Si nos atenemos al significado de la palabra "NAVA" en el Real Diccionario de la Lengua Española, viene definida como "Tierra sin árboles y llana, a veces pantanosa, situada generalmente entre montañas". En este caso aparte de coincidir orográficamente como tal, en la actualidad aún existe la "FUENTE" que da origen al nombre..
Gentilicio: Navalafuenteños/as
En los tiempos más remotos, cuando la Sierra de Madrid no era más que un inmenso tapiz de bosques impenetrables, el territorio donde siglos más tarde surgiría Navalafuente permanecía en un profundo silencio, solo interrumpido por el eco de las bestias salvajes. Los primeros humanos, tribus nómadas que recorrían estas tierras en busca de refugio y alimento, dejaron escasas huellas de su paso. Sin herramientas de metal ni registros escritos, su historia quedó sepultada bajo siglos de olvido.
Con la caída del Imperio Romano en el siglo VI, los visigodos tomaron el control de la península, estableciendo pequeñas aldeas y asentamientos fortificados en la Sierra Norte. Aunque Navalafuente no figura en los antiguos registros, es probable que en este siglo ya existieran pequeños núcleos de pastores y campesinos, refugiados en los valles y protegiéndose en las alturas boscosas. Sin caminos definidos ni fortificaciones, la vida en estas tierras era dura y solitaria, marcada por la lucha diaria contra el clima y los depredadores.
Bajo el dominio de los monarcas visigodos en el siglo VII, el cristianismo se afianzó como la fe predominante, y con ello surgieron pequeñas ermitas y comunidades rurales en las cercanías de los actuales pueblos serranos. Se dice que algunos caminos de pastores fueron utilizados para conectar enclaves dispersos con Torrelaguna y Buitrago, que ya eran centros de cierta importancia. Sin embargo, la vida en estas tierras seguía siendo austera, dependiendo de la trashumancia y la agricultura de subsistencia.
En el siglo VIII el estruendo de los cascos de los caballos árabes resonó en los valles cuando las tropas musulmanas avanzaron por la península tras la caída del reino visigodo. La Sierra Norte se convirtió en una frontera incierta, un terreno casi deshabitado que separaba los dominios musulmanes de los reinos cristianos del norte. Se dice que pequeñas comunidades de mozárabes encontraron refugio en estos parajes, cultivando la tierra y cuidando su ganado mientras observaban, con temor, el avance de nuevos conquistadores.
Durante el siglo IX mientras los califas consolidaban su dominio en la península, en estas tierras apenas quedaban aldeas dispersas. Los caminos de pastores se convirtieron en rutas de vigilancia para los soldados musulmanes, que patrullaban los pasos de montaña temiendo incursiones cristianas. Navalafuente, si es que ya existía como asentamiento, no era más que un puñado de chozas alrededor de una fuente natural, donde los viajeros y comerciantes podían detenerse antes de aventurarse hacia los valles más profundos de la Sierra.
El poder del Califato de Córdoba alcanzó su apogeo en el siglo X, y con él, la frontera con los reinos cristianos se hizo más estable. Las razzias dejaron de ser tan frecuentes, permitiendo que algunos grupos de pastores castellanos se aventuraran más al sur, buscando tierras fértiles para su ganado. Aunque la Sierra seguía siendo una zona poco poblada, algunos cronistas aseguran que ya había refugios de pastores en lo que luego sería Navalafuente. La vida seguía marcada por la incertidumbre, pues la paz nunca era definitiva en esta tierra de frontera.
A principio del siglo XI con la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI, la frontera cristiana avanzó de forma definitiva hacia el sur. Fue entonces cuando la repoblación de la Sierra cobró fuerza, y Segovia, a través de su Comunidad de Ciudad y Tierra, comenzó a ejercer control sobre el territorio. La tradición cuenta que, en estos años, los primeros pastores segovianos se establecieron en lo que hoy es Navalafuente, atrayendo a más familias que, poco a poco, fueron levantando sus casas cerca de la fuente que daría nombre al pueblo.
Durante el siglo XII la Reconquista avanzaba y la Sierra de Madrid comenzaba a poblarse con nuevos asentamientos cristianos. Navalafuente nació como un pequeño enclave de pastores que, siguiendo el curso de la historia, decidieron establecerse en torno a una fuente natural que alimentaba los verdes pastos de la nava. Se dice que los primeros habitantes llegaron desde Segovia, en busca de nuevas tierras donde criar su ganado. Aunque no era más que un grupo de chozas de piedra y madera, con el tiempo se fue formando una comunidad estable.
