Su nombre procede de las torres de vigilancia existentes construidas por los árabes y al estar situado entre montañas. Hasta el año 1200 era conocido como Valdeturres. En 1916 se le añadió el apellido de Jarama.
Gentilicio: Valdetorrenses/as - Valdetorreños/as.

Los orígenes de Valdetorres de Jarama se remontan a tiempos muy antiguos. Aunque se han hallado vestigios de la Edad del Hierro y restos medievales, los principales testimonios arqueológicos son de época romana, localizados en la ribera del río Jarama, donde existió una villa que pudo servir como punto de descanso entre Talamanca y Complutum (actual Alcalá de Henares). Sin embargo, la fundación del núcleo actual se sitúa tras la reconquista cristiana de estas tierras por Alfonso VI, quedando integradas en la Comunidad de Villa y Tierra de Talamanca. En 1127, la corona cedió la villa y su alfoz al arzobispado de Toledo, dentro del proceso de reorganización del territorio.
Durante el siglo XII, Valdetorres compartió destino con las aldeas del entorno, participando en las tareas de repoblación impulsadas por la mitra toledana. En 1190, Alfonso VIII recuperó la jurisdicción del municipio para donarla al Concejo de Segovia, como agradecimiento por el apoyo de los segovianos en las campañas de la reconquista. Sin embargo, en 1214, su sucesor Enrique I lo restituyó de nuevo al arzobispado de Toledo, bajo el gobierno del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, quien favoreció la repoblación y el desarrollo agrícola de toda la comarca del Jarama.
Durante los siglos XIII al XV, Valdetorres permaneció como una aldea dependiente de Talamanca, con una economía basada en el cultivo de cereales y la ganadería de subsistencia. Los conflictos fronterizos entre los dominios eclesiásticos y los concejos segovianos, así como las crisis agrícolas y las epidemias, frenaron su crecimiento. A pesar de ello, el caserío se consolidó en torno a la actual iglesia parroquial y las vegas fértiles del río.
En el siglo XVI, Valdetorres alcanzó una etapa clave de su historia al obtener el título de villa en 1563, aunque continuó bajo la tutela de Talamanca hasta 1573. En esa fecha, Doña Luisa de Luzón, esposa de Don Juan Hurtado de Mendoza, vendió la villa a Don Francisco de Garnica, miembro del Consejo de Felipe II y su contador mayor. Más tarde, en 1685, la familia Garnica recibió el título de Marquesado de Valdetorres, siendo su primer marqués Don Mateo Garnica y Fernández de Córdoba, nieto del anterior.
Durante el siglo XVII, Valdetorres sostuvo diversos pleitos con los monjes de la Cartuja del Paular por los derechos de pesca y tala de madera en el Jarama, así como con el Monasterio de la Vid (Burgos) por la explotación del paraje conocido como Soto de la Torre del Rey. A estas disputas se unieron los impuestos reales y las malas cosechas, lo que ocasionó un cierto deterioro económico en la villa.
En el siglo XVIII, en concreto en 1719, Felipe V encarga el establecimiento de una fábrica de fusiles en Silillos la cual no prosperó por la insalubridad del lugar y a las dificultades en el transporte de la producción, dejando de funcionar en 1770.
En el siglo XIX, la villa se vio afectada por la Guerra de la Independencia, durante la cual sufrió el saqueo del pósito municipal y graves pérdidas agrícolas. Con la reforma territorial de Javier de Burgos en 1833, Valdetorres pasó a integrarse en la provincia de Madrid. A lo largo del siglo, su economía continuó basada en la agricultura de secano y la ganadería, y su población creció lentamente gracias a la estabilidad del periodo isabelino.
Durante el siglo XX, la población se mantuvo relativamente estable hasta finales de siglo, cuando comenzaron a construirse nuevas viviendas y urbanizaciones utilizadas por vecinos de Madrid como segunda residencia. La mejora de las comunicaciones con la capital y la transformación del paisaje rural impulsaron el cambio económico del municipio.
En el siglo XXI, la agricultura apenas representa ya una pequeña parte de la actividad económica. La mayoría de los ingresos proceden del sector servicios y la construcción, mientras Valdetorres de Jarama conserva su identidad tradicional, combinando su pasado agrícola con una vida más residencial y moderna.

Ayuntamiento. Ubicado en la Plaza de la Constitución, levantado en 1926 con muros de ladrillo y cajas de mampostería apoyados en un zócalo de mampostería y con sus esquinas reforzadas con sillares.
Se trata de un edificio completamente simétrico con dos alas laterales y una zona central más estrecha que las mismas. La planta ubica la entrada principal en su centro y una más en cada lateral a cuyos lados se encuentran sendas ventanas enrejadas. En la segunda planta seis ventanas agrupadas de dos en dos con sendos balcones en cada par. La planta superior se encuentran dos ventanales en cada ala y un retranqueo en el zona central que da lugar a una pequeña terraza.
En el centro de la mencionada plaza se encuentra incrustado en el pavimento el escudo de la Villa.
Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora. Situada a escasos metros del Ayuntamiento se encuentra este templo construido en el siglo XVI y reconstruido casi en su totalidad en las primeras décadas del siglo XVII. Las primeras referencias que se sabe sobre esta iglesia se encuentran en una escritura de la oferta hecha para construir la iglesia., de fecha 16 de abril de 1621, que se guarda en el Archivo Histórico de Protocolos, en el cual se describe que la iglesia se encuentra inacabada y en muy mal estado.
Las obras para levantar la nueva iglesia, se llevaría a cabo según la proposición del Arzobispado de Toledo con diezmos y limosnas de los vecinos, derribando lo existente y además levantando una nueva torre que fuese mas alta que los muros, con el fin de que las campanadas se oyeran en todo el pueblo con un coste de 18.000 ducados. Los vecinos viendo exagerada dicha cantidad, optarían por mantener en pie algo de la construcción existente con lo que bastarían 4.500 ducados. Después de varios estudios se fijan los gastos en 6.000 ducados.
El edificio de planta rectangular está levantado en mampostería y ladrillo, con esquinas reforzadas con sillares además de contrafuertes. El interior consta de tres naves separadas por tres arcos de medio punto, con cabecera cuadrada, adosada a la misma por el lado de el Evangelio se encuentra la sacristía. El coro en alto situado a los pies se encuentra separado, al igual que la capilla mayor, de la nave por sendos arcos rebajados.
Sin lugar a dudas del exterior destaca la portada plateresca de influencia toledana, la cual presenta arco de medio punto flanqueado por dos columnas jónicas sobre altos basamentos rematadas por sendos pináculos, situados sobre una cornisa; una franja decorada con grutescos enmarca la zona superior del arco, sobre el que se sitúa la cornisa corrida, y encima de ésta se abre un frontón semicircular en cuyo centro se encuentra una hornacina que presenta una decoración de venera (concha) en su parte superior.
Situada a los pies del templo se encuentra la torre-campanario de planta cuadrada y tres cuerpos, de los cuales el inferior construido en mampostería y sillares, siendo los otros dos, procedentes de la reconstrucción, de ladrillo. En el cuerpo superior se ubican dos vanos de medio punto en cada uno de los laterales, en los que se encuentran las campanas.
Frente al lateral de la iglesia cruzando la calle de La Soledad, se encuentra el parque Julián González Rodriguez, el cual alberga una fuente que hasta el año 2011 estuvo adosada a la torre de la iglesia.
Se trata de una fuente de estilo mural construida en mampostería con tres pilastras coronadas por sendas bolas de granito. En la central se encuentra adosada una pila donde va a caer el agua que sale del único caño existente. Por su construcción se asemeja a otras existentes en diversos pueblos de la Comunidad de Madrid, construida a mediados del siglo XX por el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones después de la guerra civil.
Como curiosidad comentar que Julián González Rodriguez fue alguacil del pueblo entre los años 1946 y 1988.
Continuamos paseando por la Calle del Calvario hasta llegar a una rotonda donde se encuentra un Cruceiro antiguo de piedra.
Se trata de una cruz antigua de piedra levantada sobre fuste cuadrangular y labrado de unos 2,5 metros de altura, que a su vez se apoya sobre un pedestal cuadrangular e igualmente de piedra, todo ellos sobre una base circular.
Después de consultar diversas fuentes, no he logrado saber la época en la que fue realizado, ni tampoco si el lugar donde se encuentra colocado era un cruce de caminos, como era habitual colocarlos.
Desde este último punto continuamos andando por la Calle Cañada hasta encontrarnos con la llamada Torre del Reloj que desconozco cuando y el motivo por el que se construyó, lo que si es casi seguro que se trata de una réplica de la torre-campanario de la Iglesia Parroquial de la Natividad de Nuestra Señora, con la diferencia que la réplica se encuentra almenada.
Se trata de una construcción de planta cuadrada de cuatro cuerpos separados por impostas, siendo la primera de piedra y la segunda y tercera por una hilada de ladrillos. El primer cuerpo es de mampostería con refuerzo en las esquinas con sillares, mientras que el segundo, el tercero y cuarto almenado se encuentran construidos en ladrillo. En el tercer cuerpo se encuentra dos vanos con arcos de medio punto en cada lateral con sendas campanas.
Desde aquí tomaremos la Calle de la Soledad para dirigirnos de nuevo a la iglesia y desde allí por la Calle de la Iglesia hasta la confluencia con la Calle Madrid donde se encuentra una rotonda en cuyo centro se ubica una fuente con pilón, recorriendo apenas cuatrocientos metros.
Se trata de un pilón rectangular con una columna de mampostería en uno de sus extremos rematada con una pequeña pirámide de granito, este pilón en la actualidad presenta tres surtidores de agua en forma ascendente a título decorativo. Por la parte opuesta de la columna se encuentra una pequeña pila donde iría el agua procedente de un grifo inexistente en la actualidad.
En sus orígenes bien pudiera tratarse de una abrevadero o un lavadero, con un caño `para surtir de agua a los habitantes del pueblo.
