Siguiendo una leyenda la fundación del pueblo data del siglo XVI cuando un vecino del cercano pueblo de Bustarviejo llamado Juan Valdés al que apodaban el "El Manco", al no poder dedicarse a las labores del campo, construyó una venta en un valle a cinco kilómetros de su pueblo y junto a la misma, sus hijas con sus maridos e hijos construyeron sus casas, conociéndose desde entonces a este lugar como las casas de "Valdemanco", dependiente de Bustarviejo. Por supuesto en la actualidad totalmente independiente.
Gentilicio: Valdemanqueños/as
El origen de Valdemanco se encuentra envuelto en el misterio, sus primeros vestigios apenas visibles entre la dureza del granito y el olvido de los siglos. En lo alto de la Peña del Tejo, al noroeste del actual pueblo, se descubrieron tumbas excavadas en la roca, un cementerio olvidado que sugiere la presencia de un antiguo asentamiento humano.
Cerca de allí, en los límites entre Valdemanco y La Cabrera, los restos de un poblado primitivo aún resisten el paso del tiempo. Se le conoce como "el poblado moro", aunque su origen es mucho más antiguo. Las ruinas sugieren la existencia de un castro celta, con chozas de piedra distribuidas en la vaguada entre dos cumbres y protegidas por una muralla natural. Los habitantes de este lugar conocían bien los peligros de la guerra, y en el corazón del asentamiento se alzaba un pozo o aljibe, hoy cegado, que alguna vez proporcionó agua a los moradores.
Más abajo, al borde del camino que une La Cabrera y Valdemanco, las tumbas antropomorfas esculpidas en la roca permanecen como testigos de una época en la que la fe paleocristiana dejaba su huella en la sierra. A pesar de su desconocido origen, la tradición popular las vincula con la época musulmana, llamándolas la Tumba del Moro. La historia no siempre deja rastros claros, pero sí sombras persistentes que se funden con la memoria del paisaje.
En el siglo XI las tierras de Valdemanco, al igual que muchas de la Sierra Norte, vivieron la agitación de la Reconquista. Durante el reinado de Alfonso VI, en la última década del siglo XI, los cristianos comenzaron a repoblar estos territorios tras la toma de Toledo en 1085. La sierra, con su difícil orografía y su clima implacable, se convirtió en un refugio tanto para los musulmanes que huían como para los cristianos que llegaban. Las aldeas crecían en torno a caminos y pastizales, y Valdemanco no fue una excepción. Su existencia todavía era incierta en este siglo, pero su entorno ya formaba parte de la vasta red de fortificaciones y atalayas que vigilaban el avance de las fronteras.
A lo largo del siglo XII, el dominio cristiano se afianzó en la región. Las aldeas de la sierra fueron otorgadas a comunidades de villa y tierra como la de Segovia, organizadas en concejos que protegían los derechos de los colonos. Se establecieron privilegios para incentivar la repoblación y los montes de Valdemanco comenzaron a llenarse de pastores y campesinos que buscaban un futuro mejor. Las tierras fértiles eran escasas, pero los recursos naturales, como la piedra y la madera, ofrecían un medio de vida a los recién llegados.
La iglesia comenzó a consolidarse como un poder fundamental en la región, y es posible que en esta época ya existiera una primitiva ermita o un lugar de culto vinculado a los primeros repobladores cristianos. El sistema de aldeas dependientes de un núcleo mayor, como Bustarviejo, empezaba a tomar forma, y Valdemanco quedó ligado a esta villa como un anexo bajo su jurisdicción.
Durante el siglo XIII, los caminos que cruzaban la Sierra Norte cobraron importancia, conectando los pequeños pueblos con lugares estratégicos como Buitrago y Lozoya. Es posible que en estos años se estableciera el núcleo primitivo de Valdemanco, ligado al paso de viajeros y comerciantes. La existencia de una población estable se hace cada vez más evidente, aunque sigue sin aparecer en los documentos de la época.
El crecimiento de la villa de Segovia y su influencia en la Comunidad de Villa y Tierra favoreció la organización de aldeas como Valdemanco, que poco a poco iban adquiriendo su identidad propia. Aunque la repoblación avanzaba, la vida en estas tierras seguía siendo dura, marcada por el aislamiento y la supervivencia en un entorno hostil.