El dominio sobre estas tierras pertenecía a la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, una organización que permitía a los pobladores gestionar sus recursos sin estar sometidos a señores feudales. Sin embargo, las luchas por los pastos eran constantes, y las aldeas que nacían en estos valles debían demostrar su valía para mantenerse.
Consolidada la presencia cristiana en la región en el siglo XIII, el Sexmo de Lozoya, una subdivisión de la Comunidad de Segovia, se convirtió en la autoridad principal sobre estas tierras. Navalafuente, aunque pequeño, ya aparecía en documentos como una aldea dependiente de Bustarviejo, sin gobierno propio pero con cierta autonomía para gestionar sus pastos y tierras de labor.
El crecimiento del pueblo fue modesto, pero constante. La construcción de las primeras iglesias en la zona marcó el avance de la cristianización y la organización de las comunidades locales. En este siglo, los caminos de trashumancia adquirieron mayor relevancia, facilitando la comunicación con otros núcleos y permitiendo el comercio de lana, quesos y cereales.
Los tiempos turbulentos no tardaron en llegar en el siglo XIV. La expansión de los señoríos feudales puso en peligro la independencia de la Tierra de Segovia. Mientras los Duques del Infantado extendían su dominio por la Sierra Norte, los pueblos del Sexmo de Lozoya luchaban por mantener su derecho a gestionar sus tierras.
Navalafuente, aún bajo el control de Bustarviejo, comenzó a verse afectado por los conflictos entre los señores feudales y la ciudad de Segovia. Además, las primeras epidemias de peste golpearon la región, reduciendo la población y dejando algunas tierras abandonadas. Los aldeanos sobrevivieron con esfuerzo, refugiándose en sus tradiciones ganaderas y en el comercio con los pueblos cercanos.
A pesar de las dificultades, la aldea se afianzó como un punto de referencia para pastores y comerciantes, quienes encontraban en la fuente que daba nombre al pueblo un lugar para descansar y abastecerse en sus viajes.
Durante el siglo XV el conflicto con los territorios vecinos se intensificó. Cabanillas de la Sierra, un pueblo que había surgido bajo la protección de Uceda, intentó expandir sus tierras hacia los dominios de Bustarviejo, lo que incluyó disputas con Navalafuente. Las sentencias y acuerdos para fijar los límites del territorio fueron constantes, con resoluciones en 1481, 1482, 1492 y 1495, hasta que finalmente, en 1577, se fijaron los términos definitivos.
La economía de la aldea seguía basada en la ganadería y la agricultura de subsistencia. Se establecieron pequeños huertos y cultivos de cereales, pero la tierra seguía siendo dura y poco productiva. Sin embargo, el ganado lanar prosperaba, y la lana comenzó a convertirse en un producto fundamental para el comercio con las ciudades.
El final del siglo trajo consigo una nueva era: el ascenso de los Reyes Católicos significó el fortalecimiento de la monarquía y la reorganización del territorio. Las luchas entre señoríos y comunidades empezaban a cambiar, pero Navalafuente seguía siendo un pequeño pueblo dependiente de Bustarviejo, esperando su momento para reclamar su independencia.
En el siglo XVI la Corona de Castilla, en su afán por consolidar su dominio, otorgó privilegios a las poblaciones serranas. A finales del siglo XV, Bustarviejo logró su independencia de Segovia, y con ello, Navalafuente quedó como un simple anejo bajo su control. En estos años, las luchas por los linderos con Cabanillas, Miraflores y Canencia eran constantes, pues cada villa intentaba asegurar los mejores pastos y tierras cultivables. Se dice que los aldeanos de Navalafuente comenzaron a forjar su propia identidad en esta época, aunque aún dependían de Bustarviejo en la mayoría de asuntos legales y administrativos.
En el siglo XVII la tensión entre Navalafuente y Bustarviejo creció a lo largo del siglo. Aunque oficialmente seguía siendo un anejo, el pueblo ya contaba con su propia iglesia y sus propios alcaldes locales. Se multiplicaron los conflictos con Bustarviejo, que intentaba retener su control sobre el lugar. Finalmente, en 1734, tras largos pleitos y con el pago de una suma de dinero, Navalafuente consiguió su ansiada independencia, convirtiéndose en una villa con plena jurisdicción sobre su término.
