún en época visigoda seguía siendo utilizada. Además, el puente romano, transformado en el siglo XIV, es un testimonio de la importancia de este enclave como paso estratégico. Sin embargo, fue en la Edad Media cuando Talamanca alcanzó su máximo esplendor.
Del siglo IX nos quedan los primeros relatos escritos sobre Talamanca provienen de los cronistas musulmanes Yaquit y Al-Himyari, quienes relatan cómo, antes del año 860, el emir Muhammad I ordenó la construcción de una fortaleza en este punto clave de la Marca Media, el territorio fronterizo que protegía Toledo de las incursiones cristianas. Sin embargo, la guerra era un juego constante de avance y retroceso. En 860, el rey cristiano Ordoño I atravesó la sierra y atacó Talamanca. La batalla fue feroz y la ciudad cayó bajo el fuego y la espada. La Crónica Albeldense cuenta cómo el alcaide musulmán Mozeror y su esposa Balkaiz fueron capturados, mientras la villa era arrasada. Pero los musulmanes no tardaron en recuperarla.
En el siglo X, Talamanca vivió una nueva edad dorada, tanto militar como cultural. Se convirtió en una base estratégica de las incursiones andalusíes en la Meseta Norte y albergó una de las más prestigiosas escuelas de Derecho islámico, donde Umar Al-Talamank enseñaba a futuros juristas, incluidos discípulos de la talla de Ibn Hazm de Córdoba.
A principios del siglo XI, el esplendor musulmán se desmoronó con la crisis del califato de Córdoba. En 1062, el rey Fernando I de León y Castilla emprendió una ofensiva devastadora. Según la Crónica Silense, el monarca quemó y arrasó Talamanca, Madrid y Guadalajara, asegurando así el control cristiano sobre la región. Pero no fue hasta 1085, con la conquista de Toledo por Alfonso VI, cuando Talamanca quedó definitivamente en manos cristianas. A los musulmanes se les permitió quedarse si pagaban tributo, aunque muchos prefirieron abandonar sus tierras y marcharse al sur.
En el siglo XII concretamente en 1127, el papa Honorio II confirmó que Talamanca pasaba a manos del Arzobispado de Toledo. Años después, en 1140, Alfonso VIII la cedió a Urraca Fernández, aunque poco después volvió a formar parte de la mitra toledana. Sin embargo, la inestabilidad no había terminado. En 1197, tras la victoria musulmana en Alarcos, el califa almohade Ya'qub al-Mansur saqueó Talamanca, masacrando a la guarnición cristiana.
En el siglo XIII la ciudad fue reconstruida poco después y en 1223, el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada le otorgó un fuero, consolidándola como un centro comercial importante.
Durante los siglos XIII y XIV, la villa prosperó gracias al comercio y a su estratégico puente sobre el río Jarama, que servía para el tránsito de mercancías y viajeros entre las dos Castillas. En estos años se construyeron los principales edificios mudéjares, cuyos restos aún pueden verse en el ábside de Los Milagros y la cabecera de la Iglesia de San Juan.
Durante el siglo XV el esplendor de Talamanca comenzó a desvanecerse. En 1474, los registros indican que el tráfico por el puente era escaso, señal de que la villa había perdido relevancia en las rutas comerciales. El núcleo urbano de la época se organizaba en torno a una alcazaba fortificada, con un amplio albacar donde se refugiaban los campesinos en tiempos de guerra. A las afueras, el arrabal, más vulnerable, era el hogar de los agricultores. Las casas eran de barro, piedra y ladrillo, con tejados de argamasa.
Durante el siglo XVI, en 1574, el papa Gregorio XIII concedió a Felipe II la facultad de desmembrar Talamanca del arzobispado y convertirla en propiedad real. Pero la corona tenía urgencias económicas y tres años después, en 1577, Felipe II la vendió a Melchor de Herrera, Marqués de Auñón. A partir de ahí, la villa pasó de mano en mano: en 1585, fue adquirida por García de Alvarado.
Ya en el siglo XVII, en 1669 pasó a la Duquesa de Béjar, Teresa Sarmiento de la Cerda. Finalmente, en 1782, ya en el siglo XVIII, las Respuestas Generales del Cardenal Lorenzana informaban de que la villa pertenecía al Marqués de Peñafiel. Para combatir la despoblación, en 1721, el Duque de Béjar intentó atraer colonos franceses, flamencos y alemanes, pero el proyecto fracasó.
