La voz SERNA se utilizaba antiguamente para señalar una porción de tierra más fértil que las que la rodeaban y la cual se la reservaban los Señores o dueños para su explotación y beneficio.
Seguramente lo que hoy es La Serna fue eso, una tierra bastante rica en dehesas que con el transcurso del tiempo pasó a manos públicas, y lo del apellido del Monte no hay que hacer muchas cábalas si se visita y se observa su emplazamiento.
Gentilicio: Serranos/as
Mucho antes de que La Serna del Monte existiera como un núcleo habitado, sus tierras fueron testigos del paso de los primeros grupos humanos. Se cree que las tribus del Paleolítico Superior pudieron recorrer estos parajes en busca de caza, siguiendo las migraciones de los grandes herbívoros que poblaban la Sierra Norte. Durante el Neolítico, los primeros pastores y agricultores comenzaron a asentarse en pequeños grupos dispersos, aprovechando los fértiles suelos cercanos a los arroyos y el abundante pasto para su ganado. Sin embargo, la falta de restos arqueológicos impide confirmar con certeza la existencia de asentamientos permanentes en esta época.
En la Edad del Bronce, los primeros indicios de actividad humana en la región empiezan a ser más evidentes. Se sabe que en la cercana Tierra de Buitrago existieron poblados amurallados, donde las tribus celtas de los vetones dejaron su huella. Estos grupos practicaban una economía mixta basada en la ganadería, la recolección y la incipiente metalurgia. Con la llegada de la Edad del Hierro, estas tribus comenzaron a construir castros fortificados en puntos estratégicos de la sierra, desde los cuales podían vigilar el territorio y defenderse de posibles invasores. Aunque no hay constancia de que existiera un castro en La Serna del Monte, es probable que los pobladores de la zona estuvieran en contacto con estos grupos y utilizaran sus tierras para el pastoreo.
Con la llegada de los romanos a la Península Ibérica, la región pasó a estar bajo la influencia del Imperio Romano. La Serna del Monte, al igual que el resto de la Sierra Norte, se encontraba alejada de los grandes centros urbanos, pero es probable que fuera utilizada como una zona de pastoreo y explotación forestal. La construcción de vías secundarias para la comunicación entre los diferentes municipios romanos pudo haber facilitado el contacto con otras poblaciones cercanas, como Complutum (actual Alcalá de Henares). Sin embargo, no se han hallado restos significativos que confirmen un asentamiento romano en La Serna.
Tras la caída del Imperio Romano, los visigodos se establecieron en la península, organizando el territorio en torno a pequeñas comunidades rurales. Es posible que en esta época ya existiera algún tipo de poblamiento disperso en la zona, vinculado a la explotación agrícola y ganadera. Algunos estudios sugieren que en el entorno de La Serna del Monte podría haber existido una necrópolis visigoda, similar a las encontradas en otras zonas de la Sierra Norte. Sin embargo, la falta de hallazgos arqueológicos impide corroborar esta teoría.
Con la llegada de los musulmanes a la península en el año 711, la Sierra Norte de Madrid se convirtió en una zona de frontera entre Al-Ándalus y los reinos cristianos del norte. Durante este período, la región quedó prácticamente despoblada, ya que los continuos enfrentamientos hacían difícil la vida en estos territorios. Las tierras de La Serna del Monte se encontraban en la llamada Marca Media, una franja de territorio poco habitada, utilizada principalmente para la vigilancia y el control del paso por la sierra. Es posible que algunos grupos musulmanes se establecieran temporalmente en la zona, pero no existen pruebas documentales que lo confirmen.
En el siglo XI, Alfonso VI, rey de León y Castilla en el año 1085, tomó Toledo y extendió su dominio sobre la Sierra Norte de Madrid. Este hecho marcó el inicio de la repoblación cristiana de la zona, con el objetivo de consolidar el control sobre los nuevos territorios conquistados. La Serna del Monte, al igual que otras localidades de la Tierra de Buitrago, fue concedida a grupos de colonos cristianos que llegaron principalmente de Segovia y otras zonas del norte de la península. Su función principal era asegurar el control del territorio y garantizar el abastecimiento de los grandes núcleos urbanos.
