Del latín villa,dícese de la población que tiene algunos privilegios con que se distingue de las aldeas y lugares. El apellido vieja significa antigua o de tiempo pasado.
Si se analizan los dos significados y se mezclan, pudiera ser que aunque pertenecía en sus tiempos a la jurisdicción de Buitrago, quizás su fundación fuese anterior al mismo.
Gentilicio: Villaviejanos/as
Mucho antes de que el nombre de Villavieja de Lozoya apareciera en los documentos, estas tierras ya estaban habitadas. Aunque no se han encontrado restos arqueológicos directos en el municipio, la Sierra Norte de Madrid ha revelado vestigios de asentamientos prehistóricos.
En la época del Neolítico y la Edad del Bronce, los primeros grupos humanos de la zona eran nómadas que recorrían los valles en busca de caza y recolección. Las montañas y los ríos proporcionaban refugio y recursos esenciales. No es descartable que los primeros pastores prehistóricos usaran la ribera del Lozoya para asentamientos temporales, estableciendo campamentos estacionales que con el tiempo darían lugar a pequeñas comunidades más estables.
Durante gran parte del siglo XI, Villavieja de Lozoya formaba parte de un territorio disputado entre los reinos cristianos del norte y el Reino de Toledo musulmán. En este tiempo, la Sierra Norte era una tierra de nadie, frecuentemente atravesada por ejércitos, pastores y comerciantes que intentaban sobrevivir en un territorio hostil.
El Rey Fernando I de León y Castilla inició campañas de conquista, pero no fue hasta 1085, cuando Alfonso VI conquistó Toledo, que estos territorios pasaron definitivamente a manos cristianas. Con esta victoria, se inició la repoblación de la Sierra Norte, con la llegada de colonos cristianos procedentes de Segovia y Burgos. Villavieja de Lozoya aún no era un pueblo consolidado, pero los primeros pastores trashumantes ya comenzaban a establecerse de forma estacional, aprovechando los pastos fértiles del valle del Lozoya.
En el siglo XII con la Repoblación Cristiana en marcha, el territorio de Villavieja de Lozoya quedó bajo la influencia de la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago, creada en esta época para organizar y defender estas tierras. Este sistema otorgaba privilegios a los nuevos habitantes, fomentando la llegada de familias que trabajaban en la agricultura y la ganadería. Se establecieron los primeros caminos y rutas trashumantes, y la población comenzó a crecer lentamente. Sin embargo, la inseguridad aún era alta. En estos años, se crearon pequeñas fortalezas y torres vigías, aunque no se ha documentado ninguna en Villavieja.
A finales de este siglo, con el rey Alfonso VIII, el territorio fue totalmente integrado en el reino de Castilla, consolidando su cristianización y favoreciendo su desarrollo.
Durante el siglo XIII, la repoblación se afianzó y las primeras aldeas empezaron a surgir en torno a fuentes de agua y zonas fértiles. Villavieja de Lozoya aún no tenía una identidad definida, pero ya se mencionaba su entorno en documentos sobre el valle del Lozoya. El ganado ovino se convirtió en la base de la economía de la región. Se crearon pastos comunales, y los rebaños abastecían a la poderosa Mesta, la organización que regulaba la trashumancia en Castilla. Se cree que la primitiva iglesia del pueblo pudo haber sido construida en esta época, originalmente como una ermita rural vinculada a la iglesia de San Antolín de Buitrago.
Por primera vez, a mediados del siglo XIV, el territorio de Villavieja aparece mencionado en documentos oficiales. El Libro de la Montería de Alfonso XI describe las cacerías reales en los montes de Buitrago, mencionando los valles y arroyos cercanos a lo que hoy es Villavieja. La caza era una actividad de élite, y la presencia del rey en estas tierras sugiere que la zona estaba controlada y tenía cierto valor estratégico. Sin embargo, no se menciona un núcleo de población consolidado, lo que sugiere que Villavieja seguía siendo un pequeño asentamiento agropecuario, dependiente de Buitrago.
Durante este siglo, Castilla sufrió hambrunas y epidemias, lo que frenó el crecimiento de muchas aldeas. Sin embargo, la economía ganadera permitió a la comarca mantenerse con cierta estabilidad.