En el siglo XIX con la abolición de los señoríos en 1813 Talamanca se convirtió en un municipio libre, pero su desarrollo siguió siendo limitado. En 1827, tenía 487 habitantes; en 1847, solo 266. Sin embargo, a finales del siglo XIX, la tendencia cambió, alcanzando 410 habitantes en 1888.La economía seguía basada en la agricultura y la ganadería, complementada con molinos harineros y una pequeña almazara. La insalubridad de la zona fue un problema hasta 1890, cuando se inauguró la primera fuente pública para evitar el consumo de agua contaminada del río.
A principios del siglo XX, la villa comenzó a modernizarse. En 1900, ya tenía 472 habitantes y contaba con una harinera industrial, que surtía a Madrid y Guadalajara. Se instalaron también una fábrica de electricidad y una industria textil. A pesar de estas mejoras, Talamanca nunca experimentó el crecimiento explosivo de otras poblaciones cercanas. En 1975, contaba con 764 habitantes, y en 1990, con 1,018. El casco histórico se mantuvo intacto hasta bien entrado el siglo XX, cuando surgieron urbanizaciones periféricas. Se implementaron medidas para preservar el patrimonio arquitectónico, con la restauración de calles y plazas emblemáticas.
En el siglo XXI, Talamanca de Jarama es un testimonio vivo de la historia medieval en la Comunidad de Madrid. Su arquitectura, sus antiguas murallas y su estratégica ubicación recuerdan el papel crucial que desempeñó durante siglos. A pesar de su reducido tamaño, conserva el alma de un enclave fronterizo, de una villa que fue testigo de invasiones, reconquistas y pactos entre civilizaciones. Y aunque el tiempo ha cambiado sus calles, la esencia de su pasado sigue impregnada en cada piedra, en cada rincón.
Dejando el coche en el Aparcamiento Público situado entre las calles Primera, Peñas del Rio y la Avenida de Alcalá, nos dirigimos a la calle De la Fuente del Arca 19 donde se encuentra el edificio del Ayuntamiento, construido a finales del siglo XVII para dar cobijo a las caballerizas del Duque de Osuna. Esta construido con planta rectangular en ladrillo encalado con cubierta a cuatro aguas con teja curva, consta de dos plantas mas un espacio bajo cubierta a modo de desván. En la planta baja constituida por una gran nave dividida por dos hileras de columnas toscanas, dedicada antiguamente a las cuadras se encuentra las dependencias municipales. En la planta alta, antes granero, se encuentra la biblioteca municipal.
El edificio perteneciente a los Duques de Osuna como se ha comentado anteriormente, perteneció a los mismos hasta principios del siglo XX que fue adquirido por el Ayuntamiento mediante compra a la Comisión ejecutiva de Obligacionistas de Osuna, según consta en escritura de venta con fecha 30 de marzo de 1918. El día 1 de agosto del mismo año, el Ayuntamiento vende el edificio a la Agrícola Industrial del Jarama, con la obligación, por parte de la mencionada Sociedad, de no destruirlo ni ella ni los posibles sucesivos propietarios, siendo en este tiempo en el quizá el edificio sufrió la mayor transformación en su historia. En la misma se convirtió en vivienda la planta alta, abriéndose los diversos huecos en las fachadas que se pueden ver en la actualidad.
En 1953, la mencionada Sociedad lo vuelve a vender al Ayuntamiento por 225.000 pesetas, instalándose entonces en el mismo las oficinas municipales. La compra se efectuó libre de cargas, pero con la servidumbre de instalar en la planta baja el Servicio Nacional del Trigo. En 1992 el edificio fue rehabilitado por la Comunidad de Madrid, por medio de la Dirección General de Arquitectura de la Consejería de Política Territorial.
Retrocedemos por la Calle Mayor para desviarnos a nuestra derecha por la Calle de la Villa para desviarnos unos metros por la Calle San Isidro y ver la Bodega del Arrabal. Excavada en una ladera en el siglo XVIII por los Cartujos de El Paular como dependencia auxiliar de la granja que tenían en el pueblo. Estaba comunicada con la Cartuja mediante un laberinto de pasadizos subterráneos.
El edificio consta de tres cuerpos escalonados conforme a la topografía de este lugar. La fachada asentada sobre un basamento de sillería, esta realizada en su totalidad de ladrillo, con dos arcos de medio punto igualmente de ladrillo, encontrándose la puerta de entrada entre ambos. La fachada se encuentra culminada por un frontón curvilíneo en cuyo centro se encuentra un óculo ciego.