Durante este siglo, la economía se basaba en la ganadería trashumante y en la agricultura de subsistencia. Se organizó el territorio en Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago, dividiendo las tierras en cuartos para facilitar su administración. La Serna del Monte quedó vinculada a Braojos, dentro del señorío de los Mendoza.
A lo largo del siglo XII, la repoblación continuó y el pequeño asentamiento comenzó a adquirir importancia dentro de la estructura feudal de la Tierra de Buitrago. Las cañadas reales, utilizadas para la trashumancia, fueron fundamentales en el desarrollo del pueblo, ya que aseguraban la comunicación con otros municipios y facilitaban el comercio de ganado y productos agrícolas. Es en esta época cuando se establecieron las primeras comunidades de pastores, que organizaban el uso de los pastos y regulaban los derechos sobre la tierra. La economía del pueblo seguía dependiendo de la ganadería y la agricultura, pero también comenzaban a surgir pequeños talleres artesanales dedicados a la fabricación de herramientas y productos básicos.
En el siglo XIII, La Serna del Monte se encontraba plenamente integrada dentro del Señorío de los Mendoza, una de las familias nobiliarias más influyentes de Castilla. La comunidad de pastores continuaba expandiéndose, y la economía se mantenía estable gracias al comercio de lana y productos agrícolas. En este período, la importancia de la iglesia como centro de la vida comunitaria comenzó a crecer. Aunque todavía no se había construido un templo en La Serna, los habitantes acudían a Braojos para las ceremonias religiosas.
El siglo XIV estuvo marcado por conflictos fronterizos entre las villas del norte y del sur. En este contexto, La Serna del Monte adquirió un mayor protagonismo como punto estratégico dentro de la Tierra de Buitrago. A finales del siglo, comenzaron las primeras disputas entre los habitantes de La Serna y los de Braojos, quienes querían mantener su dominio sobre el asentamiento. A pesar de ello, la economía del pueblo siguió prosperando, y las familias Fernández y Pozo comenzaron a consolidar su poder en la región.
El siglo XV marcó un punto de inflexión en la historia de La Serna del Monte. En esta época, el Duque del Infantado, cabeza del Señorío de Buitrago, otorgó a la villa el privilegio de villazgo, permitiéndole gobernarse de manera más independiente. Con esta concesión, La Serna comenzó a desarrollar una identidad propia, separándose progresivamente de Braojos. A finales del siglo, el crecimiento demográfico y económico permitió la construcción de los primeros edificios comunales, sentando las bases de la estructura urbana que perduraría en los siglos siguientes.
El siglo XVI trajo consigo un cambio fundamental en la historia de La Serna. Hasta ese momento, sus tierras habían estado bajo la jurisdicción de los Vargas, quienes, como grandes terratenientes, habían enviado colonos a estas tierras para trabajar la tierra en su nombre. Sin embargo, a finales de este siglo, las familias Fernández y Pozo adquirieron una posición dominante en la región, consolidando su influencia y favoreciendo el desarrollo de la villa.
A medida que la población crecía, los vecinos sintieron la necesidad de dotarse de una identidad propia. Así surgió la idea de erigir una capilla dedicada a San Andrés, con el respaldo del arzobispado de Toledo. Sin embargo, este intento de independencia eclesiástica no estuvo exento de conflictos. Braojos, aún receloso de perder su dominio sobre el lugar, se opuso férreamente, dando pie a una serie de pleitos que se prolongaron durante décadas.
Durante el siglo XVII, La Serna consolidó su población, pero su autonomía seguía siendo limitada. La capilla de San Andrés, que había sido levantada con tanto esfuerzo, aún dependía de Braojos, y la lucha por la independencia eclesiástica se mantuvo viva a lo largo de los años.