Es en el siglo XV cuando podemos hablar de Villavieja como un pueblo consolidado. Las Ordenanzas de 1485 son el primer documento que confirma su existencia oficial, regulando aspectos como el uso del agua y el acceso a los pastos. En 1492, con la expulsión de los judíos de España, se realizó un inventario de propiedades en Buitrago. Entre ellas, aparece mencionada una heredad en Villavieja, propiedad de un judío llamado Mosé de Cuéllar. Esto sugiere que la comunidad judía tenía presencia en la zona y que existía ya una estructura económica organizada.
Otro aspecto clave de este siglo es la construcción definitiva de la iglesia medieval, sobre los restos de una ermita anterior. Aunque su arquitectura original ha desaparecido, sabemos que era de estilo románico tardío y que servía a la creciente población del lugar. Hacia finales de siglo, la población de Villavieja ya estaba establecida, con una economía basada en la ganadería, los molinos harineros y los cultivos de lino. La aldea todavía dependía administrativamente de Buitrago, pero poco a poco comenzaba a desarrollar una identidad propia.
El siglo XVI marcó un punto de inflexión. La población creció, y la iglesia de San Miguel —heredera de la antigua ermita— se convirtió en el símbolo del asentamiento. En 1554, el pueblo tenía 63 habitantes. Aunque modesto, este número mostraba un crecimiento estable. La economía giraba en torno a la ganadería, con extensos pastos y pequeños cultivos que sobrevivían en los fértiles valles.
El Padrón de Moneda Forera, impuesto que pagaban los habitantes, indica que Villavieja se había convertido en una comunidad autosuficiente, aunque todavía ligada a Buitrago. Los molinos harineros aparecieron a lo largo del Lozoya, como testigos de un pueblo que empezaba a mirar más allá de sus montañas.
Del siglo XVII pocos documentos nos hablan de Villavieja en este siglo, pero la historia de la Sierra Norte nos permite imaginar su destino. Durante el Siglo de Oro, España vivió un esplendor cultural, pero también crisis económicas y epidemias que azotaron los pequeños pueblos. La Tierra de Buitrago, de la que formaba parte Villavieja, sufrió la presión fiscal y la despoblación. Los registros parroquiales muestran una alta mortalidad, lo que sugiere que la aldea no fue ajena a las hambrunas y enfermedades. A pesar de esto, la comunidad se mantuvo firme. La iglesia era el epicentro de la vida cotidiana, y la tradición de los hornos comunales y las regueras para el riego persistía. La trashumancia seguía marcando el pulso de los habitantes, que veían en el ganado su principal fuente de ingresos.
A mediados del siglo XVIII, Villavieja alcanzó los 240 habitantes. Aunque pequeña, la aldea ya era un lugar consolidado dentro de la sierra. Según el Catastro de Ensenada de 1751, la economía seguía girando en torno a la ganadería, con más de 1.000 ovejas pastando en sus tierras. También se mencionan tierras de cultivo, aunque apenas una cuarta parte del suelo era apta para el laboreo.
El lavadero de lanas y los molinos harineros reflejan una comunidad que, aunque modesta, mantenía una economía diversificada. Sin embargo, la Sierra Norte aún estaba poco poblada, con densidades de 4 a 10 habitantes por km². Villavieja se mantenía en el límite, con una economía basada en la autosuficiencia. La urbanización del pueblo se consolidó en la parte sur, cerca del Lozoya, donde el agua y los caminos facilitaban la vida diaria. Las casas de piedra, con cubiertas de teja árabe, comenzaron a formar pequeñas manzanas irregulares. Sin embargo, la aldea carecía de hospital o carnicería, lo que muestra que aún dependía de Buitrago para servicios esenciales.
El siglo XIX trajo consigo el despertar de España tras la invasión napoleónica. En 1808, la Guerra de la Independencia afectó a muchos pueblos de la sierra. Aunque Villavieja no fue un frente de batalla, sus habitantes sufrieron saqueos y requisas de los ejércitos enfrentados.
en 1833 Villavieja de Lozoya pasó a formar parte de la provincia de Madrid a raíz de la división territorial de España promulgada por Javier de Burgos. Antes de esa fecha, la localidad pertenecía a la Tierra de Buitrago, que formaba parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda y posteriormente de la provincia de Segovia. Con la nueva organización administrativa, Villavieja de Lozoya quedó incluida dentro de la provincia de Madrid, en el partido judicial de Torrelaguna.
En 1850, según Pascual Madoz, Villavieja contaba con 248 habitantes y 76 casas. Aunque la población aumentó, el crecimiento urbano se estancó. La plaza del pueblo, con una traza ordenada, se convirtió en el corazón de la comunidad. El trazado urbano de 1879 muestra una estructura casi idéntica a la actual. La economía comenzó a cambiar lentamente. Las cosechas de lino desaparecieron, sustituidas por cereales y ganadería. La modernización llegaba a la Sierra Norte, pero a un ritmo mucho más lento que en Madrid.