Lo primero que se encuentra en el interior, es un pequeño vestíbulo del que parten dos galerías paralelas cubiertas con bóvedas de ladrillo que se comunican con otras galerías más pequeñas. Los cuerpos segundo y tercero de mayor altura que el vestíbulo estaban dedicados a pajar.
Retrocedemos hasta la Calle de la Villa para caminar unos metros y presentarnos ante la Puerta de la Tostonera o también conocida como Puerta de la Villa.
Esta puerta se encuentra realizada en mampostería con verdugadas de ladrillo con un basamento de grandes sillares de piedra, presentando en la actualidad arco de medio punto de ladrillo, aunque anteriormente fue de herradura, lo cual parece indicar que se levantó en época mudéjar entre los siglo XIII o XIV. En su parte superior se puede observar un relieve muy desgastado de la Virgen con el niño.
Desde esta puerta nos dirigimos hasta la Plaza de la Constitución donde se encuentran los restos de la Ermita de los Milagros conocido como el Ábside de los Milagros. Constituye el único resto existente de una iglesia románico-mudéjar datada a mediados del siglo XIII. Según estudios arqueológicos efectuados en el lugar, se han encontrado vestigios anteriores a la construcción de la iglesia, lo cual pone de manifiesto la ocupación del lugar desde época tardorromana
De la época visigoda se han encontrado sepulcros de ladrillo posiblemente bajo medievales. En cuanto a la antigua iglesia románico-mudéjar a la que pertenecía el ábside, se ha descubierto en las excavaciones llevadas en el lugar, la existencia de una nave sin que se pueda precisar sus dimensiones. La antigua iglesia estaba realizada mediante muro mixto de mampostería revestido con ladrillo tanto en el interior como en el exterior.
La parte conservada es un ábside semicircular precedido de un tramo recto con un arco triunfal. El tramo recto esta cubierto con una bóveda de cañón ligeramente apuntada, mientras que el ábside se encuentra cubierto con una bóveda de horno. El exterior se puede apreciar tres bandas de arcos ciegos superpuestos, con los apoyos de los arcos superiores sobre la clave de los inferiores.
Desde la Plaza de la Constitución, continuamos por la Calle Uceda para encontrarnos con los restos de un torreón donde se pueden ver los pocos restos que quedan de la llamada Puerta Este o de Uceda
Desde la Puerta Este giramos por la Calle de la Soledad hasta una glorieta y en al misma girar a nuestra izquierda y tomas la Calle del Viento donde se encuentra la entrada principal de la Cartuja construida a principios del siglo XVII y principios del XVIII. De su existencia existe numerosa documentación en unos libros de cuentas a mediados del siglo XVII, en los que se van asentando los gastos ocasionados por la finca, de los cual se puede deducir las estrechas relaciones entre El Paular y Talamanca, observándose como partían de el primero, numerosos carros cargados de víveres y enseres para abastecer a la Granja de Talamanca.
El conjunto de dos plantas y una bajo cubierta a modo de desván levantadas en ladrillo, que comprenden una serie de dependencias agrarias en torno a un patio en forma de L, que se encuentran cubiertas a varias aguas con teja curva. Las fachadas se levantan en una combinación de ladrillo con cajones de mampostería, levantadas sobre un basamento de sillería y rematadas por un alero de madera, con los vanos de ventanas y balcones adintelados con ladrillo a sardinel adovelado.
La entrada principal (en la fotografía) situada como se ha dicho antes en la Calle del Viento, presenta la gran puerta original de madera con casetones y clavos, encontrándose adintelada con sillares. Sobre la misma una imposta la separa de un frontón curvilíneo que la culmina.
En la planta baja se encuentra la cocina, el granero y los establos, mientras que en la planta alta se encuentran las habitaciones de lso cartujos y la capilla.
Entre los años 1835 y 1844 sufrió la desamortización de Mendizábal, y durante la Guerra Civil sirvió como cuartel de aviación del ejército republicano. En la actualidad es propiedad privada y se ha usado para el rodaje de diversas películas.
Continuamos por la Calle del Viento hasta ver a Iglesia de San Juan Bautista ubicada en la plaza del mismo nombre.
Se encuentra levantada sobre otra románica de finales del siglo XII o principios del XIII, de lo cual solo queda conservado el ábside semicircular encontrándose coronado por un cuarto de esfera y encontrándose su exterior dividido por cuatro columnas que lo dividen en cinco lienzos, que se perforan alternativamente por tres ventanas abocinadas enmarcadas por arcos de medio punto apoyados en columnillas acodilladas. Lo recorre una cornisa decorada apoyada en modillones grabados románicos y góticos.