Finalmente, en los primeros años del siglo XVIII, el pueblo consiguió una bula papal que le otorgaba la tan ansiada emancipación religiosa, aunque en la práctica, en 1785 la iglesia aún figuraba como aneja de Braojos. A pesar de ello, este reconocimiento marcó un hito en la identidad de La Serna y sentó las bases para una mayor autonomía en el futuro.
El siglo XVIII fue testigo del afianzamiento de La Serna como una entidad propia dentro de la Tierra de Buitrago. En 1751, el Catastro de Ensenada la describe como un "lugar de señorío" con jurisdicción propia, aunque bajo el dominio y vasallaje de la duquesa del Infantado. La economía de la villa seguía girando en torno al campo y la ganadería, siendo las casas por su parte construcciones rústicas de piedra con tejados de teja árabe y pajares adosados. La iglesia de San Andrés, construida en el siglo XVII, era un punto de referencia en la villa, aunque su estado de conservación dejaba mucho que desear
Con la llegada del siglo XIX, La Serna sufrió importantes transformaciones. En 1833, la villa dejó de pertenecer a la provincia de Guadalajara y pasó a formar parte de la provincia de Madrid. Esta nueva organización territorial, impulsada por Javier de Burgos, marcó el fin de la influencia del Señorío de Buitrago y el inicio de una mayor integración con la capital.
La llegada del ferrocarril Madrid-Burgos en la segunda mitad del siglo XIX supuso un gran impacto para la economía local. La construcción de la Estación de La Serna facilitó el transporte de mercancías y pasajeros, y aunque el pueblo no experimentó un crecimiento espectacular, la infraestructura permitió un mayor contacto con otras regiones.
El siglo XX trajo consigo la modernización de La Serna, pero también su declive demográfico. Tras la Guerra Civil, la población se redujo drásticamente, y en los años 60 y 70 la emigración a las grandes ciudades dejó el pueblo casi vacío. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo ha habido un resurgimiento del interés por la villa. La llegada de nuevas viviendas de segunda residencia y el auge del turismo rural han revitalizado el pueblo, que hoy en día busca recuperar su patrimonio y mantener viva su historia.
En la actualidad en el siglo XXI como otros pueblos de su entorno su economía tiende, a parte de mantener ganadería bovina y porcina, a la explotación del turismo rural como se demuestra por las numerosas ofertas que ofrece al respecto.
La Iglesia Parroquial de San Andrés se construyó en el año 1529 que por aquel entonces se trataba solo de una Ermita ya que como se ha comentado, este municipio estaba supeditado en lo eclesiástico como en lo civil a Braojos que era el que poseía realmente la Parroquia.
En 1568 los vecinos de La Serna entablan un pleito contra el Párroco de Braojos ante el Arzobispado de Toledo, dando la razón el Arzobispo a los vecinos. El cura mencionado recurre la sentencia porque según el mismo La Serna aparte de ser una alquería es un barrio de Braojos. El Arzobispado da de nuevo la razón a los vecinos en 1569, pero entonces recurre esta vez a Roma, pero el Papa Pío V confirma la sentencia del Arzobispado en 1572, pudiendo entonces los vecinos de la Serna colocar el día de San Jorge en 1573 el Santísimo Sacramento en la Iglesia, que desde entonces se consideró Parroquia.
De la construcción antigua solo queda la planta que es de una sola nave y la Espadaña. En su interior se encuentran las imágenes de San Andrés (siglo XVI) y de la Virgen del Socorro (siglo XVII), así como en la Sacristía existe una talla de madera del siglo XVI de la Virgen con el Niño.
Piedra de las veces. En la época medieval existían las llamadas Comunidades de Regantes, que estaban formadas por aquellos vecinos que poseían huertos y prados con derecho al agua de la reguera procedente de La Acebeda.
Al tener las Comunidades mencionadas sus propias ordenanzas, tenían al frente una única autoridad que era el Alcalde de Reguera del que dependían el Guardia Aguador, el Escribanoque a la vez era el que repartía el tiempo de riego entre los que tenían derecho al agua de la reguera, abriendo o cerrando las bifurcaciones existentes.