El siglo XX trajo consigo profundos cambios en Villavieja de Lozoya. Durante la Guerra Civil Española, la Sierra Norte fue testigo de intensos combates. Aunque Villavieja no fue un campo de batalla, muchos de sus habitantes se vieron atrapados en la contienda. Algunos jóvenes fueron reclutados, y el hambre y la escasez se instalaron en el pueblo. Tras la guerra, España inició un lento proceso de recuperación, pero los pueblos pequeños comenzaron a vaciarse. Villavieja no fue la excepción. Entre 1950 y 1980, la población disminuyó un 62%, una cifra alarmante. Los jóvenes emigraron a Madrid en busca de trabajo, dejando atrás un pueblo donde solo quedaban los mayores.
Sin embargo, en los años 70 y 80, se produjo un auge de las segundas residencias. El aire puro y la tranquilidad atrajeron a madrileños que buscaban escapar del bullicio de la capital. Las casas de piedra se restauraron, y aparecieron viviendas unifamiliares aisladas en las afueras del casco histórico.
En las primeras décadas del siglo XXI, el turismo rural ha cobrado fuerza, con casas rurales y rutas de senderismo que resaltan el patrimonio natural y cultural del municipio.
Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción. Aunque se trata de una construcción actual, ha sido levantada sobre unos restos medievales, conservándose la cabecera románica y los techos de madera.
El interior es de una sola nave con ábside en la cabecera de la misma con dos vanos rectangulares. La entrada se efectúa a través de un atrio porticado techado con tres vanos con arco de medio punto.
La espadaña tiene una forma bastante particular y poco habitual. Se trata de dos cuerpos horizontales en el que el más bajo presenta un rectángulo truncado con vertiente a una agua y un vano para una campana. En el más alto aparte de otro vano para una campana a distinto nivel que el otro, presenta en la parte superior dos vanos redondos alineados verticalmente.
A pocos metros de la Plaza Mayor nos encontramos con una pequeña construcción medio derruida que antiguamente se llamaba La corte del verraco y era el lugar donde se encerraba al cerdo semental del pueblo, disponible para cubrir las cerdas de los habitantes del pueblo. Era alimentado entre todos los vecinos según las cerdas que tuvieran y en los días acordados para cada uno.
En el pueblo se disponía de un celemín (4,62 kg) que iba pasando de vecino en vecino cuando tocaba y era la medida de comida que tocaba darle al verraco.
A escasos metros de la construcción anteriormente mencionada se encuentra el Potro de herrar que era la construcción donde antiguamente se herraba al ganado, siendo muy comunes sobre todo en la zona de la SIERRA NORTE de la Comunidad de Madrid.
Constaban de dos hileras paralelas de tres postes cada una que comúnmente eran de granito aunque los más antiguos podrían ser de madera. Los dos pares más altos estaban unidos por palos de madera o varas metálicas, y estos a su vez con el par más bajo se encontraban unidos de la misma manera.
Entre los postes del segundo par más alto se encontraba el yugo, lugar donde se fijaba la cabeza del animal para inmovilizarlo además de pasarle dos cinchas de cuero por la panza atadas a las varas metálicas o palos de madera. Una vez efectuada la faena del inmovilizado era cuando entraba el herrero primero para quitar las viejas herraduras, luego limpiar las pezuñas para terminar poniendo herraduras nuevas.
Algunas de las viviendas antiguamente tenían un horno propio de forma circular generalmente adosado a las mismas. El horno se encendía de cuando en cuando para hacer el pan correspondiente a una, dos semanas o a veces para periodos más largos. Igualmente se encendía para hacer asados cuando se celebraba alguna festividad especial familiar, ya que el encender el horno se tornaba muy costoso.
Se pudiera dar la circunstancia de que alguna familia no tuviese horno en su vivienda por lo que tenía que pedir el favor a otro vecino que tuviera a cambio de costear la leña necesaria y a veces repartir lo asado.
Las viviendas tradicionales se construían para resguardarse del clima invernal con muy pocos huecos, empleándose en su construcciones materiales como el adobe, el barro, la madera y la piedra hasta bien avanzado el siglo XX que los materiales indicados se cambiaron por el cemento y el ladrillo.