El resto del templo fue construido en el último cuarto del siglo XVI, siendo la torre de época barroca con tres cuerpos y chapitel, estando en el último cuerpo cuatro huecos con arcos de medio punto donde se alojan las campanas. Del exterior destacar la portada oeste de estilo renacentista, con arco de medio punto y frontón triangular con flameros sobre columnas toscanas. Las puertas llevan clavos y herrajes del siglo XVII.
El interior de planta rectangular presenta tres naves se encuentran separadas por dos arcos carpaneles, sin embargo las laterales son tan estrechas que da la sensación de encontrarse ante una planta con una sola nave. El presbiterio rectangular y cubierto con bóvedas ojivales es separado del ábside por un arco toral. A su vez el presbiterio se comunica con la nave principal a través de otro arco toral. La cubierta de la nave principal es una armadura morisca ochavada de par y nudillo. Se conserva una pila bautismal románica y las pilas de agua bendita de estilo gótico.
Ermita de la Soledad. Volvemos nuestros pasos por la Calle del Viento hacia la glorieta y tomamos la Calle de la Soledad pero esta vez a nuestra izquierda, para que a cabo de unos 300 metros nos encontremos con la ermita citada.
Construida en estilo barroco en el siglo XVII por la Familia de los Avedaño. Presenta planta cuadrada levantado enteramente en mampostería en cajas y ladrillos, sobre basamento también en mampostería y sillares en las esquinas. La cubierta es a cuatro aguas con cornisa de tres hiladas de ladrillo en disminución. De los dos accesos que tenía con arcos de medio punto con rosca de ladrillo, encontrándose uno cegado.
En el interior se encuentran dos hornacinas aveneradas, una en el muro testero, cobijado por un retablo de obra y otra en el lado Evangelio con doble venera.
Continuando por la Calle de la Soledad apenas a unos 250 metros se encuentra quizás la reliquia más representativa de Talamanca, como el llamado Puente romano. Se encuentra situado en una gran chopera y sobre sus orígenes existen diversas opiniones. Según estudios de las piedras que componen algunas de sus partes, pudiera haberse construido en época romana aunque su aspecto actual se correspondería a las diversas transformaciones que se hicieron en la Edad Media y en el siglo XVI.
Durante los siglos IX y X en la ocupación musulmana de el centro de la península, probablemente los mismos reconstruyesen el primitivo puente romano, debido a que durante aquel tiempo tuvo una función defensiva bastante importante por encontrarse en zona fronteriza, en la cual los musulmanes levantaron diversas atalayas, ciudadelas y caminos militares, que permitían observar con el fin de hacer frente a las incursiones de los reinos cristianos del norte peninsular.
Con motivo de la reconquista a principios del siglo XI, el puente perdió su carácter militar, convirtiéndose en paso obligado en la ruta que comunicaba la Meseta Norte con Toledo, motivando que por el cobro de pontazgo a cuantas personas, carruajes o ganadería que pasaran por el mismo, constituiría una gran fuente de ingresos para el Arzobispado de Toledo del cual dependía Talamanca.
El puente de una longitud de 149 metros con un total de cinco arcos rebajados y escarzanos distribuidos irregularmente. El más grande es el que se encuentra situado en la parte más meridional. Tiene perfil alomado con un cambio de rasante en el centro del arco mayor y tablero con diferentes anchuras. Se encuentra construido con sillares y piedra caliza, aunque en sus sucesivas reconstrucciones se han empleado mampostería y granito, conservándose las losas de la primitiva pavimentación. Cuenta con tajamares a ambos lados siendo todos ellos son de forma triangular, excepto el primero del lado meridional, que es trapezoidal.
SAN BLAS. 3 de febrero. Actos religiosos, subasta de brazos y cetro del santo, bailes, reparto de pan y queso y subasta de tartas
FIESTA DE LA VENDIMIA. Domingo siguiente al Domingo de Resurrección. Actos religiosos, bailes, actuaciones musicales, pasacalles, actividades deportivas, teatro, novilladas, encierros, parrillada y fuegos artificiales.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
![]() Ayuntamiento
Calle Fuente del Arca, 19 28160 Talamanca de Jarama Tfno: 91 841 70 07
Distancia a Madrid: 56,6 KM Municipios colindantes
El Molar EN COCHEPor la A1 hasta salida 23 dirección Algete por la M-100, hasta desvío a la M-111 dirección Fuente el Saz de Jarama, desde aquí desviarse por la M-103 hasta desvio Talamanca de Jarama. ![]() AUTOBUSES197 Madrid (Plaza de Castilla)197E Torrelaguna |