El siglo XIV estuvo marcado por tiempos difíciles. La peste negra y las guerras civiles asolaron Castilla, y muchas aldeas de la sierra sufrieron un descenso en su población. Sin embargo, el nombre de Valdemanco aparece por primera vez en un documento del siglo XIV: el Libro de la Montería, una obra encargada por el rey Alfonso XI entre 1312 y 1350. En este libro se menciona el Valle de Albalate, donde se encontraba la casa de Muño Manco, un enclave conocido por ser un buen lugar de caza de osos y jabalíes en invierno.
Esta mención sugiere que Valdemanco ya tenía un pequeño asentamiento en esta época, ligado a la caza y al aprovechamiento de los recursos naturales. La sierra seguía siendo un refugio, y sus habitantes dependían de los montes y los ríos para subsistir.
Según la tradición, a principios del siglo XV, un hombre conocido como Valdés el Manco se estableció en estas tierras y fundó un núcleo de población que con el tiempo daría lugar a Valdemanco. La leyenda cuenta que en torno a 1508, Valdés construyó una venta en un camino que unía Lozoya con Buitrago y Madrid, atrayendo a viajeros y comerciantes. Sus hijos, siguiendo su ejemplo, levantaron sus propias casas cerca de la venta, formando una pequeña comunidad.
Más allá de la leyenda, los documentos históricos mencionan la existencia de Valdemanco antes de esta fecha. En 1460, la aldea aparece en varios pleitos entre los pueblos vecinos de Cabanillas, Bustarviejo y Navalafuente, en disputas por la delimitación de sus tierras. Esto confirma que Valdemanco ya era un caserío reconocido, aunque dependiente de Bustarviejo tanto en términos administrativos como religiosos.
El siglo XVI fue un período de consolidación para Valdemanco. Aunque seguía dependiendo de Bustarviejo, comenzó a estructurarse como un núcleo más estable. La población aumentó lentamente, y sus habitantes vivían de la ganadería y la agricultura de subsistencia. El catastro de Felipe II, realizado en 1575, da cuenta de que el pueblo aún era una aldea modesta, sin apenas construcciones destacables.
El cambio más importante para la región fue la independencia de Bustarviejo respecto de Segovia en 1626, pero este proceso tuvo sus raíces en el siglo XVI. En esos años, Bustarviejo, junto con sus aldeas anejas, luchaba por emanciparse de la autoridad de la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, lo que influiría en el futuro de Valdemanco. A nivel económico, el siglo XVI marcó el comienzo de la explotación organizada de las canteras de granito, aunque a una escala muy reducida y destinada a la construcción local. No sería hasta siglos posteriores cuando la extracción de piedra se convertiría en el motor económico de Valdemanco.
La iglesia de San Roque y Nuestra Señora del Carmen, aunque de construcción más tardía, probablemente tuvo su origen en esta época como una pequeña ermita. Hasta entonces, los habitantes del pueblo dependían de la parroquia de Bustarviejo para oficios religiosos y entierros.
En el siglo XVII Felipe IV concedió el título de villa a Bustarviejo en 1626, que logró independizarse de Segovia junto con sus aldeas anejas, entre ellas Valdemanco y Navalafuente. Sin embargo, Valdemanco siguió dependiendo de Bustarviejo en cuestiones administrativas y eclesiásticas. En 1650, un nuevo privilegio real confirmó la separación definitiva de Segovia, consolidando la autonomía de Bustarviejo y sus aldeas. Para entonces, Valdemanco contaba con 14 vecinos, lo que equivaldría a unas 50 personas. La economía del lugar se basaba en la ganadería y la agricultura, aunque la dureza del terreno limitaba el desarrollo de los cultivos.
A finales del siglo XVIII, la pequeña comunidad de Valdemanco ya contaba con su propia iglesia, dedicada a San Roque y Nuestra Señora del Carmen. En 1737, la iglesia fue reconstruida y se comenzó a enterrar allí a los fallecidos, en lugar de hacerlo en el convento franciscano de San Antonio de La Cabrera, como se hacía hasta entonces.
El siglo XIX trajo consigo la independencia administrativa de Valdemanco, un hito que transformó la vida del pueblo. Hasta ese momento, la aldea estaba supeditada a Bustarviejo en todos los aspectos, desde la justicia hasta la organización de los bienes comunales. Sin embargo, la política de reorganización territorial de España permitió que Valdemanco se convirtiera en municipio independiente en 1841.