Para medir este tiempo se recurría a una especie de reloj de sol, una estaca alta clavada en el centro de una piedra circular, que en lugar de tener talladas las horas lo que se hacía era grabar tantas marcas como regantes existieran. A esta piedra se la llamaba "Piedra de las Veces" o "Piedra de las Partes". Se puede ver enfrente al Ayuntamiento.
Esquina de la M-976 con la Calle Los Peligros, se encuentra la típica fuente levantada en la década de los los 40 del siglo XX por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones que hasta la llegada de l agua corriente a las casas, hecho producido años después, proporcionaba agua a los habitantes del pueblo.
Levantada completamente en piedra, consiste en un pilastra cuadrada terminada en un elemento escalonado que se culmina con una bola de piedra. La mencionada pilastra se encuentra rodeada de un banco corrido, excepto en su frente sonde se ubica la pequeña pila donde se recoge el agua que brota del único caño que emerge de la mencionada pilastra.
Subiendo por la Calle de Los Peligros en su número 20 se encuentra el potro de herrar, construcción donde antiguamente se herraba al ganado, siendo muy comunes sobre todo en la zona de la Sierra Norte de la Comunidad de Madrid.
Constaban de dos hileras paralelas de tres postes cada una que comúnmente eran de granito aunque los más antiguos podrían ser de madera. Los dos pares más altos estaban unidos por palos de madera o varas metálicas, y estos a su vez con el par más bajo unidos de la misma manera.
Entre los postes del segundo par más alto se encontraba el yugo, lugar donde se fijaba la cabeza del animal para inmovilizarlo además de pasarle dos cinchas de cuero por la panza atadas a las varas metálicas o palos de madera. Una vez efectuada la faena del inmovilizado era cuando entraba el herrero primero para quitar las viejas herraduras, luego limpiar las pezuñas para terminar poniendo herraduras nuevas.
A escasos metros del potro de herrar se encuentra la antigua fragua en la actualidad convertida en un alojamiento rural. Se trata de una construcción típica de esta zona en piedra de granito y madera de roble aunque totalmente rehabilitada.
En este lugar el herrero aparte de hacer, quitar y poner herraduras a los animales, igualmente reparaba arados, fabricaba clavos, trébedes y cualquier otro utensilio en hierro, siendo considerado como una persona imprescindible en el pueblo.
En la actualidad en la misma se ubica una vivienda particular. Los utensilios típicos empleados por el herrero se pueden medio ver en una especie de jaula, situada en la Calle Cárcava 3 frente a la Plaza del Parque.
Área Recreativa de El Arroyo. Situada a la salida de La Serna dirección a Braojos, nos Los utensiencontramos una pequeña parcela donde se puede practicar pic-nic. Mesas con bancos y una barbacoa de construcción, te invitan en época de buen tiempo a un buen aperitivo o comida a la brasa.
Se haga o no una comida, merienda o cena, es muy recomendable si se tiene tiempo pasar un poco del mismo en este lugar apreciando lo que de verdad es tranquilidad.
FIESTAS PATRONALES Primer fin de semana de Agosto. Actividades culturales y deportivas, caldereta popular, subasta de los palos de la Virgen y música.
SAN AGUSTIN. Finales de Agosto. Actividades culturales y deportivas, caldereta popular, subasta de ramos y baile.
Fuentes: Folletos Comunidad de Madrid, WEB Ayuntamiento, CAM, ChatGPT y Paneles explicativos
Distancia a Madrid: 83,4 KM Municipios colindantes
Braojos EN COCHEExisten dos opciones; Por la N-1 (A5) hasta la salida 79 La Serna-Braojos. Segunda opción por la salida 75 Villavieja de Lozoya y antes de llegar a este municipio desviarse por la M-636 Gascones-La Serna, son más kilómetros pero merece la pena ![]() AUTOBUSES195 Madrid (Pza. Castilla)191 A Buitrago (Pza. Castilla) 191A Desde Buitrago |