En Villavieja a diferencia de otros pueblos de la zona el ganado no compartía la casa sino que se guardaba en pequeñas cuadras o cortijos.
La cocina era el punto neurálgico de la vivienda ya que aparte de cocinar se aprovechaba el calor desprendido por la leña para hacer la estancia de las personas mucho más agradable sobre todo en los largos y fríos días de invierno.
Antiguos Lavaderos públicos. Construidos a mediados del siglo XX aunque reformados en el 2009. Anterior a esta construcción existía en este mismo una un pilón natural sobre la reguera madre con losas de piedras, utilizando el mismo tanto para lavar la ropa como para fregar el menaje de cocinar.
La construcción actual se encuentra compuesta de una sola planta recogiendo el agua canalizada de una reguera madre que se surte de los diferentes manantiales que afloran en la sierra que ademas sirve para el regadío de las diversas fincas por medio de brocales. En la actualidad se conservan los doce puestos de lavado individuales donde las mujeres hacían la colada, algunos rodilleros y utensilios para hacer jabón.
Hay que situarse en aquella época para entender la importancia de los lavaderos públicos, porque no solo servían para lavar sino que también era el punto que tenían las mujeres del pueblo para comentar lo ocurrido a diario en el pueblo. Actualmente acoge una sala de exposiciones y un pequeño museo.
Muy cerca de los lavaderos se encuentra la Antigua Fragua con una apariencia externa como la de un casa de aquellos años, pero con el interior organizado para la tarea de la forja, toda vez que aquí se fabricaban las herraduras para las caballerías así como los callos para la vacas, afilaban las rejas del arado, los picos y demás herramientas de hierro. En su interior se podía ver la lumbre con grandes fuelles para atizarla, la bigornia (yunque con dos puntas opuestas) sobre una gran madera, la pila para enfriar y templar el hierro, la piedra de afilar y algún otro utensilio válido para manejar el hierro como martillo, tenazas etc. Para la lumbre se usaba básicamente carbón de brezo que fabricaba el propio herrero que cobraba sus trabajos a los vecinos mediante una iguala que generalmente era en especies.
Actualmente también alberga un museo etnográfico que se puede visitar sábados, domingos y festivos de 12.00 a 14.00 h.
Antiguas escuelas. Construcción de mediados del siglo XX en mampostería como casi todas existentes en la Comunidad de Madrid, estando este conjunto formado por tres cuerpos, dos laterales como viviendas para la maestra y el maestro y otro central con dos alturas, un piso para niñas y otro para niños. Como consecuencia de su cierre llevando los alumnos a Buitrago de Lozoya, el edificio fue abandonado hasta que en 1988 fue totalmente restaurado y convertido en un centro polivalente con un centro de mayores con bar social, una biblioteca y un salón de actos. En el edificio pequeño de la derecha existe actualmente una Casita de niños/as
Situada frente al edificio principal se encuentra una fuente que por su parecido con otras de pueblos aledaños, se habría construído a mediados del siglo XX por la Dirección General de Regiones Devastadas. en granito.
LA VAQUILLA. 23 de enero. Consiste en correr por parte de los mozos por las calles del pueblo un armazon de hierro con cuernos, el cual adornan las mozas con cintas de colores y pañuelos floreados. Igualmente se pide el aguinaldo por las casas para una cena de los mozos
CARNAVALES. Sin fecha fija. Concurso de disfraces y Entierro de la sardina.
EL MAYO. Primer día de mayo. Consiste en la corta de un árbol por los mozos y llevarlo hasta la Plaza Mayor, donde se planta para ver cual mozo es capaz de subirlo en el menor tiempo. Una cena entre los mozos cierra la fiesta.
INMACULADA CONCEPCIÓN. Tercer fin de semana de agosto. Fiestas patronales con concursos, juegos para niños y mayores, orquesta y baile, misa, procesión y subasta de de varas.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, COAM, ChatGPT y Paneles explicativos
![]() Ayuntamiento
Plaza Mayor, 3 28739 Villavieja del Lozoya Tfno: 91 843 92 12
Distancia a Madrid: 83,8 KM Municipios colindantes
Gascones EN COCHETomar la N-1 (E5) hasta la salida a Buitrago del Lozoya y desviarse por la M-634 hasta Viilavieja. ![]() AUTOBUSES195 Madrid (Pza. Castilla)191 A Buitrago (Pza. Castilla) 191A Desde Buitrago 195A Desde Buitrago 195B Desde Buitrago |