La emancipación no fue sencilla. Durante años, Valdemanco había pagado tributos a Bustarviejo y dependía de su ayuntamiento para tomar decisiones sobre el uso de tierras, pastos y caminos. La separación se formalizó el 7 de enero de 1841, cuando se constituyó el primer ayuntamiento. En los meses siguientes, se llevaron a cabo negociaciones con Bustarviejo para definir los límites territoriales y el reparto de bienes comunales.
Las actividades económicas se basaban en la ganadería, la agricultura y las primeras explotaciones de piedra. El molino harinero del arroyo Albalá era la única industria mencionada en los registros. El pueblo no tenía farmacia ni médico propio, por lo que los habitantes debían desplazarse a Torrelaguna o Bustarviejo para recibir atención sanitaria.
A finales de siglo, la extracción de granito empezó a convertirse en una actividad más relevante, aunque todavía no era el motor económico principal. Las canteras comenzaron a expandirse tímidamente, y se empezó a utilizar la piedra de Valdemanco en construcciones locales y en algunas obras públicas en Madrid. El ferrocarril Madrid-Burgos, cuya construcción fue planeada en el siglo XIX pero se completaría en el siglo XX, cambiaría el destino del pueblo. Aunque en sus primeras etapas no tuvo un gran impacto, su trazado por la sierra atrajo el interés de las administraciones y facilitó el comercio de materiales de construcción, estableciendo las bases del crecimiento industrial que llegaría con el siglo XX.
El siglo XX trajo consigo nuevos desafíos y oportunidades. La construcción del ferrocarril Madrid-Burgos impulsó el desarrollo de las canteras, convirtiendo la extracción de piedra en la principal industria del pueblo. Sin embargo, la Guerra Civil y la posguerra golpearon con fuerza la región, dejando huellas en la población y en la infraestructura local.
En las últimas décadas del siglo, el turismo rural y la construcción de segundas residencias comenzaron a transformar el paisaje de Valdemanco. A pesar de los cambios, el pueblo ha conservado su esencia serrana, con sus casas de piedra y su historia marcada por la tenacidad de sus habitantes.
El siglo XXI trajo consigo la clausura de la línea férrea tras el derrumbe en el túnel de Somosierra, en 2011, no circulan servicios ferroviarios por este tramo. En la actualidad junto a la construcción y turismo, la actividad en las canteras de granito mantienen viva la economía del pueblo, habiéndose erigido un monumento a los "Canteros de Valdemanco" en diciembre de 2003.
Comenzamos la visita por la Plaza de Nuestra Señora del Carmen donde se ubica el actual edificio del Ayuntamiento resultado de la ampliación de la antigua casa Consistorial en la mitad del siglo XX en la que así mismo se construyó el pórtico de cinco arcos.
En el lateral oeste de esta plaza nos encontramos con el grupo escultórico obra del Andrés Puig de 2007 llamado La Generación de la sabiduría. Nuestros abuelos como homenaje a estos por su fuente de amor y sabiduría.
En este mismo lateral y a unos pocos metros de la escultura mencionada, se encuentra una fuente datada en el siglo XIX de piedra con una pilastra central de la que emerge el único caño que vierte sus aguas a una pequeña pila a cuyos lados se sitúan sendos bancos. El conjunto termina con otras dos pilastras más pequeñas que la central estando rematadas las tres por sendas bolas de granito.
Abandonamos la Plaza de Nuestra Señora del Carmen para dirigirnos por la calle Real y la calle San Roque a la iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Carmen construida en el siglo XVIII sobre los restos de una ermita que pudiera ser la de San Roque. Presenta muros de mampostería reforzados en las esquinas con sillares de granito, de una sola nave cubierta con armadura de madera y coro a los pies.
El campanario es de planta cuadrangular de un solo cuerpo y un vano en cada lado con arco de medio punto. En su interior se conserva una pila bautismal gótica.
Salimos de nuevo a la Calle Real para dirigirnos a la intersección de esta con la Calle del Caño donde se encuentra otra fuente pero esta vez con pilón o abrevadero del siglo XIX. Construcción de piedra con un solo caño que vierte sus aguas a una pequeña pila de la que sale un conducto excavado en la piedra que lleva las aguas al abrevadero construido con forma rectangular. Aunque existe un letrero con la advertencia de agua no tratada he sido testigo de como alguna persona llenaba algún que otro botijo, con lo cual no debe de estar mala.