Desde el punto anterior para ir a visitar la villa romana, tenemos dos opciones aunque ambas siguiendo la Calle del Soto, una andando y otra con el coche con un trayecto de unos 1,6 kilómetros de los cuales una cuarta parte se encuentra asfaltada y la otra es una pista de tierra sin apenas baches y sin sombra.
Este yacimiento fue descubierto en 1978 por un labriego que faenaba con su tractor cuando tropezó con un fragmento de una estatua bastante grande que representaba un Tritón (mitad hombre, mitad pez), esculpida en mármol negro, así como diversos restos de cerámica, poniéndolo en conocimiento del Ayuntamiento y estos al Museo Arqueológico Nacional. Durante los años ochenta del siglo XX en las excavaciones llevada a cabo, se lograron salvar estatuas, columnas y pinturas, que fueron a parar a almacenes y museos, dejando la villa totalmente desnuda, simplemente con restos de los muros, a excepción de una réplica del Tritón y una más, colocadas encima de uno de estos muros y que apenas se pueden apreciar.
La villa construida en tiempos de del emperador Teodosio I el Grande (347-395 d.C), en si se encuentra conformada de un edificio octogonal con un patio de la misma geometría, y un peristilo que hacia de distribuidor para las diversas estancias, como habitaciones y comedores o salones, estando el pasillo cubierto por soportales sustentados por columnas y arcos de medio punto.
Parece ser que cuando fue construida, el río ocupaba toda la vega, y dominaba un paisaje espectacular que era paso obligado entre las importantes ciudades de Complutum y Talamanca. Sin embargo, con la construcción del embalse del Pontón de la Oliva, durante el reinado de Isabel II, el caudal se redujo drásticamente, y el cauce se fue alejando de la villa, con lo que sin lugar a dudas desvirtúa la imagen real de entonces. Igualmente se cree que lo que hasta hoy se ha encontrado, formaba parte de un complejo mucho mayor, toda vez que presumiblemente no se han hallado aún ni las cocinas, ni las termas, ni las dependencias de la servidumbre, ni los establos o los almacenes.
Por desgracia en el momento de mi visita, el yacimiento se encontraba totalmente perimetrado con alambrada con lo que la visión que podía tener del conjunto era más bien escasa.
Desde la Villa Romana nos dirigimos en coche para ver el Antiguo Caserío de Silillos, una explotación agropecuaria del siglo XVI en total estado de ruina. Se encuentra a unos dos kilómetros del casco urbano y a escasos metros de la urbanización que lleva su nombre.
A finales de la Baja Edad Media se produjo la adquisición de la heredad de Silillos por parte de la familia Mendoza, una prospera propiedad agropecuaria que perteneció así a Dª. Luisa de Luzón, esposa de D. Juan Hurtado de Mendoza. Posteriormente, siendo aquí donde aparece el primer documento citando a Silillos, en 1573 Dª Luisa de Luzón vendió la heredad (un heredamiento o heredad era una tierra concedida por los Reyes a los nobles en premio por su ayuda en la reconquista) al no tener herederos para dedicar el dinero conseguido a obras pías a D. Francisco de Guernica.
Sin embargo aquí aparece una contradicción en lo referente a la propiedad de Valdetorres y por consiguiente de Silillos, toda vez que en las Descripciones de Lorenzana no aparece nada de la propiedad a favor de la familia Mendoza, afirmando que la propiedad fue comprada por el mencionado D. Francisco de Guernica, directamente al Arzobispado de Toledo por el precio de 24.000 ducados.
Silillos era, ante todo, una explotación agropecuaria, donde como propietarios, ejercerán su autoridad a través de un administrador. Esta propiedad se convirtió en una próspera explotación ya que contaba con importantes extensiones de olivos, viñas, frutales, una alameda y un molino de trigo y otro de papel. El núcleo habitable se trataba de un cuadrado de considerables dimensiones, integrado por la vivienda principal y las dependencias auxiliares.
La mayoría de las construcciones, en la actualidad en estado ruinoso, se pueden datar en el siglo XIX, aunque hay algunas que pertenecen al siglo XVIII y otras al siglo XX, no quedando nada de lo reflejado en el documento del siglo XVI. La vivienda principal datada en el siglo XIX, presenta su fachada principal abierta a un patio delantero que sirvió de acceso al conjunto. El resto de dependencias lo constituyen varios patios y corrales en los que se distribuyen las dependencias auxiliares como las cuadras, pajares y almacenes. Así mismo construido fuera del conjunto en el siglo XIX se encuentra un palomar de planta octogonal con las paredes de adobe y ladrillo encaladas y desconchadas que han hecho las delicias de los grafiteros.
Localización. En la urbanización Silillos dirigirse a la calle Isabel Allende esquina con la calle Lope de Vega.Desde aquí coger un espacio a modo de calle existente entre dos chalets, seguir por la misma unos doscientos metros hasta llegar a ver el complejo en ruinas.
Coordenadas de las ruinas: 40°41'01.0"N 3°32'37.0"W 40.683611, -3.543611

Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