En el siglo XVIII con su independencia consolidada, Navalafuente vivió una época de estabilidad. La economía del pueblo giraba en torno a la agricultura y la ganadería, aunque siempre con muchas dificultades debido a la escasez de tierras fértiles. En 1772, el Catastro de Ensenada registró 45 vecinos, aunque pocos años después, en 1774, solo se contaban 25, lo que sugiere un descenso demográfico. Los pleitos con Bustarviejo no cesaron del todo, pues en 1775 la villa madre reclamó que Navalafuente debía pagarle una compensación por haberse separado.
La llegada del siglo XIX trajo consigo grandes cambios administrativos. En 1833 con la nueva división de España promovida por Javier de Burgos, Navalafuente dejó de pertenecer a Segovia y pasó a formar parte de la provincia de Madrid, dentro del partido judicial de Buitrago. Luego, en 1857, su administración pasó a depender de Torrelaguna. La economía seguía siendo mayoritariamente ganadera y agrícola, con cultivos de trigo, cebada y centeno, aunque las tierras eran poco productivas. En 1848, la población ascendía a 128 habitantes, con 44 casas humildes y una iglesia parroquial.
Hacia finales del siglo, la llegada de nuevas infraestructuras mejoró la comunicación con los pueblos vecinos, aunque Navalafuente siguió siendo una comunidad pequeña y aislada. La pobreza continuó siendo un problema, y muchos habitantes empezaron a emigrar en busca de mejores oportunidades en la creciente ciudad de Madrid.
.El siglo XX trajo consigo los efectos de la industrialización y el éxodo rural. En la primera mitad del siglo, la población se mantuvo relativamente estable, alcanzando un pico de 263 habitantes en 1950. Sin embargo, la modernización de la agricultura y la falta de oportunidades llevaron a un progresivo abandono del pueblo. En 1970, la población cayó a 193 personas, marcando un punto crítico en su historia.
A finales de siglo, el fenómeno de la segunda residencia y el turismo rural comenzaron a revitalizar Navalafuente. En 1975, la población se incrementó ligeramente, y en 1986 ya había 267 habitantes. Las urbanizaciones y las casas de veraneo se multiplicaron, aunque la economía seguía dependiendo en gran medida de la ganadería.
Hoy en día en las primeras décadas del siglo XXI, Navalafuente es un pequeño municipio que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Su proximidad a Madrid ha favorecido su crecimiento como destino de fin de semana y segunda residencia. Aunque la ganadería sigue presente, el turismo rural ha cobrado un papel importante en su economía. Su trazado original y su historia aún pueden percibirse en sus calles, donde las viejas casas de piedra conviven con nuevas edificaciones, en un equilibrio entre tradición y modernidad.
Iglesia parroquial de San Bartolomé es una construcción de una sola nave con ábside semicircular, a lado del evangelio se sitúa la capilla con bóveda de crucería del siglo XV que contiene algunos escudos apenas conservados. En este mismo lado se encuentran una pila bautismal de inmersión de origen medieval y la sacristía. En el ábside se encuentra una pintura mural gótica y diez lapidas góticas de enterramiento. A los pies de la nave se encuentra la espadaña de tres cuerpos del siglo XVI. La entrada principal se hace por un arco de medio punto con dovelas de granito.
Situado frente al parque y el frontón se encuentra el potro de herrar construcción donde antiguamente se herraba al ganado, siendo muy comunes sobre todo en la zona de la Sierra Norte de la Comunidad de Madrid.
Constaban de dos hileras paralelas de tres postes cada una que comúnmente eran de granito aunque los más antiguos podrían ser de madera. Los dos pares más altos estaban unidos por palos de madera o varas metálicas, y estos a su vez con el par más bajo unidos de la misma manera.
Entre los postes del segundo par más alto se encontraba el yugo, lugar donde se fijaba la cabeza del animal para inmovilizarlo además de pasarle dos cinchas de cuero por la panza atadas a las varas metálicas o palos de madera. Una vez efectuada la faena del inmovilizado era cuando entraba el herrero primero para quitar las viejas herraduras, luego limpiar las pezuñas para terminar poniendo herraduras nuevas.
SAN BLAS. Febrero. Comida popular, juegos y campeonatos de ajedrez y mus.
SAN BARTOLOMÉ. Últimos días de agosto siendo el principal el día 24 festividad del santo. Misa, procesión, pasacalles, juegos tradicionales, concurso de disfraces y baile con orquesta.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
Distancia a Madrid: 62.8 KM Municipios colindantes
Valdemanco EN COCHEPor la N-1 (E5) hasta la salida 50 dirección Venturada para desviarse por la M-631 a Cabanillas de la Sierra y desde aquí por la M-625 hasta Navalafuente. ![]() AUTOBUSES726 Madrid (Pza. Castilla) |