Otras fuentes interesantes son la de la Plaza de las Eras y la situada en la Calle del Baile esquina con la Calle Arroyito, ambas como las anteriores construidas de piedra lugareña.
Continuamos por la Calle Real para dirigirnos luego por la Avenida del desvío o M-610 hasta la Plaza del Potro nos encontraremos con el potro de herrar, construcción donde antiguamente se herraba al ganado, siendo muy comunes sobre todo en la zona de la Sierra Norte de la Comunidad de Madrid.
Constaban de dos hileras paralelas de tres postes cada una que comúnmente eran de granito aunque los más antiguos podrían ser de madera. Los dos pares más altos estaban unidos por palos de madera o varas metálicas, y estos a su vez con el par más bajo unidos de la misma manera.
Entre los postes del segundo par más alto se encontraba el yugo, lugar donde se fijaba la cabeza del animal para inmovilizarlo además de pasarle dos cinchas de cuero por la panza atadas a las varas metálicas o palos de madera. Una vez efectuada la faena del inmovilizado era cuando entraba el herrero primero para quitar las viejas herraduras, luego limpiar las pezuñas para terminar poniendo herraduras nuevas.
Abandonamos Valdemanco con dirección a La Cabrera, no sin antes pararnos en un bonito mirador en el cual con unas letras bastante generosas que pueden ser de bienvenida o despedida se puede leer VALDEMANCO. Con espacio suficiente para aparcar varios coches, supone un magnífico lugar para que a la vez de respirar un aire totalmente fresco y puro, sacar algunas fotografías de las buenas vistas que se nos ofrece desde el mismo.
La antigua Estación de ferrocarril de Bustarviejo-Valdemanco se encuentra a unos 3,4 kilómetros del Ayuntamiento de Bustarviejo por la carretera M-631 dirección Cabanillas de la Sierra a la salida de una rotonda.
La estación fue construida por presos republicanos entre 1944 y 1952 e inaugurada el 4 de julio de 1968 dentro de la línea Madrid-Burgos. Fue eliminada como parada comercial por falta de viajeros que resultase exitosa, no obstante desde el 2011 después del derrumbe en el túnel de Somosierra, esta linea solo cubre el trayecto Madrid. Colmenar Viejo.
El edificio consta de dos plantas, de las cuales la baja y dedicada a viajeros se encuentra soportada, mientras que en la planta superior se encuentran las oficinas de la Traductores del Viento, asociación sin ánimo de lucro compuesta por creadores y artistas independientes dentro del mundo de las artes, el pensamiento, la cultura, la salud, la educación, la ciudadanía y el voluntariado, estando constituida en 2018. Respecto a la estación mencionada la asociación se ha encargado de rehabilitarla para llevar a cabo en la misma la creación artística y distintos eventos culturales.
En el exterior de la estación junto a la vías, se encuentra una escultura de Juan Ramón Martín titulada Siroco II, realizada durante las Residencias para Artistas en agosto de 2021 en Traductores del Viento con sede en esta antigua estación de tren, con la colaboración de Fundación Talgo y DFG Natural Stone.
CARNAVAL. Suelta de vaquilla por el pueblo, corriéndola el lunes de carnaval las quintas, el martes por la mañana los quintos y el martes por la tarde los casados del año anterior. Con la muerte de la vaquilla las mozas invitan a beber vino o sangría como si fuera la sangre de la misma.
EL MAYO. Noche del 30 de abril al 1 de mayo. Los mozos salen al campo a talar el árbol más grande que encuentren con el fin de plantarlo en la plaza, donde permanecerá todo el mes. Según cuentan en este mes era cuando los mozos se declaraban a las mozas.
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. 16 de julio. Concursos, juegos tradicionales, misa y baile con actuaciones musicales.
SAN ROQUE. 16 de agosto. Concursos, juegos tradicionales, misa y baile con actuaciones musicales.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
![]() Ayuntamiento
Plaza Ntra. Sra. del Carmen, 1 28729 - Valdemanco Tfno: 91 848 11 74
Distancia a Madrid: 67.9 KM Municipios colindantes
La Cabrera EN COCHETomar la N1 (E5) hasta la salida 50 dirección La Cabrera hasta la primera rotonda que nos encontramos y alli girar a la izquierda para tomas la M-610 hasta Valdemanco. ![]() AUTOBUSES725 Madrid (Pza. Castilla)197 Torrelaguna (Pza. Castilla) 197B Desde Torrelaguna 197C Desde Torrelaguna |